23 - Larga Historia

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Se suponía que no nos quedaríamos mucho en México, porque aún quedaban algunas cosas por revisar para la boda en Seúl, pero Yoongi me convenció de quedarnos un par de días más para buscar a mis hermanos, aunque yo sabía muy bien por dónde comenzar a buscar.

Hicimos unas cuantas compras porque no queríamos llegar con las manos vacías por si acaso los encontrábamos, quería llevarles regalos y también llevar algo de comida por si se daba la oportunidad de pasar la tarde juntos como familia.

Íbamos en camino a la casa de mis abuelos paternos, yo no había convivido tanto con ellos, pero sabía que sólo ahí podrían darme información de ellos, ya que mi familia materna no sabían dónde estaban, la realidad es que mis hermanos no los habían visitado tanto y cuando fueron nunca les dijeron dónde vivían por miedo a que le dijera a nuestra madre.

Al llegar a la casa de mis abuelos me encontré con uno de mis tíos, lo saludé y me veía con cierta duda, se sorprendió cuando me reconoció y corrió a abrazarme, él era el único de mis tíos paternos a quien quería, porque era el único que me había tratado bien, le presenté a Yoongi y estuvimos hablando un poco, lo invité a mi boda, pues también era alguien a quien quería junto a mí en un día tan especial y finalmente le pregunté por la información que necesitaba y me la dió.

Nos despedimos de él y su familia y nos dirigimos a buscar a mis hermanos, pues según supe, uno de ellos vivía cerca de ahí con su esposa e hija y los demás lo visitaban una vez a la semana y justo ése era el día en que debían estar reunidos todos.

Estaba sumamente nerviosa, las manos me temblaban y sudaban, alguna que otra lágrima se escapaba sin permiso y Yoongi no me soltaba de la mano, asegurándome que ellos me estarían esperando y se alegrarían de verme.

Al llegar al lugar que me dijo mi tío, nos estacionamos al frente, desde ahí se podía ver el jardín de la casa y a las 4 personas que tanto había extrañado, sentí que me iba a desmayar en cuanto puse un pie fuera de la camioneta, pero Yoon me detuvo a tiempo para no caer.

Sg: bonita, si no te sientes bien podemos irnos y regresar otro día, no quiero que te vayas a desmayar.

Tn: estoy bien, es sólo que míralos, se ven tan felices... Quizá yo no les hago falta.

Sg: no lo sabremos si no nos acercamos, pero amor, necesito asegurarme de que estás bien y vas a poder con esto.

Nos quedamos en la camioneta un poco más, mientras el impacto de haberlos visto disminuía, cuando estuve lista nuevamente bajamos, apretaba con fuerza la mano de mi coreanito y él me dejaba pequeñas caricias con su debo pulgar, ese pequeño detalle era el que me estaba manteniendo cuerda.

Toqué el timbre y una mujer muy linda fue a abrirme, supuse que era la esposa de mi hermano.

Tn: hola, buen día, quisiera saber si se encuentra el señor Octavio - no podía decirle que ya lo había visto ni llegar diciendo que era mi hermano, no sabía si le habían hablado de mí.

Esp: ¿quién lo busca?

Tn: mi nombre es...

Oc: soy yo, ¿quién me busca? - dijo mi hermano interrumpiéndome, aún no me había visto, pues las rejas del portón cubrían mi rostro.

Tn: yo... - dije tímidamente, me asomé y pude ver lo pálido que se puso y cayó de rodillas.

Su esposa se sobresaltó y el resto de mis hermanos corrieron a ayudarlo, Yoon y yo nos habíamos acercado a ayudarlo y cuando estuve lo suficientemente cerca mi hermano me jaló del brazo y me abrazó.

Oc: creí que nunca te volvería a ver - lloraba conmigo entre sus brazos y yo hice lo mismo, cuando los demás estuvieron cerca me alejé un poco de él y cuando me vieron tuvieron la misma reacción, los pies les fallaron igual que me había pasado a mí, cuando recuperaron un poco el color del rostro les extendí los brazos y se unieron al abrazo.

Nada es prohibido. Parte 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora