En el vibrante corazón de Shinganshina, Eren, un tatuador rebelde con una actitud desenfadada y un pasado tumultuoso, vive su vida al límite. Ajeno a los compromisos y las emociones profundas, su mundo se reduce a fiestas interminables y encuentros...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— ¿Qué? ¿Cómo que terminar?
—Lo siento, Jean... pero... es lo mejor —se disculpó Mikasa, completamente incómoda.
— ¿Para ti o para mí? Porque yo te quiero.
—Y yo te quiero a ti... pero... no te amo, Jean —admitió la chica, observando sus manos jugueteando en su regazo.
–Ese es un sentimiento que conlleva tiempo –refunfuñó Jean–. Y estoy dispuesto a esperar.
– Sí, estoy de acuerdo en que el amor nace con el tiempo... cuando el corazón está libre, pero el mío ya tiene un dueño.
Mikasa dejó escapar un suspiro lleno de cansancio, sintiendo el peso de sus palabras en el aire entre ellos. Tan pronto como salió de clases, le envió un mensaje a Jean para que se vieran. Sabía que no iba a ser fácil, pero las palabras de Levi le habían quedado grabadas en la memoria; su hermano tenía razón. Ella tenía que hacer lo correcto y evitar lastimar a Jean, bueno, lastimarlo más de lo que seguramente ya lo había hecho.
En aquel momento se encontraban en el jardín trasero del campus, sentados en una banca. Jean se recostó en el respaldo de ella con una expresión entre resignada y decepcionada. Mikasa se sentía sumamente culpable al verlo de aquella forma, pero también sabía que era lo correcto; por primera vez tenía que abandonar sus miedos y enfrentar la realidad.
—Es por Eren, ¿verdad? —Preguntó Jean con un toque de amargura en su voz, aunque trató de sonar comprensivo.
—No —se apresuró a responder Mikasa, pero hizo una mueca antes de encogerse de hombros—. Sí... bueno... sí y no —respondió al final con sinceridad, enfrentando la mirada confundida de Jean—. En parte es por Eren, porque lo amo, pero también es por mí. No quiero seguir engañándome a mí misma, y también es por ti, Jean. No quiero darte falsas esperanzas ni lastimarte.
Jean la miró en silencio por un momento, procesando sus palabras en su interior. Se preguntó si alguna vez había tenido alguna oportunidad real con Mikasa o si siempre había sido solo una ilusión.
—¿Desde cuándo lo supiste? —preguntó finalmente, buscando claridad.
—Desde hace poco —Mikasa mordió su labio inferior antes de encogerse de hombros—. O siempre... no lo sé —admitió, sintiéndose completamente confundida.
— ¿La primera cita que tuvimos...?
–La pasé muy bien, estaba muy feliz y quería salir contigo.
