-Cuéntamelo todo. Ahora.- dijo Rebeca en cuánto abrí la puerta. Dejó su bolso sobre la pequeña mesa que estaba a lado de la puerta e inmediatamente caminó a la cocina, asaltando mi refrigerador en busca de alguna bebida. Siempre hacía lo mismo y realmente no me molestaba.
-No pasó nada, Rebe.- le contesté mientras cerraba la puerta.
-Es un buen chico, ¿no?- dijo, tomando una coca cola del refrigerador.- Y este no tiene una novia escondida.- bromeó con una sonrisa, pero al escuchar esa broma, mi pecho se encogió. No estaba lista para bromear de él. No todavía. Rebeca se dio cuenta e inmediatamente su sonrisa desapareció.- Perdón Ana.
-Está bien.- intenté sonreír, pero mi ánimo había desaparecido completamente. No por ser dramática, pero realmente la más mínima mención de él me hacía recordar todo y yo sólo quería olvidar.
-Pero Daniel, ¿eh? Es un chico increíble.- Rebeca intentó volver al tema del que estábamos hablando.- ¿Volverás a salir con él?
-No lo sé aún. Hemos estado hablando por teléfono toda la semana y quiere tener otra cita pronto.- me dirigí a la sala.
-¿Y? Dime que le darás una oportunidad. Sé que él te puede hacer feliz.- rodeé los ojos, ligeramente molesta. Yo sabía que remplazar a alguien no puede hacer que tus sentimientos cambien. Lo aprendí de él, que remplazó a su ex-novia conmigo, para luego descubrir que sus sentimientos no habían cambiado. Sin darme cuenta, reí ante este pensamiento. Tal vez las bromas sólo eran graciosas cuando yo las hacía.
-Sí, sí. Seguro me puede hacer feliz.- me senté en el sofá y encendí la televisión.
-Lo digo en serio, Ana. Necesitas salir, hablar con más personas. Necesitas olvidarle.- Dios mío, de haber sabido que Rebeca sólo vendría a recordarme de él, no le hubiera dicho que estaba en casa aburrida.
-¿Algo más?- yo sólo quería que dejara de hablar.
-No te molestas conmigo, Ana.- se sentó a mi lado.- Te digo esto porque te quiero. Daniel es bueno y estoy segura que tienen una química increíble. Hace dos meses que Raúl y tú terminaron. Ya es hora de seguir adelante, seguro él ya lo hizo. No puedes estar llorando toda la vida.
Pero yo ya sabía que tenía que seguir adelante y lo estaba intentando. Carajo, si no quisiera intentarlo, hubiera dejado a Daniel esa noche en vez de aceptar su puta cita. Quería hacerlo, pero ya demasiada presión me estaba poniendo yo misma como para que, no sólo Rebeca, pero todos mis putos amigos me presionaran también. Todas las conversaciones eran las mismas: "Tienes que encontrar a otra persona", "tienes que demostrarle que tú puedes seguir adelante", "olvídalo". Lo estaba intentado. Realmente que lo estaba haciendo.
-Olvidé que tenía cosas que hacer.- dije y me levanté del sofá.
-¿Es en serio que me estás echando?- Rebeca se había molestado.
-No te estoy echando, pero tengo mejores cosas que hacer que escucharte hablar de mi situación sentimental.- mi voz sonaba entrecortada, ya estaba cansada de que todos los días me repitieran lo mismo. En cualquier momento comenzaría a llorar y no pensaba hacerlo frente a Rebeca, que llevaba dos meses diciendo que debía dejar de llorar por él.
-De verdad que te has vuelto insoportable desde que el cabrón ese te dejó.
No digas eso, Rebeca.
-Date cuenta, Anastasia. Tú lo quisiste más que él a ti. No merece que llores por él y mucho menos que te cierres a nuevas oportunidades de amar.
Cállate por favor. Cállate.
-Es que es increíble. ¿Cuánto tiempo estuvieron juntos? ¿2, 3 meses? ¿y sigues llorando por él? Qué ridiculez.
Cierra la boca. Ya.
-Mira que Sergio no me caía bien pero hacía más sentido que sufrieras de ésta manera por él, que sí tenían una relación.
No los compares. Cállate.
-Ya estás grande, Anastasia. Pensé que entenderías que hay personas y "relaciones" por las que no vale la pena llorar. Raúl y tú fueron algo rápido. ¿Me viste llorar de esta manera cuando terminé con Joel, que llevaba un año conmigo?
¿A qué viene tu puta relación al caso?
-No, no lloré de esta manera por él, porque yo no me tiro al piso para que me levanten.
¿Estás diciendo que mi dolor no es real? ¿Perdón?
-¡Raúl te engañó, carajo! Entiende de una puta vez que jamás te quiso y sigue adelante. Me tienes harta, y no sólo a mí, a todos. Ingrid ya no te soporta tampoco, mira lo que nos estás haciendo. Nunca fue real, fue momentáneo. Haces un drama por nada, Anastasia.
Finalmente exploté.
-Tú no eres nadie para decirme si fue real o no, Rebeca. Nadie, ¿escuchaste? Y no vas a venir a mi departamento a juzgar mi dolor. No te lo voy a permitir. Lárgate si no quieres que esto termine peor, porque YO soy la que no te soporta en este momento.- las lágrimas ya rodaban por mis mejillas.- Yo voy a vivir esta ruptura como yo quiera, y si quiero llorar dos putos meses más, lo voy a hacer. Yo sé que fue real pero no tengo que probarte nada, ni a ti, ni a nadie. Lárgate.- me apuré a abrirle la puerta. Rebeca tomó su bolso salió del departamento y caminó al elevador.- No me vuelvas a hablar.- le dije, lo suficientemente fuerte como para que escuchara y cerré la puerta.
El dolor que sentía en ese momento no tiene comparación. Estaba harta, harta de que me juzgaran de esa manera, de que me presionaran a olvidar algo que no se puede olvidar tan fácilmente, de que hablaran pestes de él cuando sabían perfectamente que yo seguía queriéndolo intensamente. Yo no quería escuchar si él es un hijo de puta, si no me quiso o si sólo jugó conmigo, y eso era lo único que llevaba escuchando los dos últimos meses. Tal vez sólo quería llorar con mis amigas en paz, contarles cómo me sentía y que estuvieran ahí para mí. No quería consejos para superarlo, quería saber que no estaba sola en mi dolor, pero ese día me di cuenta que sí lo estaba. Que no eran capaces de entender como me sentía y por qué me sentía de esa manera.
Sólo quería que entendieran que me iba a tomar un tiempo volver a sentirme bien. Que iba a llorar y gritar y tal vez intentaría llamarlo cuando sentía que el arrepentimiento me consumía viva. Que a veces iba a pensar que yo fui la culpable de todo y a veces le desearía lo peor a él porque él fue el que nos rompió. Quería que entendieran que no iba a ser ni fácil, ni rápido, pero que las necesitaba ahí porque eran lo único que me quedaba.
Pero, ya ni eso tenía. Estaba sola.
Y en ocasiones como éstas, sólo había una persona capaz de hacerme sentir bien
Sentada en mi sofá, con los cojines tirados en el piso, porque en medio de mi llanto los había aventado a todos lados, observé mi móvil por un momento. Mis manos temblaban y me costaba respirar.
No debía.
Recordé todas las noches en las que me abrazó hasta que me quedara dormida, porque había tenido un mal día y sentía que el mundo se me caía encima. Cuando no podía parar de llorar, él estaba ahí. Sin reclamarme nada, sin juzgarme, sin cansarse. Estaba ahí, no para parar mi llanto, pero para hacerme saber que no estaba sola en mi dolor, sin importar que tan ridículo era.
Pero no debía.
Pensé en las veces que me prometió que iba a estar ahí para mí sin importar qué. Que a cualquier hora atendería el teléfono e iría a verme, si eso era lo que necesitaba.
Tomé el móvil y busqué su contacto. Ahí estaba, sin haber sido tocado en dos meses, aunque las ganas de llamarlo nunca me habían faltado.
Tomé una respiración profunda, mis manos no dejaban de temblar. No debía, pero lo necesitaba. Necesitaba escuchar su voz una vez. Sólo una vez, eso me haría sentir mucho mejor. Necesitaba hablar con él.
Pero no lo hice.
Aventé el móvil y comencé a llorar otra vez. Lloré hasta que me quedé dormida.
No lo iba a buscar, porque él no se molestó en buscarme.
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Never dreamed of this. [AuronPlay]
Fanfiction"Ni en mis mejores sueños soñé con lo que nosotros tenemos, Raúl"