Prometidos

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Las inquietudes de Maleficia se hacían cada vez más grandes, los asentamientos humanos iban en aumento, ocupando zonas donde la naturaleza reinaba y eso hizo movilizaciones de algunas especies que terminaron buscando asilo en zonas más alejadas; por petición de Levan, que justificaba aquellas acciones como una "búsqueda de oportunidad", comparando a los visitantes con las hadas que buscaban asilo en otras zonas del reino, quería formar esa imagen de igualdad que el Senado desaprobó, veían a los humanos como una plaga y puso en duda las decisiones de Levan respecto a tratarlos por igual, que seguía soñando como un niño y esos deseos solo le traerían desgracias.

Levan continuo sosteniendo su opinión de que necesitaban aprender de los humanos y ellos aprender de las hadas para entenderse y así apoyar, pero el Senado le dio la espalda; Maleficia sabía que Levan era alguien amable y de buenas intenciones, por lo que no dudo en aceptar su petición de ir al asentamiento humano pero no para espiarlo como la primera vez, sino que vivirían entre los humanos solo un par de días, con el fin de buscar una manera de amistarse en un próximo futuro; para la tarea, Lilia sería su escolta personal para que pasaran desapercibidos, ocultando sus orejas con ayuda de su cabello y vistiendo lo más cercano a un humano, lo que le divirtió a Maleonor, que no dudo en disfrazar a Lilia con lindas prendas que lo harían parecer una chica, usando de excusa que sería la mejor forma de no llamar la atención a comparación de que vayan dos hombres porque eso levantaría alertas de posible espionaje.


Llegaron al bosque de la aldea más cercana por la mañana, Lilia cuidaba celosamente algunas medicinas y una daga que se le permitió llevar entre sus ropas para en caso de emergencia; también llevaba algunas monedas de oro que Maleficia les entrego para cubrir los gatos de libros de Levan y por si querían probar alguna comida, aunque Lilia dudo en si los humanos les harían fácil intercambiar aquellas monedas sin intervención de engaños.


—señorita, ¿le gustaría que la llevemos al pueblo?—  pregunto un hombre mayor que iba en una carreta tirada por un par de caballos  —es peligroso que una joven ande por el bosque por si sola—


—¿sola?—  más que por la forma en la que se dirigieron a Lilia, su rostro se mostró sorprendido porque no se había dado cuenta en que momento había perdido a Levan de vista  —ese idiota—


—¿ocurre algo malo?—  el hombre bajo de la carreta.


—no, no—  intento suavizar su voz mientras miraba a los lados en búsqueda del cuervo  —es solo que perdí a mi compañero de viaje, es un joven de cabello negro—


—tal vez lo encuentre en la plaza, déjeme llevarla—  le ofreció cortésmente su mano para ayudarle a subir a lo que Lilia no le quedo de otra que aceptar el viaje  —y no se preocupe por el pago, disfrute del viaje—


Lilia pensó que seguramente terminaría cobrándole y que aquella amabilidad solo era una forma de engaño de los humanos para conseguir dinero.

Durante todo el trayecto estuvo mirando el cielo, buscando que alguno de los cuervos de Levan estuvieran por ahí, haciendo guardia pero ni una sola ave parecía estar cerca, como si temieran acercarse; cuando finalmente llego a la plaza, escucho la voz de Levan, saltando de la carreta para ir directamente donde estaba él sin cuidado alguno de mantener su papel bajo indicaciones de Levan de mostrarse delicado y sensible.


—¡¡Levan!!—  cuando estuve frente al cuervo, le dio un puñetazo en la cabeza  —vuelve a irte de mi vista y te llevare al castillo a arrastras—

El jardín de las rosas (Twisted Woderland Disney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora