19: YumiHisu

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— ¡Mamá, trae la caja de condones, que ya llegaron Mikasa y Eren! —Gritó Zeke tan pronto como los chicos atravesaron el umbral de la puerta.

Las mejillas de Mikasa se tiñeron de un profundo color escarlata. Eren, por otro lado, tomó un cojín del sofá y se lo lanzó a su hermano con fastidio.

— ¿Qué son condones? —Preguntó Falco, mirando a su padre con diversión.

Eren arqueó una ceja.

–Ahora por gracioso tendrás que explicarle.

– ¡Ya te dije que dejes de decirles eso cuando llegan a casa! –Reprendió Carla, mirando con fastidio a su hijo mayor antes de acercarse a los chicos para abrazarlos fuertemente–. ¡Qué lindo verlos! ¡Los extrañaba tanto!

—Mamá, nos vimos hace una semana –se burló abrazándola con fuerza.

–Igualmente los extrañaba —la mujer bajó la voz—. ¿Se van a quedar? ¿Tengo que poner almohadas detrás del cabezal de la cama de Eren?

— ¡¡Mamá!! —Gruñó Eren mientras Mikasa escondía su rostro en el pecho de su novio.

Así habían sido los últimos dos meses en los cuales habían visitado recurrentemente a Carla. Carla, Zeke y Yelena no habían parado de hacerles aquellas bromas. Mikasa lo recordaba como si hubiera sucedido el día anterior. Tan pronto como se había despertado, la chica había entrado en pánico al ver una pequeña mancha de sangre entre las sábanas, y había gritado totalmente asustada, pensando que había resultado herida. Carla había entrado a la habitación pensando que quizá la chica estaba herida, no obstante, al notar la desnudez de ella y Eren, junto con las sábanas manchadas, lanzó una suave carcajada.

— Vaya, creo que todos nos enteramos que habían hecho el amor, pero no me imaginé que fuera su primera vez.

La chica se sintió avergonzada antes de comenzar a negarlo, y Carla, con mucha ternura y paciencia maternal, se había sentado junto a ella para explicarle que aquel sangrado era normal y que todo estaba bien. Mikasa se había sentido absolutamente avergonzada mientras Eren se carcajeaba enternecido y la abrazaba asegurándole que todo estaría bien.

Desde aquel día, las bromas tanto por sus actividades ilícitas en la noche, su nula prudencia y la inexperiencia de la chica no habían cesado. Al menos, pensó Mikasa para sus adentros, la familia de Eren se lo podía tomar con humor; su hermano seguramente ya habría asesinado a Eren por haber hecho algo así en su casa.

—Bueno, ya basta, dejen de molestar a mi corderito —bramó Eren mientras se inclinaba para arrebatarle el pastel a Zeke, quien lo miró ofendido.

—¡Oye, eso es mío!

—No te lo mereces —rezongó Eren antes de tomar de la mano a Mikasa y guiarla hacia la cocina.

Los saludos rutinarios de cada visita fueron dados mientras Carla se aseguraba de que los chicos se estuvieran alimentando bien y fueran responsables en la universidad y el trabajo, además de que estuviesen tomando correctamente sus horas de sueño.

Exulancis (EREMIKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora