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Al otro día era sábado. Era la oportunidad perfecta
para tratar de convencer a Ger de salir.

-Germán -lo llamó algo dudosa tratando de sonar
casual. Él emitió un sonido sin dejar de comer, sólo
para hacerle saber que la había oído -voy a ir al shopping en un rato, ¿querés venir?

Germán la observó con el ceño fruncido.
Definitivamente lo estaban subestimando, sabía perfectamente que la petición de su madre se debía
seguramente a algo que su psicóloga le había dicho
mientras platicaban a solas. Su pensamiento reflejo fue
negarse, pero al ver el brillo en los ojos de su mamá,
esperanzada de que aceptara, no pudo hacerlo. Ella
deseaba que él pudiera llevar una vida común y
corriente, no porque lo considerara una carga, sino
porque quería lo mejor para él. Sabía que no sería
obligado nunca a nada, y a veces incluso se
aprovechaba un poco de eso. Pero esta vez pensó que
se sentiría culpable si arruinaba su ilusión rechazando
la invitación.

Dudó y dudó, hasta que finalmente dio un largo
suspiro.
-Está bien -dijo a secas.
Su madre sonrió feliz sin poder creerlo. Tuvo que
contenerse para no comenzar a dar saltos a causa de la emoción.
-¡Te voy a comprar todo lo que quieras! ¡gracias! ¡muchas gracias! -decía exaltada. Germán desvió la mirada -Voy a buscar mis cosas.

Cuando se quedó solo, comenzó a morder sus uñas.
La ansiedad invadía su cuerpo y sentía su estómago
ceñirse.

Había aceptado salir de su casa.

Y no se dirigían a un lugar precisamente tranquilo, era un lugar repleto de gente.
Germán se cambió de ropa y subió al auto. Hacía mucho tiempo que no se encontraba tan intranquilo. Miles de posibilidades horribles rondaban en su cabeza y aunque trataba de mantenerlas alejadas, estas permanecían.
Trataba de actuar lo más natural posible para no
alarmar a su mamá. Claudia aparcó el vehículo en el
estacionamiento y descendieron de él. El centro
comercial estaba a solo siete cuadras de donde vivían.
Pero iban en auto para cargar todos los víveres y las
compras en él.

Germán observaba el inmenso edificio con algo de
pavor. Más bien, bastante.
-¿Querés que te agarre la mano? -preguntó su mamá,
pero él se negó.
Germán solía pensar a menudo que su madre lo veía
como un niño en lugar de verlo como el adolescente
que era.

Comenzaron a caminar hacia la entrada. Una vez dentro Ger quedó anonadado. Veía todo lleno
de curiosidad; las luces, los comercios, la música
proveniente de algún lugar, el bullicio. En verdad
hacía mucho tiempo no salía de su casa.
Se encontraba algo paranoico observando a cada persona que pasaba a su lado. A la defensiva, vaya a saber uno de qué.

Claudia no había seguido avanzando. Estaba esperando que se acostumbrara al campo visual tan repleto de cosas. Tan complejo. Luego de unos minutos Germán comenzó a caminar lentamente, paso tras paso. Su madre sonrió y lo guió a la sección del enorme supermercado. Seguía los pasos de su mamá a paso de soldado, siempre firme tras su espalda, mientras recorrían las góndolas.

Algunas personas saludaban a Claudia. Supuso que eran conocidos de hacer las compras y cruzarse repetidas veces.

-¿Éste es tu hijo Germán del que tanto hablás?-preguntó una señora bastante mayor mirando al chico.

-Sí, es él -dijo orgullosa.

-Es más bello en persona -la anciana tendió un
brazo hacia él, tal vez para desordenar sus rulos pero
Germán abrió los ojos sorprendido y dio dos pasos hacia atrás, fuera del alcance.

-Emm, es algo tímido -dijo rápidamente Claudia
interponiéndose entre su hijo y la señora -si nos
disculpa, ya nos tenemos que ir, seguro nos veamos la próxima semana, Inés.

-Bueno querida, un gusto conocerte Germán -dijo
amablemente, pero él sólo la observó asustado y se
alejó lo más rápido posible.

Claudia fue tras sus pasos hasta alcanzarlo.
-¡Ger esperá! -Dijo algo agitada, al oírla él se
detuvo- no pasa nada, la señora Pérez es inofensiva.

El chico aún estaba nervioso, pero trataba de
tranquilizarse tan rápido como le fuera posible. Sabía
que podía estar exagerando un poco las cosas, pero la
tensión no lo dejaba pensar con claridad. Se dirigieron
a la caja y una vez que salieron de esa sección se
dedicaron a ver vidrieras de distintos comercios.
Germán miraba todo con suma atención. Claudia deseaba que le pidiera algo, cualquier cosa, como lo hacían todos los niños y adolescentes con sus padres, ella haría todo lo que esté a su alcance para comprárselo.

Siguieron avanzando hasta dar con una tienda de reconocido nombre de venta de CDs, cassettes y todo tipo de artículos de música. El chico demostró más énfasis en este lugar que en cualquier otro.

-Acá es donde compro tus discos -comentó.

Pero ni siquiera recibió una mirada a cambio a causa
de la concentración del joven en las cosas expuestas
tras el cristal. Decidió probar otra táctica.
Estaba teniendo muchos avances en un solo día y
quería aprovecharlos al máximo.
No sabía si una oportunidad cómo ésta volvería a repetirse.

-Gerchu, voy a la zapatería que está enfrente, quiero ver unas botas, vos podes quedarte acá todo el tiempo que quieras- esto logró captar su atención y
la miró- Tomá, por si querés comprar algo -dijo entregándole dinero en su mano.
Germán observó el dinero y luego a su madre. -Voy a estar cerca si me necesitás -dijo finalmente alejándose, adentrándose en el local de enfrente, mirándolo de reojo cada cierto tiempo.

Su madre lo había dejado solo, en un lugar lleno de
gente desconocida.

el chico de los CD's - santutu x unicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora