xxiii.

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-Raúl.-lo miré fijamente a los ojos. Sentí como todo desaparecía a mi alrededor mientras intentaba acomodar mis emociones.

Habían pasado ya 2 meses sin verlo. 2 meses de dolor puro, de extrañarlo todos los días, de sentir todo este amor que aún le tenía, consumir cada parte de mí.
Mentiría si dijera que no pensé muchas veces en cómo sería volver a verlo. Sonará tonto, pero muchas noches llegué a dormirme pensando en cómo sería tener otra conversación con él. Me quedaba dormida pensando en cómo se disculparía una vez más, y como esta vez sí arreglaría la situación.
Sin embargo, jamás pensé que volvería a estar en frente de mí. No en realidad. No estaba preparada.

-Ana.- su voz sonaba extraña. No la recordaba así. Tal vez solo estaba acostumbrada a escucharla con todo el cariño que me tenía. Ahora sonaba más como una formalidad.

No dije nada. No sabía que decir. Su sonrisa me indicaba que le daba gusto verme, pero su tono de voz mostraba lo contrario. Qué raro toparte a tu ex-novio después de 2 meses de contacto cero.

Suspiré profundamente mientras intentaba calmar a mi corazón que palpitaba fuertemente. Miré a mi alrededor y de repente, la música se volvió más fuerte, y las voces de la gente se empezaron a escuchar más como gritos. El lugar parecía volverse más pequeño. Mi respiración se volvió más rápida.
Lo que me faltaba: me estaba dando un ataque de pánico.

Raúl lo notó. Claro que lo hizo. Me conocía tan bien. Lo único sorprendente fue que todavía me recordara tan bien.

-Venga, vamos afuera.- me sonrió cálidamente mientras me agarraba por el brazo. Yo sólo asentí y caminé junto con él.

Nos alejamos un poco del bar, calle abajo. Mi corazón no dejaba de palpitar, mientras yo genuinamente sentía que lo que estaba pasando no era real. No podía serlo. Soñé tanto tiempo con esto que llegó a volverse algo imposible de suceder.

El silencio se volvía más fuerte. Nadie dijo nada mientras caminábamos una, dos, hasta tres cuadras. Finalmente, encontramos una pequeña fuente cerca de una plaza. Decidimos parar ahí.

-Bueno. ¿Te encuentras mejor?- preguntó Raúl. Parecía genuinamente preocupado.

-Sí.- murmuré y alcé la mirada para verle los ojos. Joder. Seguían volviéndome loca.- La gente...- intentaba encontrar una explicación para mi pequeño ataque de pánico sin admitir que él lo había causado- La música. Demasiado fuerte. No me gustan las multitudes.

-Lo sé.- Raúl rio brevemente.- Lo recuerdo.

Intenté sonreírle, pero la verdad, el último recuerdo que tengo de Raúl y una multitud fue en mi cumpleaños. No una muy buena memoria que digamos.

-Sí. Lo recuerdas.- contesté, como confirmando lo que me acababa de decir. Claro que lo recuerda.

-Pues bien, ¿cómo has estado?- suspiró profundamente mientras se llevaba las manos a los bolsillos de su chaqueta. Miró al suelo.

-Bien.- mentí.- Muy bien, la verdad. ¿Y tú?

Raúl levantó la mirada al cielo mientras suspiraba una vez más. Era como si no quisiera verme a la cara. No contestó.

-Vale.- murmuré para mí misma. Me sentí un poco estúpida, pensando que podíamos tener una conversación normal. Pensando en que él estaba siquiera remotamente interesado en tenerla.

-Vale.- contestó, aún sin verme. Me di cuenta que se mordía el labio.

-No tenemos que hablar si no te apetece.- contesté de golpe. Me parecía una falta de respeto que no pudiera hablarme, y me sentí idiota por haber pensando que lo haría.

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⏰ Última actualización: Feb 24 ⏰

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