xx.

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-Te odio.- dije, intentando no reír cuando vi una sonrisa formándose en la cara de Daniel. Él no pude evitar sonreír.- Lo digo en serio, tío. Te odio.- le di un leve empujón y él rió más fuerte. 

-No me odias, Ana.- dijo y me regresó el empujón antes de acercarse a la taquilla del cine para comprar 5 boletos. 

Yo lo esperé unos cuantos metros atrás, mirando a la poca gente que había en el cine, pues ya era noche. Saqué mi móvil y me miré a mi misma en la cámara. Hace unos días había decidido cortarme el flequillo yo misma, ¿por qué? Porque estaba aburrida y tenía unas tijeras a la mano. Vaya pinta que traía ahora, Daniel no había dejado de hacerme burla desde que nos encontramos en la entrada de la plaza. 

Daniel era amigo de Rebeca, se conocían desde niños. Nos conocimos hace dos meses aproximadamente, una noche en la que Rebeca me invitó a bailar a mí y a un par de amigos suyos. Era muy lindo, no me desagradaba pasar tiempo con él. Me hacía olvidar personas que sólo me hacían daño. 

Después de unos segundos, guardé el móvil y levanté la vista. Daniel caminaba hacia mí con sólo dos boletos en la mano. Lo miré confundida. 

-No lo vas a creer...- me dio uno de los boletos.- pero sólo quedaban dos asientos disponibles.- me sonrió dulcemente. 

-¿En serio?- rápidamente miré a nuestro alrededor.- Pero es tarde y casi no hay gente, Daniel.

-Ay, Anastasia. De verdad que eres lenta.- se rió levemente y puso un brazo alrededor de mí.- Lenta, pero cómo me gustas.- levanté la mirada para verlo, nerviosa. 

-¿Perdón?- pregunté con el ceño fruncido.

-¿Rebeca, Ismael e Ingrid? No vendrán.- respondió, y entonces comencé a entender la situación. 

-Ah.- fue lo único que pude decir. ¿Acaso esto era una cita? Me sentí confundida y no sabía si alegrarme, porque Daniel no era nada feo, o decepcionarme, porque realmente quería ver esta película con Rebeca e Ingrid. 

-Ya, perdón. Nunca te invité a salir formalmente.- se plantó frente a mí.- Lo que pasa es que no sabía como hacerlo, y Rebeca pensó que sólo si te engañábamos aceptarías.- me miró por unos segundos.- Pero, ¿te puedo invitar al cine?

No pude evitar sonreír ante la dulzura del chico. Aunque aún no sabía si estaba lista para comenzar a ver a otras personas, no había forma de decirle que no a Daniel. 

-Sí, sí. Está bien.- dije, riendo suavemente.- Pero te sigo odiando.

-Suena justo, porque no me dejaré de burlar de la cosa esa que traes en la frente.- Daniel rió y yo sólo rodeé los ojos. 

Caminamos juntos a la dulcería, aunque Daniel no me dejó pagar nada cuando llegamos a ésta. Así que, mientras el compraba las cosas que le había pedido, me senté en uno de los sillones que se encontraban en el cine y lo observé. Era un buen chico, tal vez me podría llegar a gustar. No era... esa persona, pero eso no importaba, ¿cierto? Ya habían pasado dos meses y era momento de seguir adelante y darle otra oportunidad al amor. Seguramente él ya lo había hecho, pues no soy difícil de remplazar.

Daniel terminó de comprar las cosas y yo caminé hacia él para ayudarle a llevar todo a la sala. Mientras caminábamos, me platicó que cuando era niño le gustaba mucho ir al cine y lo hacía siempre que podía. Yo sólo sonreía, intentando disfrutar su presencia lo más que podía. 

La función fue normal, no pasó nada fuera de lo común. No mentiré, tenía miedo de que intentará hacer algo. Claro que no lo hizo, es un buen chico-- o al menos eso me había dicho Rebeca. Al salir de la película, tuvimos una plática extremadamente interesante sobre esta. Yo estaba sorprendida, porque cada palabra que decía coincidía con lo que yo estaba pensando. Realmente éramos muy parecidos. 

Me llevó a mi departamento, y todo el caminó platicamos de varias cosas: le conté de la vez que me caí cuando tenía 7 años y me rompí el brazo, y él me contó de las cenas que su familia entera tenía cada 6 meses. En todo el camino, él nunca se me cruzó por la mente. Cuando llegamos a mi departamento, bajó a abrirme la puerta y me acompañó a la entrada. Antes de irse, me miró fijamente por unos segundos y yo estaba segura de que me besaría. No lo hizo, y yo tampoco lo intenté. Se despidió con un beso en mi mejilla y caminó a su auto. Yo miré como salía del estacionamiento y se perdía en la distancia. En cuanto se fue, le mandé un mensaje a Rebeca, diciéndole que aunque al principio estaba confundida, le agradecía lo que había hecho por mí, y le pedí que nunca lo volviera a hacer. 

Subí a mi departamento con una sonrisa, aunque ésta desapareció en cuanto abrí la puerta. El lugar me seguía recordando a él. Caminé a mi cuarto, cansada, para cambiarme y ponerme la pijama. Cuando lo hice, me senté en la orilla de la cama e intenté no pensar en él. Era difícil, estos dos meses no he podido estar sentada, sin hacer nada, porque inevitablemente lo recuerdo. He mejorado, porque ya no lloro todas las noches, y no revisó sus redes sociales constantemente-- lo tengo bloqueado de todos lados. Ya no pregunto por él, ni escucho música triste todo el día. Y aunque mis amigas-- e Ismael-- estaban orgullosas de mi "progreso", la verdad yo sentía que apenas estaba sobreviviendo. Aunque no quisiera, todas las noches, cuando llegaba a mi casa y sentía el vacío que él había dejado en ella, cuando el silencio se apoderaba de mí y mis pensamientos eran lo único que escuchaba, entonces él y los recuerdos que dejó volvían a mi mente. Y dolían, pero ya no lloraba, ya no gritaba, ya no me moría. 

Los días seguían siendo difíciles, pero lo estaba logrando. Estaba sobreviviendo, y supongo que eso era suficiente. Lentamente iba a sanar, porque tenía que hacerlo. 

Never dreamed of this. [AuronPlay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora