La audición.

29 18 0
                                    

Minimaratón 2/3

Dos días, dos días completos tratando de preparar la coreografía para ese estupido concurso de baile y nada. La música no me gustaba y los movimientos no fluían. Me movía como una novata aprendiendo a bailar. Había elegido una melodía de Sabrina Carpenter para bailar y ni aún así pude expresar lo que sentía oyendo la canción. Era como si toda la presión se hubiera agolpado en mi cuerpo y me hubiera olvidado de todo.

Me dejé caer en el piso rendida. Concurso de baile, adiós. Mi tía me había alquilado un estudio de baile y podía usar todo el espacio y los espejos para verme, pero ni aún así podía arreglar los constantes errores que cometía.

Recogí mi bolso y me tomé un sorbo de agua. Me miré en el espejo decepcionada. No podía creer que la niña que vivía por el baile ya no existiera. Había bailado aquel día con Jacob y me había pasado un semana completa dándole lecciones y él a mi, pero ahora de repente ya no estaba, la música no fluía.

La puerta del estudio se abrió y dejó ver a un chico. Lo miré y me quedé inmóvil.

¿Qué mierda hace él aquí?

Parpadeé varias veces para estar segura de que el pelinegro era quien estaba frente a mi. Al parecer tenía un plan malvado para acabar con mi estabilidad emocional.

Me miró de arriba abajo y una sonrisa picarona elevó las comisuras de sus labios.

-No sabía que bailabas, muñeca. -Murmuró acercándose a mi.

-Ni yo que tú me siguieras. -Dije cambiando mi peso de un pie a otro.

-Soltó una carcajada y dejó su bolso en una esquina. -Soy más viejo que tú en este lugar, así que hay que ver quién sigue a quien.

-Mordí un carrillo. -No te estoy siguiendo.

-No dije que lo hicieras.

-Da igual. -Dije cortante.

Eché a caminar y justo cuando abrí la puerta sentí la música. Una melodía suave tanto como un susurro. Me volteé por la curiosidad y lo vi bailar.

Mierda.

Al parecer alguien bailaba muy bien, que digo bien, no había palabras para describir como se movía. Era como una hoja que seguía el compás del viento. Él sentía lo mismo que yo había sentido una vez.

Se detuvo y me miró a los ojos. Di un respingo avergonzada y él sonrió. Extendió su mano y alcé las cejas sorprendida.

¿Me estaba pidiendo que bailara con él?

Si.

Pero si...

No puedes ni dar un paso sin verte como una marioneta.

Ajá.

Tal vez él pueda ayudarte.

Me armé de valor y dejé el bolso a un lado. Me acerqué a él y puse mi mano sobre la suya. De un solo tirón me pegó a su cuerpo. Lo miré a los ojos sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. Su mano se quedó en mi cintura y la otra recorrió mi hombro hasta llegar a mi mano y entrelazar los dedos para elevar ambas. Llevé mi otra mano a su cuello h traté de no verme incómoda con todo esta. De repente la música ya no era la misma, mas bien ahora era divertida y movediza. Sonrió y llevó su mano hasta mi muslo. Lo subió hasta su cadera y me incliné hacia atrás. Me incorporé y nuestros rostros estaban demasiado cerca. Puse distancia y dejé que mis pies tomaran el control. La música se metió dentro de mi y pude moverme sin ningún problema. Él también comenzó a bailar y la verdad hizo un movimiento con sus pies que me pareció alucinante. Me dejé llevar por la melodía y de repente estaba frente a él a solo pequeños centímetros de distancia. Me di la vuelta rápidamente y sentí su mano en mi cintura. Llevé mi pierna hasta su cadera y la enredé en ella, mientras flexionaba la otra hacia el mismo lado. Él se inclinó hacia un lado y puse mi mano en su cuello para sostenerme. Después en un movimiento rápido me bajé y me dio una vuelta. La música se terminó justo cuando quedamos de espaldas.

¿Cuánto vale un sueño?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora