Katherine Johnson.
Es muy curioso el ambiente y el cuadro, tener a los hermanos Vasileiadis en frente mío, con Darius a mi lado sosteniendo mi cintura mirándolos serio, dominante, enfrentándolos con la mirada. Demostrando fácilmente quien es el mayor, cualquiera que entrara a la habitación se imaginaria que estamos en un enfrentamiento con solo las miradas.
Sonrío divertida, desde que nos vimos entramos al gran salón, y desde ahí no hemos dicho ninguna palabra, muy curiosos en realidad.
Las mellizas no dejan de mirarme fijamente, con esos grandes ojos azules llenos de oscuridad de cierta manera, al igual que sus hermanos. Una de ellas me mira con una gran sonrisa, la rubia en particular, mientras que la otra es solo me mira sin ninguna expresión, es como si me estuviera analizando, es como un animal calculando en qué momento atacar, algo que me intriga demasiado.
—¿Así qué eres Katherine? ¿cierto? —habla al fin con un tono brusco.
Me acomodo en mi asiento y alzo una ceja.
—Dudo en verdad que no me conozcas, pero sí, soy Katherine Johnson—remarco mi apellido—. Un gusto...
—Irene, Irene Vasileiadis—habla con firmeza, sintiéndose poderosa por su apellido.
Asiento y volteo a ver a su melliza esperando una respuesta.
—Francesca Vasileiadis, es un gusto conocerte en persona Katherine, eres mucho más hermosa de lo que me imaginaba—contesta la rubia con una sonrisa ladina, repasándome con la mirada.
—Un gusto conocerlas.
Respondo segura, sosteniéndoles la mirada.
—Creo que no es necesario presentarme, ya me conoce mi cuñadita—habla Esteban sirviéndose un poco de trago en un vaso—. Pero es divertido—ríe un poco—. Esteban Vasileiadis, el mejor de los 4 hermanos, siempre.
—Idiota—murmura Darius.
—Oh hermanito, llegaron tu adoración—se burla Francesca—. Sabemos que estabas muy ansioso de tenernos.
—Jamás me imagine tener a una Johnson aquí, igual no son importantes, no aquí, ni mucho menos tú—habla Irene, de una manera nada agradable, señalándome como si fuera una intrusa.
Algo que me molesta.
—Irene, ella no es cualquier Johnson o cualquier persona para que le hables así, es mi mujer, la dueña de todo lo que es mío, y eso incluye el mueble donde estás sentada, el piso donde reposan tus pies ¿lo entiendes? —Darius le contesta de manera brusca y molesta.
—Es mejor que nos calmemos—interviene Francesca.
—No, que se sigan peleando, me divierte—se burla Esteban.
—Me gustaría regresarlos por donde vivieron—Darius mira a todos sus hermanos.
—Claro, para que sigas consumiendo colágeno—contesta Irene alzando una de sus cejas.
Frunzo el ceño, chasqueo mi lengua. Aunque lo digan de broma, o que mismo sea, me está comenzando a molestar.
Fue suficiente.
Antes que Darius diga algo, lo detengo. Me acomodo en el asiento, cruzo mis piernas, sosteniéndole la mirada.
—No soy su colágeno, soy su mujer, tenlo en claro, no me gusta la manera en que lo dices y mucho menos como me miras, y como me hablas, tenme respeto, así como lo estoy teniendo contigo, créeme no quisieras conocer mi otra faceta, soy una Johnson, eso tenlo claro.
Irene ríe sin gracia, resopla, pasa una mirada molesta hacia Darius para después voltearme a ver.
—Ninguna Johnson me dirá lo tengo que hacer, y mucho menos en Grecia, donde el apellido Vasileiadis manda, donde solo mi familia puede tener voz y voto, no confundas Katherine Johnson.
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Diamante [+18]
RomanceMe enamoré de un hombre mayor. Me enamoré del enemigo de mi padre. ¿Qué tan malo puede ser? Cuando el poder y la pasión se fusiona todo puede pasar.