Y si...mejor no

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Su boca recorrió el espacio de piel descubierta entre mi cuello y mi hombro, succionando justo en mi garganta. Solté un gemido cuando su rodilla se coló entre mis piernas me rozó la entrepierna.

Sus manos subieron lentamente desde mis caderas hasta el dobladillo de mi blusa y con suma delicadeza me la quitó, dejando al descubierto mis pechos.

Agarró uno con su mano y me arqueé. Jugó con el pezón, trazando círculos con sus dedos, apretandolo y por último sentí sus labios suaves cerrarse sobre él.

Una tensión se acumuló en mi bajo vientre mientras sentía su boca caliente dándole atenciones al otro pecho.

Enredé mis manos en su cabello frotandome contra su rodilla con la conciencia nublada por el placer y el deseo, por la necesidad de sentirlo más profundamente.

Su figura imponente se alzó sobre mi y aquellos ojos preciosos me observaron detenidamente, con una sonrisa plasmada en sus húmedos labios. Me quedé prendida del movimiento de su boca cuando la abrió y dijo.

—Muñeca, tienes legañas.

Fruncí el ceño y lo miré confundida. ¿Cómo…? ¿De qué…?

—¡Broadway! —Gritó Celine.

Pero, ¿qué mierda hacía Celine en casa? ¿Por qué nos interrumpía?

—Madre mía, si está babeada. —Chilló.

—Venga, Broadway, no seas perezosa. —Sentí que me sacudían de los hombros.

Abrí los ojos y enseguida me arrepentí. Las cortinas estaban abiertas y la luz me dio directo en los ojos. Cuando volví a abrirlos mi fantasía se rompió de golpe.

No estaba desnuda ni tenía a Luka volviendome loca, sino que ambos, él y Cel…Coco me miraban con preocupación, completamente vestidos.

Menuda mierda.

Eres una traviesa.

Cállate.

Me incorporé lentamente y tomé nota mentalmente de nunca más dejar descorridas las cortinas, o terminaría quedándome ciega.

Miré a Luka sentado a mi lado con esa sonrisa arrebatadora plasmada en sus labios y me quedé demasiado tiempo mirando su boca, fui consciente de ello. Por eso cuando Celine habló, sentí que mi rostro entero se volvía un tomate.

—¿Que pasa el lunes 25? —Preguntó mirándome con los ojos entornados.

—La miré confundida. —¿Faltan tres días para Acción de Gracias?

Negó frenéticamente y me plantó un dedo a centímetros de la nariz. La miré con la frente arrugada.

—¡Es tu cumpleaños! —Replicó dando un brinco en la cama.

Abrí las ojos como platos cuando caí en cuenta de que lo que decía era cierto. Por eso mis padres habían insistido en que fuera el domingo y no entre semana.

Apreté mi mano en la sábana y bajé la cabeza nerviosa. Tenía miedo de que se hubieran dado cuenta de lo poco que me importaba esa fecha. Del dolor que me traía recordarla.

—¡Faltan solo tres días! —Dijo dando vueltas por la habitación—. Ahora no podré organizarte la mejor dieta de cumpleaños del mundo y dejarás de quererme.

Se dejó caer en la cama dramáticamente, mientras yo sufría un cortocircuito por los recuerdos que me traía esa simple fecha, esos dos números.

—Ey, dime que pasa. —La voz de Luka me hizo girar la cabeza hacia él.

¿Cuánto vale un sueño?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora