Futuro heredero

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Había llegado la fecha limite para que se diera la noticia sobre el nuevo heredero, había rumores sobre que no se había conseguido y otros tantos dudando sobre la castidad de su princesa; tantos rumores que le sorprendía a Lilia que hubiera hadas tan insensibles y estúpidas hasta el nivel de limitar sus cerebros en si una mujer era casta y pura o no, como si eso les brindara algún valor.

Los peores comentarios venían del Senado, claro que no se atrevían a decirlo delante de su reina, entre ellos lo hablaban y estaban cuestionándose seriamente en si había sido lo correcto haber permitido que Levan siendo un hada de la especie de los cuervos, desposara a una princesa cuyo clan era longevo; incluso se atrevieron a planear convencer a la reina para que el matrimonio se disolviera pasando un determinado tiempo en caso de que Maleonor  no resultara embarazada, con la excusa de que Levan era infértil o incapaz de hacer que la princesa pudiera procrear, sin saber que la verdadera razón era que ninguno de los dos se atraía de ese modo. Los intentos de ambos nobles terminaban en risas o en vergüenzas mismas, casi siempre teniendo que dormir separados en la misma habitación porque no se atrevían consumar su matrimonio.


—se dio el plazo de 90 días—  dijo Lilia al interrumpir en la habitación de estudio de ambos nobles  —acabo de escuchar a esos 3, lograron convencer a su majestad, dio 190 días o habrá un juicio—


Levan se escondió detrás de uno de sus libros de historias sobre humanos  —¿no es muy pronto para querer cortarme la cabeza?—


—seguramente te cortaran las alas—  corrigió Lilia con desgane, arrojando en el escritorio de Levan algunos libros que le ordenaron entregarle  —toma ratón, alimenta tu cerebro—


—wouh, son libros eróticos—   Maleonor tomo uno de aquellos libros  —había escuchado de ellos, incluso habla de reproducción... que miedo pensar en las formas que consiguieron la información—


—tu no puedes leerlos, el Senado duda de Levan, tú solo tienes que verte bonita—  aun así no se atrevió a quitarle aquellos libros  —tienes exactamente 90 días, si para ese tiempo Maleonor no muestra síntomas de embarazó, van a disolver su matrimonio—


—¿disolver?—  dijeron los dos al unisonó y se miraron como si intentaran comunicarse un mensaje de tener que impedirlo.


Lilia se mostro confundido por aquellas expresiones, no podía aun comprender que en realidad ambos estaban satisfechos con su matrimonio pero, termino aceptándolo bajo el engaño que era algo que ocurriría en algún momento por ser ambos nobles y llevarse tan bien que la atracción surgiría en cuestión de momentos; sin dudar más sobre darle un regalo especial a Levan que compro en una de sus expediciones, era una pequeña botella de color azul que ayudaba a estimular el deseo carnal, fue a pararse detrás de Levan, jalándole el cabello hacía atrás para que abriera la boca y así zambullirle el contenido de la botella, golpeándole la espalda como un aseguramiento de que bebiera su contenido.


—estaré en el jardín por si necesitan algo, suerte Levan—  dicho eso le arrojo la misma botella a Maleonor  —vas a necesitar esto, bébela cuando Levan comience a portarse tierno, les dejo a solas—


No miro atrás y cerro la puerta a sus espaldas, tomándose un momento de meditación y buscar convencerse de que solo los estaba ayudando a dar un difícil paso que haría que su amistad dejara de ser como cualquiera y, los volviera en verdaderos esposos; le dolía el pecho por haberlos forzado pero temía por el bienestar de Levan y el futuro de Maleonor, sabiendo que lo importante era que tuvieran un descendiente, odiando las reglas del palacio, la nobleza y la realeza. En el jardín solo se dedico a mirar el cielo mientras las rosas le cuidaban de no ser percibido por nadie, de a poco sus ojos se cerraron y solo el murmullo de los sirvientes le despertaron, escuchando que habían notado que las puertas del salón donde estaban los príncipes estaba cerrada y al salir fueron de inmediato a cambiarse las ropas, encontrando sangre en la falda de Maleonor, y un fluido blanco en la de Levan; tan desagradable se comenzaba a volver la conversación entre los sirvientes que Lilia sentía nauseas pero no podía hacer nada, solo pudo abrazar sus piernas hasta que por fin se fueron.

Cuando comenzó a oscurecer, Lilia salió de su escondite para volver al interior del castillo en donde Levan le estaba esperando, teniendo sus mejillas rojas y una extraña marca en el cuello que intentaba disimular con su pañuelo; Lilia se quería reír pero Levan le tomo del brazo para llevarle a una parte aislada del castillo, acorralándolo para tomar sus labios en un emotivo beso que parecía iba a escalar a más pero Lilia no se lo permitió, abofeteándolo para que Levan entrara en razón.


—a la siguiente... personalmente confirmare que te quedas sin descendencia—  sonrió de una manera dulce pero siniestras  —espera un momento... la boca me sabe raro—


—tú tienes la culpa—  dijo Levan en un arrebato de vergüenza.


—¿me besaste porque querías o porque recuerdas que la intente besar?—  pregunto sospechando solo para averginzarle más  —no me gustan los besos indirectos—


—co-consumamos nuestros matrimonio, ¿feliz?—  seguía que la verguenza lo comía  —lo que me hiciste beber, ¿por qué?—


—oh, solo estaba aburrido y dije: que bonito esta el día para que ustedes dos cojan... ¿tu que crees?—  le empujo del pecho para que se quitara de su camino  —sabes que el Senado es muy entrometidos, aunque te dieran un plazo de 90 días, se que no lo conseguirias, es mejor que olviden que son amigos y entiendan que son esposos con responsabilidades ante un reino—


—no era necesario que lo hicieras, Malleonor y yo... ibamos a tener sexo esta noche—  a leguas se notaba que Levan estaba mintiendo.


—ya tienes experiencia haciendolo aunque tu primera vez fue conmigo, no se como es hacerlo con una mujer y no quiero saberlo—  se cubrió los oidos para evitar escuchar a Levan pero sintió un repentino mareo que lo hizo apoyarse de la pared   —Levan...—


—ya estamos a mano—  le mostró la pequeña botella de afrodisiaco que Lilia previamente había usado con él.


Lilia se molesto con él, impidiéndole que llegara a tocarlo por el bien de los dos; teniendo que llamar a Baul que era su único soldado de confianza y quien no cuestionaría ninguna de sus palabras por más extrañas que legaran a ser, y así fue.

Baul llevó a Lilia al cuartel, a una de las habitaciones que se utilizaban para la cuarentena pero no quiso apartarse en ningún momento de su lado, manteniéndose firme en cuidar que el "veneno" del que le había contado Lilia no se expandiera; eso llamo su atención, haciendo que todo ese tiempo al ver como Lilia se quejaba y se infringía pequeñas lesiones para mantense ocupado, Baul se diera cuenta del odio excesivo que el Senado tenía hacia su general, acusándolos de ser responsables de aquel estado de salud.


—general Vanrouge, le traje algo de beber, esta frío aún—  se arrodillo a los pies de la cama para ofrecerle un vaso con jugo y bastante hielo  —estuvo sudando gran parte de la noche, es seguro que el veneno se filtro con éxito, llamare a los médicos para que lo ex...—


—no—  interrumpió, sabia que si se llegaba a saber que había consumido afrodisiaco dentro del castillo, le traería grandes problemas y en especial si comenzaban los rumores de que en realidad Levan había cambiado de lugares con Lilia   —esto no puede saberlo ni su majestad, promételo Baul, no es solo por mi bien sino también por el de nuestra princesa y ese ratón—


Al beber, Lilia casi arrojo el vaso por las pocas fuerzas que tenía al haber cruzado una tortuosa abstinencia, jurando que se vengaría de Levan por haberle hecho pasar por tan vergonzoso momento y comprometerlo a tanto. 

El jardín de las rosas (Twisted Woderland Disney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora