10: Corderito

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Cuando Mikasa se despertó por la mañana, parpadeó lentamente tratando de asimilar la situación en la que se encontraba. Los primeros rayos del día se colaron por la ventana. La chica observó a su alrededor, notando que no estaba en su habitación habitual. Frunció el ceño mientras intentaba recordar qué había pasado. Lanzó un suave gruñido cuando recordó que esa era la habitación de Eren y que estaba allí por la apuesta con Annie.

Queriendo levantarse, intentó moverse, pero se sorprendió al descubrir que estaba completamente atrapada en los fuertes brazos del chico. Su mejilla reposaba contra el pecho desnudo de Eren, quien, tal como había dicho, dormía cómodamente solo con su ropa interior, una revelación que la hizo ruborizarse ligeramente.

Intentó recordar la noche anterior: se habían quedado juntos mirando películas hasta tarde. Ella había caído rendida y después... nada. Definitivamente, en algún punto, a Eren le había parecido pertinente quitarse toda la ropa antes de acostarse a su lado y, pese a sus advertencias, la tenía firmemente abrazada contra su cuerpo.

La pelinegra frunció los ojos, irritada, e intentó moverse de nuevo, pero Eren siguió adormilado antes de abrazarla aún más fuerte. Mikasa lanzó una exclamación ahogada antes de elevar su rostro para observarlo. En aquel momento se quedó congelada, pues no pudo evitar notar la belleza de Eren mientras dormía: sus largas pestañas proyectaban sombras sobre sus mejillas, mientras su largo cabello castaño yacía desorganizado sobre la almohada y enmarcaba su rostro con una naturalidad cautivadora. Sus gruesos labios, levemente sonrosados, estaban entreabiertos, dejando escapar exhalaciones llenas de paz. Su nariz perfectamente esculpida agregaba un toque de elegancia a su rostro. La suave piel del chico parecía resplandecer bajo la luz del amanecer, y Mikasa no pudo evitar recorrerle los brazos con la mirada, detallando hasta aquel momento los tatuajes que adornaban partes de su cuerpo.

Mikasa sonrió de lado, sintiéndose reconfortada al estar rodeada por los brazos de Eren; la calidez que él emanaba era simplemente grandiosa. Hasta ese momento, la chica entendió por qué tantas mujeres se derretían por Eren; por supuesto, no solo era encantador, carismático y divertido, también era muy atractivo.

La pelinegra continuó mirando al chico con atención, queriendo aprenderse todos sus tatuajes de memoria. Después de un rato, Mikasa comenzó a sentirse sofocada por los brazos de él, por lo cual nuevamente intentó liberarse, pero Eren la tenía completamente atrapada; ni siquiera podía mover sus brazos, los cuales estaban en medio de su cuerpo.

Mikasa comenzó a removerse incómoda, asombrándose por la profundidad del sueño de Eren, que no había notado que ella luchaba por zafarse. La chica continuó batallando un rato más para poder liberar una de sus manos y empujarlo; no obstante, cuando lo hizo e intentó alejarse de él, su muslo rozó la entrepierna de Eren. Y no fue el chico abriendo los ojos de golpe lo que más la atemorizó, sino la certeza de haber sentido aquella zona demasiado dura. Eren agachó la mirada, sus ojos color esmeralda se encontraron con los grises de Mikasa, quien tenía el rostro completamente sonrojado; se quedaron observándose un instante. Eren no parecía poder procesar lo que estaba ocurriendo, y Mikasa no podía creer lo que había sentido contra su pierna.

Exulancis (EREMIKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora