5: Advertencia

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Los rayos del sol se filtraban a través de las cortinas entreabiertas de la habitación, pintando el lugar con tonalidades cálidas. Mikasa yacía profundamente dormida en su cama, sumergida en un sueño reparador después de una semana agotadora de clases y una noche de películas con Eren, quien no dejaba de criticar su gusto cinematográfico. Sasha también dormía plácidamente en su lecho después de una noche de embriaguez. Había llegado media hora después de que Eren la dejara en la residencia, y su estado era casi patético. Por ello, la pelinegra le había dejado una botella de agua junto con una pastilla en su mesilla de noche para que, al despertarse, pudiera encontrar algo de consuelo. Sin embargo, la tranquilidad se vio interrumpida abruptamente cuando la puerta se abrió con suavidad y Annie caminó de puntillas hacia el lecho donde Mikasa descansaba, antes de arrojarse encima de la chica.

– ¡Buenos días, solecito! –Gritó Annie junto al oído de Mikasa con fuerza.

Mikasa se despertó de golpe, con los ojos desorbitados y el corazón galopando en su pecho.

– ¿¡Qué demonios...!? –Exclamó la pelinegra, sobresaltada, y empujó fuertemente a Annie, quien cayó sobre su trasero haciendo una mueca.

No obstante, no pareció lo suficientemente doloroso como para interrumpir la fuerte carcajada que se escapó de sus labios. La risa estruendosa de Annie llenó la habitación.

–Lo siento... lo siento, Mikasa, no pude resistirme –declaró Annie entre carcajadas, sin mostrar ningún tipo de remordimiento.

La sorpresa inicial de Mikasa se transformó en ira con rapidez. Agarró la almohada que reposaba a su lado y comenzó a golpear a Annie con ella, expresando su enojo por el susto recibido. La almohada se convirtió en un arma improvisada en manos de Mikasa, quien no dudaba en descargar su frustración sobre la rubia, quien apenas podía contener la risa ante la reacción de la chica.

El alboroto no tardó en despertar a Sasha, quien se removió en su cama con gestos de dolor. Con los ojos entrecerrados y la cabeza palpitante por la resaca, lanzó un grito agudo hacia las dos chicas.

– ¿¡Pueden dejar de hacer tanto ruido, maldita sea!? ¡Tengo un dolor de cabeza del demonio! –Gritó Sasha, enterrando su rostro en la almohada antes de cubrirse completamente con la cobija.

Mikasa y Annie se quedaron quietas por un instante, mirándose una a la otra con expresiones divertidas y avergonzadas. Finalmente, Annie rompió el silencio con otra carcajada mientras Mikasa rodaba los ojos y se tiraba de espaldas contra la cama.

Exulancis (EREMIKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora