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-¿Pero por qué cojones me han cambiado la reservación? Llevo un puto mes esperando por una mesa en este  restaurante, ¿y ahora me dicen que tengo que esperar otro mes? Es que me tenéis que estar tomando el pelo, lo juro.- he dicho yo, ya desesperada.

-Lo sentimos, señorita, pero alguien más ha tomado su reservación, y no hay nada que podamos hacer.- esto me molestó aún más.

-¿Cómo que alguien tomó mi reservación? ¿Desde cuándo se puede hacer eso? En serio, decídmelo, que yo también lo haré.

-No se puede, señorita, pero ha sido una excepción. 

-¿Así que ahora hacen "excepciones", eh, gilipollas? Pues haz una excepción por mí y ponedme de nuevo en tu puta lista.- dije mientras señalaba a la libreta de reservaciones. 

-¡Joven Raúl!- ha exclamado el recepcionista observando a un joven de unos 29 años, no tan alto, de cejas pobladas, y una perforación en una de ellas. Ojos castaños, y barba. Se podría decir que era atractivo. Venía con una chica de tez blanca, ojos azules y pelo teñido de blanco.

-¡José! Tiempo sin verte, eh.- dijo el joven, acercándose al recepcionista y tendiéndole la mano.- Buenas noches- me ha dicho a mí con una sonrisa en la cara. No he respondido. 

-Su mesa está lista, ¿me acompaña?

-Claro, claro. Vayamos.- respondió el joven, asumo que su nombre es Raúl.

-Eh, así que este es el gilipollas que me ha robado la reservación, ¿cierto?- he exclamado yo. 

Raúl y la chica voltearon a verme, e hicieron una mueca que mostraba confusión. 

-¿Disculpa?- dijo Raúl.

-Que tú eres el gilipollas que me robó la reservación. 

-Yo no he robado nada, he llamado y he pedido una mesa para hoy y me la han dado. No me habían dicho que tenían los lugares ocupados.

-Claro que no te han dicho.- he respondido mientras sonreía falsamente.- Pues hacedme un favor, una vez que entréis al restaurante, y si ves al gerente, le dices de mi parte que se vaya a tomar por culo. Él y su puto restaurante. 

-Joder, que si la reservación es tan importante para ti, quédatela tú. Nosotros podemos hacer otra cosa.- respondió Raúl, y la chica que lo acompañaba lo miró con desaprobación.

-Vale, entonces voy a mi mesa- miré al recepcionista.- ¿me acompaña?

-Claro, en un momento iremos.-me respondió- Raúl, si me esperan 10 minutos, podemos abrirles un espacio.

-Está bien José. Aquí te esperamos.- dijo Raúl con una sonrisa.

-Vale, pues vamos señorita.- me miró el recepcionista- su mesa está lista. 

Caminamos hacia mi mesa, y enseguida me senté, el mesero llegó y me enseñó la carta. 

-Espero a alguien más, pediré cuando llegue. Muchas gracias.- le he dicho. 

Pasaron los minutos, y mi cita no llegaba. El mesero regresó a la mesa aproximadamente 3 veces más, y yo seguía sin pedir nada, más que la misma cerveza. Me había vuelto a dejar plantada. Desde mi mesa podía observar a Raúl y su acompañante. Siempre que sentía que Raúl iba a voltear la mirada hacia mí, agachaba la cabeza. Mi escena era más allá que triste, y después del drama que le había soltado al pobre recepcionista, y a Raúl mismo, no iba a permitir que me viera en esta situación. 

Después de una hora y media, me di cuenta que mi cita no iba a llegar, así que pedí la cuenta al mesero. Vi que Raúl y su acompañante también estaban por irse, pues Raúl ya estaba parado, solamente esperando a que la chica regresara del baño. Raúl me volteó a ver, y se acercó a mí. 

-¿Aún queréis que le diga al gerente que se vaya a tomar por culo, él y su restaurante?- me dijo con una sonrisa. 

-Mejor decídselo a mi cita, que no se dignó en aparecer.- dije mientras soltaba una risa triste.

-Eh, dime dónde le encuentro y con este brazo- se levantó la manga de la playera- con este brazo, le parto la cara de un golpe.-reí levemente.

-¿Por qué me hablas si fui una gilipollas hace unas horas?

-Estoy seguro que tenías tus razones para serlo.

-¡Raúl!- alguien gritó, a lo que los dos volteamos para ver a su acompañante ya en la mesa, con su bolsa en mano. 

-Me tengo que ir, pero fue... interesante conocerte. 

-Igualmente, gilipollas roba-reservaciones. 

Él sonrió, y se dio la media vuelta para ir con su acompañante. Antes de abandonar el restaurante, Raúl me volteó a ver una última vez, y me volvió a sonreír.

Su sonrisa fue lo que me quitó el sueño esa noche.

Never dreamed of this. [AuronPlay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora