Los finales Felices.

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Hola!!! Espero que estén disfrutando de la historia, hoy les traigo un nuevo cap. y aunque sé que he estado un poco perdidita, no los voy a decepcionar. Recuerden votar y compartir la historia, me da de muchísima ayuda.

Seguía mirando a Angie mientras tomaba grandes bocanadas de aire tratando de ralentizar su respiración. Se apoyó a la pared y se pasó la mano por el rostro.

—¿Sabes qué es lo peor? —la miré atentamente. —Es que dije todo eso porque me jode que de verdad lo hayas elegido a él.

—Fruncí el ceño. —Angie, estás mal deberías…

—¿Por eso desapareció de casa?

Lo pronunció como una pregunta, pero por la forma en que me miró supe que era una afirmación.

—Por eso te pusiste nerviosa cuando te pregunté si tenían algo. Dios Santo, se notaba tanto. —rio por lo bajo. —La forma en la que te miraba, en que te protegía. Debí haberme dado cuenta cuando se puso como loco aquel día en el hospital. —me miró. —Casi mata a la recepcionista cuando nos dijo que teníamos que esperar.

—Estás mal, Jacob debería llevarte a casa. —Dije acercándome y no me lo impidió.

—¿No fingiste verdad? —fruncí el ceño confusa mientras me ponía alrededor de los hombros su brazo y pasaba el mío por su cintura. —¿Conmigo? —Aclaró y sentí unas ganas terribles de anofetearla de nuevo. ¿Como se atrevía a sugerir que fingí con ella?

—Negué con la cabeza. —Angie, no fingí en ningún momento, de verdad te considero mi mejor amiga y te quiero un montón.

Sonrió genuinamente y me dio unas palmaditas en la mejilla.

—Yo también te quiero, aunque también te quiero matar.

Reí ante su ocurrencia y me la llevé a un banco frente al club en la otra acera. Se dejó caer en el banco y entendió sus brazos y piernas en su totalidad.

—Ya pasé el mareito, ¿sabes? —me miró de reojo.

—A que si ¿eh? Mañana será peor. —Le advertí.

Me dio un golpe sin mucha fuerza en el hombro y soltó un gemido.

—Me dolió esa bofetada. —Se quejó. —Todavía me duele.

Sonreí y noté que aún tenía la marca de mis dedos en su piel.

—Lo siento, ni siquiera me di cuenta.

—¡Pues yo si que me di cuenta! —Chilló y señaló con su dedo la marca rosácea en su mejilla. —La próxima y me advierte para llevar una mascara de hierro y así el dolor es recíproco.

Reí y dejé que apoyara su cabeza en mi hombro.

—Es increíble lo rápido que las cosas cambiaron. —Susurró casi para si misma. —Hace solo unos minutos te ofendía y soltaba palabrotas que ponen en duda mi carácter y ahora estamos hablando como si nada.

—Es lo mejor, créeme. Olvidemos que eso pasó. —Apoyé mi cabeza sobre la suya.

—Siento haberte llamado zorra, me pasé un poco.

¡Se pasó muchísimo la chata! Pero su nariz me gusta así que…

¿Que te pasa con las narices?

Creo que es el peróxido lo que te está afectando. —Bromeé y rio por lo bajo.

—El morado fue una buena elección, a Jacob le encanta tirar de mi cabello mientras me empotr... —Lo dijo tan distraídamente que cuando se dio cuenta de que lo había dicho se llevó las manos a la boca.

¿Cuánto vale un sueño?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora