Capítulo 8.

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Me quito mis lentes caros al estar en frente del local de mascotas más prestigiado de la cuidad, muy exclusivo, soy puros animales de raza de los más altos niveles, y entrenados. Acomodo mi cabello, Jacob abre la puerta sonrío y entro, un gran olor a fresa llega a mis fosas nasales.

­­­­­—Señorita Johnson que sorpresa tenerla por aquí, para mí sería un honor atenderla—me saluda un chico de traje negro con una gran sonrisa.

Asiento y voy caminando por el local mirando a cada animal, todos se ven de muy buen atentos, ese chico y Jacob van detrás de mí. Me detengo a la estación de gatos, una sonrisa de lado se forma en mis labios.

—¿Busca algo en específico? —pregunta el chico intrigado.

Antes de responder, mis ojos se van a una linda gatita blanca con un lazo rosa en su cabello mirándome seria, como si ella fuera la estrella de este lugar, ningún gato se le acera, ella está en lo más alto, mientras que los otros están abajo.

—La quiero a ella—respondo mirándola con una sonrisa ladina.

Me van a matar.

—Tiene un buen gusto, o que tontería digo claro que lo tiene si es la mismísima Katherine Johnson, esa gata viene directamente de Tailandia, déjeme decirle que es como una líder para las demás, tiene un temperamento muy fuerte, no se deje engañar con esa cara bonita. Llega a creerse la reina, y las otras gatas los aceptan, aunque la envidian.

Con cada cosa que dice más me convence, es igual a mí.

—Tome—le entrego mi tarjeta—. Cobre todo lo que sea necesario, la quiero.

Él hombre sonríe y se lleva a la gata.

—Se la dejare lista, en un momento regreso.

—Aguarde, también voy a querer paquetes de comida de la mejor, una maleta para poder llevarla de viaje, un castillo con el que pueda dormir y moverse donde quiera, que sea el más grande, hermoso y llamativo que tenga—suspiro y sonrío de solo imaginarme lo que voy hacer, mis padres se van a molestar.

Él chico se mueve por todos lados llamando a una chica a que lo ayude.

—No pensé que fuera amante de los animales, señorita Johnson—habla Jacob.

—En realidad me gustan los gatos más que los perros, son más limpios, y en sí la compre para otra cosa, pero también quería tener una aliada en mi casa.

Él asiente y sonríe divertido.

—¿Qué planea hacer con ella, señorita?

Me conoce, tengo la mirada que voy hacer una travesura.

—Lo sabrás después.

—Señorita Johnson, aquí tiene toda suya—le hago una señal a Jacob para que la reciba—. Y su tarjeta, cualquier baño, chequeo, spa, solo venga la recibiremos con los brazos abiertos. Tiene todas las vacunas y está esterilizada. Lo demás ya lo tiene empacado en su auto.

Asiento y le doy pequeñas carisias en su pelaje blanco, ella me mira por un segundo, como si me estuviera analizando, se acerca a mi mano dejando que la acaricie. Después voltea a ver a las otras gatas y hace un gesto como si les estuviera diciendo adiós perras.

Si es igual a mí.

—Nos vamos—miro de reojo a Jacob caminando que sostiene en sus brazos a Luna hacia la salida.

Si, se llamara Luna.

Jacob abre la puerta trasera del auto negro, subo y me entrega a mi hermosa gata, él se sube de piloto, se acomoda y conduce.

Diamante [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora