Sentimientos

24 6 2
                                    

Si bien las ordenes de la reina habían sido que solo hicieran un reconocimiento del área donde los humanos se estaban asentando, Levan no pudo ignorar su curiosidad, esperando a que Lilia dejara su guardia para poder escabullirse e ir hasta aquella costa. Lo único que iluminaba las pequeñas casas era una enorme hoguera a mitad del terreno ocupado, notaba algunos botes pesqueros, redes, pieles de animales e instrumentos para el labor diario; dio un pequeño recorrido, manteniéndose cubierto todo el tiempo para poder usar la oscuridad a su favor para que los guardias tampoco llegaran a detectarlo pero, a pesar de las advertencias de Lilia, se arriesgo al acercarse a un grupo de guardias que estaban hablando, entendiendo un poco de su idioma.

Estaba maravillado con aquella conversación, los humanos hablaban de los recursos que el territorio poseía, de los animales únicos que habitaban y la amabilidades de las hadas más pequeñas que los ayudaron a encontrar fuentes de agua; abandonando aquella conversación cuando escucho el llanto de un bebé, por curiosidad fue hacía una de aquellas pequeñas casas, en donde una cuna junto a la ventana se notaba el movimiento de las mantas, descubriendo un pequeño bebé, quiso tomarlo en brazos pero al ver la desesperación en su llanto tan solo se retiro para buscar una flor que de sus pétalos unidos aún en un capullo goteaba néctar, ofreciéndolo para así apaciguar el llanto de aquel pequeño bebé.


—¿te gusta el néctar? no eres tan diferente a las hadas bebés—  intento acariciar la mejilla del infante a lo que esté le tomo el dedo con toda su regordeta mano  —je... ¿que haces? ¿no quieres que te toque?—


—Levan, ¿que estás haciendo?—  Lilia hizo que el cuervo sobresaltara al ser descubierto.


—L-lilia, que alivio que seas soló tú—  volteo en dirección de su compañero y después volvió a mirar al infante  —fui atrapado por este pequeño, ¿no es increíble? los humanos también pueden saciarse con el néctar de las flores como las hadas del jardín—


—son humanos, comen casi de todo, Levan—  le tomo del brazo, tirando con delicadeza para llevárselo  —hay que volver al campamento, son demasiados guardias con los que puedo lidiar si es que nos atrapan—


—escuche una conversación, ya han estado en contacto con otras hadas, no pasara nada si nos ven—  ignoro por unos momentos los jalones de Lilia para terminar de arropar a aquel pequeño bebé  —¿por qué no venimos mañana y damos bendiciones a los humanos como muestra de paz y buena voluntad?—


—¿estás loco? volvamos al campamento antes de que el General se percate que el General de Derecha, o sea tú, no estas en tu tienda—


—está bien—  su rostro entristeció  —espero volver a verte, pequeño hijo del hombre—


Lilia temía que esa credulidad de Levan terminara costándole la vida si continuaba viendo tan solo la bondad del mundo que apenas exploraba por medio de libros e historias; Levan era demasiado amable, todo lo contrarío que muchos esperaban de un conde cuya responsabilidad sería ser el General de Izquierda, las alas y ojos de la Maleonor una vez subiera al trono, el primero en tener contacto con otras especies y quien determinaría el peligro de las mismas junto al General de Derecha que, se rumoreaba iba a dejar su puesto en unos años, cuando la princesa estuviera lista para su cargo como principal o pilar de la Guardia Real, día que también sería asignado su remplazo elegido por su majestad Maleficia y el senado, púes el Consejo de Guerra dependía solo de 3 figuras: los dos generales y la princesa encabezando la Guardia Real.

El jardín de las rosas (Twisted Woderland Disney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora