2: Fiesta

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—Sasha —Mikasa habló con voz temblorosa, sus manos se aferraban al borde de la silla mientras Sasha peinaba delicadamente sus cabellos color azabache—. ¿De verdad es necesario que vaya a la fiesta? —preguntó con incertidumbre, desviando la mirada hacia el suelo.

Sasha dejó el peine a un lado y abrazó a Mikasa por los hombros.

—Por supuesto que sí —dijo Sasha con firmeza—. Mírate, por favor —señaló, tomando el mentón de Mikasa para que se viera en el espejo—. Luces absolutamente hermosa; además, será una gran oportunidad para hacer amigos, te vas a divertir muchísimo.

Mikasa se miró al espejo. Sasha había rebuscado entre su ropa sin desempacar y había encontrado un precioso suéter de color crema, que había combinado con unos pantalones negros ajustados. Las botas que llevaba también hacían juego, pues eran del mismo color que el suéter y le llegaban más abajo de la rodilla. En aquel momento, Sasha peinaba su cabello para recogerlo en una alta coleta; además, le había aplicado un poco de maquillaje, resaltando sus ojos grisáceos y dándole un poco de brillo a sus labios. No obstante, Mikasa frunció el ceño al notar su cicatriz descubierta.

—Creo que prefiero llevar el cabello suelto —señaló Mikasa en un hilo de voz.

Sasha la miró con atención antes de acariciarle delicadamente la mejilla izquierda. Mikasa cerró los ojos con fuerza y Sasha la observó con pena.

—No te gusta hablar de eso, ¿verdad? —preguntó Sasha, y Mikasa negó—. Entiendo —una sonrisa burlona se instaló en sus labios—. A la próxima vez, di que te lastimaste con una púa de una valla cuando eras niña, o quizás con un rosal. Porque si un tiburón te hubiera atacado, no estarías viva —señaló divertida, abrazándola por los hombros—. Y no, el cabello recogido se te ve bien, y tú eres hermosa. No tienes por qué avergonzarte de nada. Lamento haber preguntado sobre el tema.

—No importa —musitó Mikasa con voz suave—. Solo no deseo recordarlo... fue desagradable.

–Entiendo, pero dejemos eso atrás. Te ves hermosa. Por favor, intégrate a la sociedad –insistió Sasha.

Mikasa bajó la mirada, sintiéndose abrumada por la idea de socializar con desconocidos.

–No estoy segura de poder hacerlo –murmuró en voz baja. Sasha le dio una mirada llena de determinación.

–Confía en mí, estaré a tu lado en todo momento –afirmó con una sonrisa reconfortante–. Y sé que una vez que estemos allí, te sentirás más cómoda. Te presentaré a todos mis amigos. La pasarás muy bien, lo aseguro.

Con un suspiro, Mikasa finalmente cedió ante la persuasión de Sasha. Se levantó de la silla y ajustó su suéter nerviosamente mientras seguía a Sasha fuera de la habitación. Caminaron juntas por el pasillo, con Sasha hablando animadamente sobre la fiesta, mientras Mikasa la seguía en silencio. Al llegar al estacionamiento, Sasha detuvo su paso junto a un auto brillante y llamativo.

Exulancis (EREMIKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora