Tal respuesta

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Bendita sea la ingenuidad que cubría mis ojos,
que me impedía ver la malicia de los hombres;
tan alta era la estima hacia ellos,
que casi muero mientras la derrumbaban.
Dura es la agonía en el viento,
tan helada que congeló mi mente;
quieto se quedó mi corazón como muerto,
mientras percibí tal maldad en sus miradas.
¿Cómo puede un ser, planificar el mal, a quién le hace bien?
Tal respuesta la desconoce mi alma,
puesto que aún no digiero,
¿Cómo un ternero se come una vaca?.

Mi herenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora