Grietas.

22 15 0
                                    

Caminé lentamente hasta la última habitación de la derecha en el pasillo. No era difícil deducir cual era de Angie, o sea, en la puerta decía con letras de colores: Si no tienes unicornios o comida, no pasas.

Puse los ojos en blanco una vez más al leer esa frase. Di dos toques suaves en la puerta después de llenarme de valor. Del interior se escuchó un débil "pasa".

Entré y enseguida la vi hecha un ovillo en una de las esquinas de su cama. Me acerqué y me acuclillé frente a ella. Oí un sollozo y le pasé la mano por el brazo.

-¿Quieres contármelo? -Pregunté suavemente.

Levantó el rostro y vi sus mejillas húmedas por las lágrimas. Rápidamente abrazó mi cuello con sus brazos y empezó a llorar contra mi. Me senté en la cama y le pasé la mano por la espalda tratando calmarla.

-Shh, sea lo que sea sabes que estoy aquí.

Ella balbuceó un "lo sé" y continuó llorando. Me preocupaba el hecho de que estuviera llorando tanto, Angue solía ser de lo más alegre y sus lágrimas eran por su humor roto.

Después de unos minutos bastantes largos llorando se separó y se limpió las lágrimas con el dorso de la mano.

-No pasa nada sino quieres contarmelo.-Le aseguré.

-Negó con su cabeza y sorbió por la nariz. -Siento haberte obligado a verme llorar como una magdalena.

-Sonreí para reconfortarla. -Está bien.

Se quedó callada por unos minutos, mirando sus manos temblorosas en su regazo, hasta que por fin tomó una bocanada de aire y me miró.

-Resulta que no me aceptaron en la escuela de cocina en Francia.

Abrí la boca para intentar decirle algo, pero no me lo permitió.

-Siempre es así, no logro hacer nada bien, ¿sabes? A veces desearía ser tú, vives tu vida de una manera tan airosa y todo lo haces bien, incluso con tu horrible forma de ser, tienes a los chicos babeando detrás de ti, mientras yo me tengo que conformar con la mierda de vida que me dio el universo o quien sea que controle este ridículo mundo, de iguales maneras mi vida es un asco y constantemente mi hermana se encarga de restregarmelo en la cara.

¿Su hermana no estaba muerta?

Creo que lo dijo una vez.

No hagas esa pregunta Broadway...

-¿Tú hermana no estaba muerta?

-Asintió. -Aún estándolo sigue demostrándole a todos lo perfecta que era.

Nadie la entendía mejor que yo. Me pasé mi vida bajo la sombra de lo que eran mis familiares y tenía que esforzarme para demostrarles que podía ser igual o mejor que ellos. Aunque la verdad pienso que no soy ninguno de los dos.

-Angie, eres una de las mejores chicas que he conocido. Siempre estás tratando de ayudar a los demás y tienes un corazón gigante. Deja que esa escuela de Francia se pierda todas tus habilidades como la buenísima cocinera que eres, pero no te rindas ni te vengas abajo. Recuerda que si te cierran una puerta siempre hay una ventana.

Vi que su labio comenzaba a temblar y la abracé.

-No importa cuántas veces caigas, siempre vuelve a levantarte, porque lo único bueno de llegar al fondo es que la única salida es subir. -Sobaba su espalda y oía sus sollozos.

-Tú sí que eres una gran persona. -Se separó y se limpió algunas lágrimas con el borde del jersey. -Nunca te he visto ni una sola vez tratando de lastimar a alguien y siempre consuelas a los demás.

¿Cuánto vale un sueño?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora