La verdad.

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Antes que nada quiero decirles que ya no estaré publicando dos capítulos cada día, porque 1-estoy en temporada de exámenes y 2-la historia no puede terminarse tan rápido.
Por darles un spoiler del cap. van a sufrir Soñadores *risa malvada* pero les va a gustar. Así que lean, voten y compartan. De no ser así no publicaré tantos capítulos ;). Así que ya saben pónganse manos a la obra. Sin más el cap.


Verdad. En mi vida siempre le he tenido miedo a esa palabra. No sé por qué.

Sé que la verdad es lo mejor.

Pero para mí la verdad significaba realidad y la realidad era tan dolorosa, que construí mi vida sobre una mentira.

Le hice creer al mundo que era perfecta. Que era la hija adorada y con un gran futuro. Cuando la verdad era que estaba tan jodida que nadie podía salvarme, ni siquiera las mentiras.

¿La razón? Fácil, no era perfecta, ni un poco.

Mi sueño fue bailar en un gran ballet e interpretar al papel principal en el Lago de los Cisnes.

Lástima que los sueños conlleven ser feliz. Ese requisito no lo pude cumplir. Una vez mientras veía a mi madre ver el ballet desde el palco, me pregunté si ella sentiría lo mismo que yo. Si ver a las bailarinas danzar al ritmo de la música le causaría la misma felicidad que a mi.

Pues no y su desición fue arrebatarme esa felicidad también.

Después de que me escapara para ir a la competencia los ocho, jamás volví a escuchar la palabra baile en mi casa.

Mi cuarto se redujo a cuatro paredes con una puerta y una ventana cerradas con llaves que nunca logré encontrar.

Cuando lograba salir hacia alguna travesura, pero solo conseguía que mis horarios fuera de mi habitación fueran más estrictos.

De la casa al colegio, del colegio a la casa. A eso se redujo mi rutina hasta que cumplí quince y me enamoré.

Mi madre estuvo de acuerdo en que saliera con Marcus. Era como su prototipo perfecto para mi. Rico, guapo y sin sueños descabellados. Como decía ella: tenía los pies puestos sobre la tierra.

Toda mi vida parecía haberse teñido de color rosa de repente. Aunque debo decir que odio el rosa, pero bueno…

Teníamos citas siempre, me regalaba rosas, me decía que me amaba, me llamaba princesa.

Nadie que no fuera mi padre me llamaba princesa, pero se lo permití a él porque lo amaba.

Nuestra relación fue motivo de muchos chismes, incluso nos llegaron a decir que éramos la pareja perfecta.

Que equivocados estaban.

Marcus Hammer era una pesadilla disfrazada de sueño. Mientras se llenaba la boca para decirme que me amaba, detrás del telón se tiraba la hermana de mi mejor amiga.

Lo descubrí en su fiesta de cumpleaños. Esa noche fue terrible, porque mientras preparaba la reproducción de un video en su honor, se empezó a ver como él se follaba a Sabanah.

Él estaba a mi lado mientras todo ocurría y no hizo nada para impedirlo, simplemente miraba con una sonrisa la pantalla cuando yo sentía que mi mundo colapsaba.

Pero eso no fue suficiente, cuando se terminó de tirar a la otra se empezó a ver otro video donde yo y él teníamos sexo.

Las lágrimas corrían por mi rostro y me derrumbé en el piso mientras oía risas y murmullos a mi alrededor.

Después de todo tuvo el descaro de decirme, que era porque yo no era suficiente y reírse en mi cara.

Toda pizca de felicidad se esfumó y mi vida se sumió en el caos. Mis padres lograron que bajaran el video de internet a tiempo y que mi imagen quedara “limpia”. Pero después vinieron los psicólogos, las pastillas y más presión porque debía salir de ese agujero lo antes posible para demostrar que era digna de mi apellido.

¿Cuánto vale un sueño?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora