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-Hostias, tía, sí que eras fea en tu infancia, eh.- dijo Raúl, mientras reía. Le solté una cachetada juguetona.

-Pues mira, que ahora ya no soy fea, algo que en tu caso no puedes decir.- dije mientras sonreía.

Nos encontrábamos en mi sofá, yo acostada, con mi cabeza en sus piernas. Estábamos viendo un álbum de fotos que tenía entre mis cosas.

-¿Es que tú nunca te cansas de decir lo feo que soy?- reí.- Que ya sé que soy feo de cojones, que no hace falta que me lo recuerdes.- sonreí y con mi mano acerqué su cara a la mía. Le di un dulce beso.

-Tú estás muy lejos de ser feo de cojones.- dije, y le sonreí.

Me devolvió la sonrisa, y cerró el álbum de fotos.

-Tengo un hambre que te cagas.- dijo Auron.- Iré a ver qué me preparo en la cocina. ¿Te apetece algo?- preguntó.

-No, gracias, estoy bien.- dije mientras me sentaba y él se levantaba del sillón. Le sonreí.

Tomé mi celular de la mesa de centro, y entré a Whatsapp. Contesté algunos mensajes y lo volví a dejar en dónde estaba. Me levanté y fui a la cocina, para encontrarme con Raúl, que estaba viendo el refrigerador fijamente.

-¿Anastasia?- me dijo, al sentir mi presencia atrás de él.

-¿Sí?

-¿Por qué cojones no tienes comida?- dijo, y reí.

-Porque nunca como aquí, y además no sé cocinar.- dije, y Raúl volteó a verme con una sonrisa.

-Vale, entonces vayamos a cenar a algún lado.

-¿Cómo qué se te antoja?

-Vamos por unas hamburguesas, ¿qué te parece?- dijo, al mismo tiempo que se acercaba a la mesa a tomar sus llaves.

-Me parece una idea de puta madre.- dije y sonreí.

Salimos del departamento y bajamos al estacionamiento. Subimos a su auto.

-Bueno, ¿y a dónde vamos a ir a cenar?- pregunté.

-¿Te gusta el McDonald's? Es lo que queda más cerca.- dijo él.- Además, a esta hora no sé qué otro lugar estará abierto.

-Vamos a McDonald's, pues.- le respondí.

Él sonrió y manejó hacia el restaurante. Íbamos escuchando música, e íbamos cantando. Al llegar, estacionamos el auto, y bajamos de éste. Entramos al establecimiento y me senté en una mesa. Auron fue a pedir las hamburguesas.

Auron llevaba lentes, y chamarra. Tenía la capucha puesta. Esto era porque, al ser una figura pública, constantemente temía que lo reconocieran y no lo dejaran en paz, y ahora que estábamos saliendo en secreto, este miedo aumentó, pues el hacer nuestra relación pública conllevaría rumores y dramas por lo que no pensábamos pasar. 

Al cabo de un tiempo, Raúl se acercó con la bandeja que tenía nuestra orden.

-Eh, mira que bien se ve todo esto.- dijo él, al sentarse frente a mí.

Iba a tomar una de mis patatas fritas cuando le di un manotazo.

-Come de las tuyas, tío.

Él rodó los ojos, sonrió y le dio un mordisco a su hamburguesa. 

Lo observé un buen rato. Joder, era precioso. Llevábamos dos semanas saliendo, pero yo estaba segura que me había sacado la lotería con él. Era atento, cariñoso, gracioso, inteligente. Vamos, era el paquete completo. Él se dio cuenta que lo observaba y sus mejillas enrojecieron.

-¿Ahora no puedo comer en paz o qué?- preguntó mientras sonreía tímidamente. 

-Eh, que yo no te he obligado a estar tan guapo.- le respondí con una sonrisa coqueta. 

Me miró fijamente y se acercó a mí para darme un suave beso en los labios. Sonreí.

-¿Ya podemos comer?- preguntó y asentí. 

A medida que comíamos, íbamos charlando y haciendo bromas entre nosotros. Estar con él era estar constantemente riendo, pues el tío era muy divertido. No podía creerlo aún. Lo tenía ahí en frente de mí y no lo creía. Era perfecto. 

Después de un rato, nos levantamos y salimos del establecimiento. Tomados de la mano, caminamos hacia su auto. Subimos a éste, Raúl encendió el auto y se dispuso a manejar por las calles de Barcelona. Yo iba mirando el paisaje, cuando sentí que su mirada se posó en mí. Giré un poco la cabeza para que así mis ojos se encontraran con los suyos.

-¿Te puedo decir algo, Anastasia?- preguntó Auron.

-Sí, dime.- contesté.

-Te quiero.- dijo y yo no pude evitar mostrar una gran sonrisa.

-Yo también te quiero, Raúl.- le respondí, al tiempo que acariciaba su mano.

-No, pero en serio.- me dijo serio.- Te quiero. Te quiero muchísimo.- dijo, y su mirada se posó en mi mano, que se encontraba sobre la suya.

-Y yo en serio te digo que yo también. Te quiero muchísimo. No tienes idea.- le dije y le sonreí.

Él estacionó el auto en un lado de la calle y me miró. Con sus dos manos tomó mis mejillas y me acercó a su cara. Me dio un beso largo. Nos separamos y él dejó escapar una pequeña risa. Lo miré con una sonrisa un tanto confundida.

-¿Por qué no te conocí antes?- preguntó mientras me sonreía.- Lo digo en serio. Eres una puta maravilla y ya tenía rato que estaba buscando maravillas.- me sonrojé.

-No estoy ni cerca a ser una maravilla.- le respondí mientras bajaba mi cabeza.

-Pues eso será para ti, que para mí tú eres todas las maravillas del mundo.

-Eh, no lo digas tan fuerte, que la muralla China te puede escuchar y ponerse celosa de que una persona tan común y corriente como lo soy yo le está quitando su lugar en la lista.- él rió.- Y ni decir de las otras maravillas del mundo, que entre las 7 te meten unas hostias que en tu vida vuelves a quitarles su lugar.

-Pues que vengan a por mí.- yo sonreí.- No les tengo miedo porque, seamos honestos Anastasia, yo a las 7 les gano y después de eso me tomó una copa encima de sus cadáveres, ¿cómo la ves?

-Hoy estás muy confiado Raúl, ¿por qué es eso?- la sonrisa que tenía en la cara no parecía irse.

-Porque estoy contigo.- respondió.- Y contigo, te lo juro, no le tengo miedo a nada.- guardó silencio un rato.- Bueno, sí que le tengo miedo a algo.

-¿Ah sí? ¿A qué?

-A que te des cuenta de lo ordinario que soy y te aburras de mí.- dijo sonriendo levemente.

-Joder, ni aunque fueras uno de esos tíos que trabajan en oficinas y lo más divertido que hacen en todo el día es darles de comer a sus gatos me aburriría de ti. ¿Sabes por qué?

-¿Por qué?

-Porque eres tú. Y tú eres la mejor persona que he conocido, y por más que lo intentes, no te desharás de mí tan fácil. 

-No quiero deshacerme de ti.- me sonrió.

Y le di un beso. Un beso que gritó un te amo. Un te amo que ninguno de los dos había dicho aún por miedo a que fuese demasiado pronto y lo arruinara todo. Pero ese "te amo" estaba ahí, implícito en cada conversación, cada broma, cada abrazo, cada beso. Ese "te amo" estaba ahí, y yo, en ese exacto momento, supe que ese "te amo" permanecería por aquí un buen rato.

Never dreamed of this. [AuronPlay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora