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—Santi... –dijo la mujer con pánico en su voz, al verlo
allí, al verlo con el gorro negro de Germán en su cabeza.
Era de noche y no había logrado reconocerlo hasta estar cerca de él.

De acuerdo. Era peor de lo que pensaba. Incluso la
madre no se alegraba en absoluto de verlo. La mujer abrió la puerta de las rejas y Santiago se adentró
un poco en el jardín para poder hablar mejor con ella.
Sus figuras se veían iluminadas por un farol de la calle de luz anaranjada.

—Buenas noches, Claudia –saludó cordialmente. Si había llegado de repente a su casa, lo menos que podía hacer era ser educado —escucheme...–comenzó titubeando pero con determinación al mismo tiempo.
—Sé que es muy extraño que yo me haya tomado el atrevimiento de haber venido hasta acá... pero necesitaba hacerlo, no estoy seguro de qué es lo que
pasó, pero me gustaría saberlo. ¿puedo por favor hablar con Ger?

Ella cubrió su boca con su mano. Negaba con su cabeza y su mirada estaba llena de algo que Santiago no podía descifrar.

—Por favor, es importante, le juro que después no lo voy a molestar más si eso quiere–suplicó.

—No Santiago, no podés –dijo con dolor en sus palabras.

Se había imaginado esa respuesta.
Pero no quería oírla.
En verdad no quería.

—­Ese día… –habló su madre con la voz quebrada- era
un día de tanta niebla –Santiago la observó confundido.
—Las calles estaban llenas de escarcha, pudo pasarle a cualquiera, ¿sabés?

¿De qué carajo estaba hablando?

—¿Clau? –preguntó al ver que la mujer no se
encontraba para nada bien.

—Los frenos no funcionaron Santi, no pudo lograrlo -la mujer se había comenzado a hiperventilar, sus ojos cristalizados a la luz de los faroles.

No.

Esto no estaba pasando.

No a él.

Santiago era quién había entrado en pánico ahora.

—No entiendo –dijo observándola.

—¡Germán está muerto Santiago! –gritó histéricamente la mujer y rompió en llanto.

No.

Esto no estaba pasando.

Esas palabras habían sido una puñalada... una limpia y
certeza puñalada directamente al corazón de Santiago.

Su garganta se cerró por completo.

Germán... Él ya no estaba.

—­Pero ¿cómo…? –preguntó ahora con la voz rota.

—El sábado... –Santiago sintió que su corazón había dejado de latir, como si alguien lo hubiera arrancado de su pecho y lo hubiera vuelto añicos —él estaba yendo al shopping–la mujer no paraba de sollozar- el clima era una mierda, pero a él no le importó... un auto lo
embistió al cruzar la calle. Ni siquiera logró llegar con vida al hospital.. Está muerto. ¡¡Mi bebé está muerto, la re puta madre!! –Jaló de su cabello con todas sus fuerzas mientras gritaba histéricamente, se dejó caer sobre sus rodillas en la capa de nieve -¡¡Germán volvé, por favor!! –lloraba desconsoladamente.

Sábado.

Shopping.

El clima.

No le importó.

Germán.

Muerto.

¿Qué?

Trataba de poner en orden sus pensamientos. Estaba en un maldito estado de shock.

el chico de los CD's - santutu x unicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora