Capítulo 15.

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Darius me ha llevado a muchos lugares majestuosos de Atenas, conociendo su antigüedad, la historia de la antigua Grecia, y en cada una de ellos él mismo me lo ha explicado, con detalle, con tanta seriedad y normalidad, dejando ver su conocimiento tan avanzado de Atenas, lo conoce de pies a cabeza, lo sabe todo, y puedo jurar que no solo de Atenas, sino de todo Grecia.

En cada lugar que vamos llamamos la atención de todos los presentes, los dos somo personas públicas y es entendible que con solo nuestra presencia ya es un de que hablar, pero eso ni a él y a mi nos interesa, nosotros solo caminamos, siguiendo con nuestra aura dominante y poderosa, y claro nuestros besos y toques no pueden faltar, dando entender lo evidente, pero lo muy curioso es que nadie dice nada, nadie toma fotos, o se acercan a preguntar o pedir un autógrafo, solo miran sorprendidos, pero no hacían nada, seguían con los suyo manteniendo su distancia.

Ya entiendo lo que decía Darius, que si el no ordena no respiran.

Gracias a eso me dio más libertad en darle mucho más afecto a mi hombre, y él también a mí, caminando por las calles de Atenas sin dejar de abrazarme, besarme, jugar con mi cabello, darme cariño, es simplemente esplendido.

Después de salir del Museo de Arte Cicládico, me trajo a uno de los más exclusivos restaurantes de Atenas, gracias a la altura de la terraza y se puede ver a los lejos el Partenón de Atenas, mi mirada está fija en él, pero dejo de hacerlo al sentir una mirada penetrante, volteo topándome con sus grandes y dominantes ojos azules, que me miran como si fuera un fantasma.

—¿Qué pasa? —pregunto confundida.

Él suspira y sonríe un poco.

—Es solo que tenerte aquí, es un sueño, no sabes cuanto tiempo he deseado traerte aquí que vieras mi mundo, que sientas la brisa de Grecia, que respires en ella y yo estando contigo, darte está tranquilidad—miro su mano agarrando la mía con tanta suavidad, la sostiene y besa de ella, sin despegar sus ojos en mí, sonrío de inmediato.

—Te lo agradezco—susurro mirándolo fijamente—. Tu sola compañía me da mucha tranquilidad Darius, y me siento protegida, algo que nunca he sentido.

—Me encargare de que siempre te sientas de esa manera, estando conmigo no vas tenerle miedo a nada, ni mucho menos a nadie, porque el primero en ponerle un dedo en tu dulce piel lastimándote, conocerá a Darius Vasileiadis ¿Lo entiendes?

Asiento sin dejar de sonreír.

—Si lo entiendo Darius, y me gusta saberlo—él se acerca y me besa tan suaves marcando sus labios en los míos—. Hay algo que quiero decirte—me separo un poco. Él me mira atento, dándome una señal para que prosiga—. Mi padre firmó un trato con un empresario muy poderoso de Inglaterra, teniendo así una gran alianza para ganarte—Darius chasque su lengua y bufa sin importancia.

—Belleza, créeme tendrá que buscar mucho más un empresario de Inglaterra—toca mi mejilla—. No hay competencia para mí, y menos si te tengo conmigo, con lo que me dijiste solo me estás demostrando que me eres lean a mí, y no a tu Richard—besa mi frente y baja a mis labios— ¿Quieres que gane? ¿Quieres que acabe con Richard? —susurra en mis labios.

Asiento como si estuviera hipnotizada por sus ojos.

—Si.

Él sonríe de lado y vuelve a besar mis labios.

—Lo haré, me encanta escuchar eso de tus hermosos labios—pasa su dedo pulgar en ellos—. Que estés de mi lado, y a mi lado, le ganare a Richard y tú serás la causante de eso.

—Solo trato de darte ánimos señor Vasileiadis—bromeo, entrelazo mis manos detrás de su nuca.

—Me encanta que me lo des, Katherine Johnson dándome ánimos y queriendo que le gane a su patético padre, es algo muy confortante para mí señorita, muchas gracias—sonríe siguiéndome el juego, mi sonrisa es mucho más amplia—. Tienes una hermosa sonrisa, que ilumina la noche, tú me iluminas.

Diamante [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora