Capítulo 19.

149 8 0
                                    

Señalo el punto exacto del mapa, cerrándolo con un círculo rojo, Canadá.

—El imperio de Rylan, fue destruido, la mafia y cualquier descendiente fueron enterrados en el infierno, no quedo nada, solo muertes, caos, dejando la marca de la organización en Canadá, ahora está limpia—expresa Esteban acomodándose las mangas de su camisa mirando a las mellizas.

Bufo arrogante, chasqueo mis lengua y niego.

—A la mierda, no sirve de nada—los tres me miraron atentos—. La mafia británica, sigue en pie, y mientras eso permanece, para mí no vale ninguna mierda.

—¿No encontraron nada? —frunce el ceño Francesca como si le estuviéramos mintiendo—. ¿Ni una maldita pista?

—Nada—comenta Esteba—. Eso hijos de puta saben esconderse bien y esconder cualquier evidencia de cualquier vínculo con ese maldito, ni matando a su familia, destruyendo su imperio, torturándolos, prefieren morir de la manera más dolorosa que hablar los hijos de puta, las cosas se vuelven complicadas.

Empujo mi mejilla con mi lengua frustrado prendiendo un cigarro. Me recuesto y le doy una calada saliendo el humo de mi boca.

—¡Es imposible! —exclama Francesca—. Debe de haber algo, no puede ser que en ninguna maldita parte esté algo para encontrarlo o al menos otra maldita cosa para saber.

—¡¿Crees que no lo he hecho?! —la miro molesto—. Mierda, he estado buscando cada maldito rincón, pero es como si no existiera, como si solo fuera un fantasma, mierda.

Irene bufa acomodándose en el sillón.

—Entonces—alza una ceja mirándome—. Acabamos con una mafia entera, pero no se encontró anda de la británica, nada de ese tipo, nada que se verifique un lazo entre ellas, y las malditas lenguas siguen cortadas, eso es absurdo e imposible, siempre debe de haber algo, aunque sea lo más mínimo.

—¿Crees que no lo sé? En verdad ¿Crees que no he buscado lo más mínimo? No soy un idiota Irene, ni un principiante, he dejado mi vida entera en esto, desde un niño he estado al lado de Maximus, aprendiendo cada paso que él daba, buscando salidas cuando no la había, créeme se lo que estoy haciendo.

—Pues no parece hermanito, papá ya lo hubiera solucionando, ya lo hubiera encontrado y lo hubiera matado, Maximus, mi padre si era un líder.

Lanzo mi vaso de vidrio lleno de wiski a la pared, el sonido roto del vaso se escucha por la habitación, aprieto mis dientes asesinándola con la mirada.

—Tú no sabes nada Irene, ninguno de tres lo saben—los señalo— no lo conocieron bien, ni la cuarta parte, no tienen idea de cual era su potencial y cuál es el mío. Las cosas como yo las manejo son muy diferente a las Maximus, la OSRC es mía, tálateme mía, no me hagas tomar decisiones que no me gustaría.

—¿Me estás amenazando idiota?

—Solo trato que te comportes como una Vasileiadis—ella me lanza una mueca de disgusto y se mantiene callada—. Bien, piensen por un segundo cabezas huecas, tenemos claro que todas las mafias están unidas, y que solo hay un líder. Hemos acabado con la mayoría y ninguna tiene algún rastro del imperio superior, y todos tienen la maldita lengua cortada, callando algún simple comunicado—respiro hondo mirando el mapa en mi escritorio—. Cualquier comunicado.

—¿Qué vamos hacer ahora Darius? —pregunta Francesca—. ¿Cuál será el plan?

Pongo mi mirada fija en un punto exacto del mapa, una sonrisa ladina sale de mis labios.

—¿Dónde les gustaría ir?

—¿Estás de chiste? —se cruza de brazos Irene—. No estamos para bromas.

Diamante [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora