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Al día siguiente Claudia volvió a invitar a Germán al shopping, quien no dudó ni un segundo en asentir con la cabeza en aprobación.
Probablemente así serían todos los días sábados de ahora en adelante.

Su madre ahora lo dejó solo ni bien cruzaron la gran puerta de entrada al edificio.
Germán tomó una gran bocanada de aire antes de
ingresar al local de música, tomó cualquier CD y caminó hacia el chico de ojos celestes.
Santiago lo miró de reojo mientras entregaba la compra
correspondiente al cliente que estaba atendiendo en ese momento.

Había regresado.

-Bienvenido a MusicWorld ¿en qué te puedo ayudar?-
le dijo sonriente por tercer sábado consecutivo.
Germán le entregó la pequeña caja de plástico. Santiago la tomó y se quedó observándolo fijamente. Ger esperaba que como en las veces anteriores, él le pregunte si necesitaba algo más y le pidiera seguirlo hacia la caja para cobrarle y luego entregarle su paquete.

-Sofi-llamó en voz alta el muchacho haciendo que
una de sus compañeras de trabajo dejara de prestarle atención a un cliente durante unos segundos y se volteara a verlo- ¿me podés cubrir? un ratito nomás

-Está bien -dijo ella con una sonrisa- pero me debés un favor.

-Que sean dos -habló sonriente -y gracias.

El muchacho volvió rápidamente su mirada a Germán,
quien se estremeció por completo.

-Venís seguido por acá ¿cómo te llamas? -preguntó
curioso.

El corazón de Germán pareció detenerse. Abrió los ojos
sorprendido y entreabrió sus labios pero no emitió sonido. ¿Qué tal si decía algo estúpido?
Debía hablar con él, responderle. Si no lo hacía lo
creería un imbécil hasta el fin de los días, pero no lograba juntar el coraje necesario. No estaba preparado.
Estaba tardando en darle una respuesta y comenzaba a ponerse por demás nervioso. No sabía que tan paciente podía ser el chico con él.

Pero para su suerte Santiago notó su nerviosismo y
decidió alivianar las cosas de alguna manera.

-Capaz fue una pregunta muy compleja para empezar -bromeó.

Pero se notaba en cada una de sus expresiones que no
estaba tratando a Germán de retrasado, sólo quería hacerlo sentir cómodo.

-¿Podés hablar? - preguntó y rogó internamente porque el chico no padeciera de algún tipo de
mutismo, porque de ser así desearía que se lo tragara la tierra. Suspiró de alivio en su mente cuando el de ojos café asintió -¿Sabés leer? -volvió a asentir
-Bueno, entonces ¿cómo me llamo? te doy una pista-
dijo divertido señalando con su dedo índice a la identificación que tenía sujeta a su uniforme.

Él sabía perfectamente su nombre. Había estado
deambulando en su cabeza durante las últimas dos semanas. Pero nunca lo había pronunciado en voz alta a nadie más que a María cuando ella debía saber su nombre para preguntar por él.

No había escapatoria.

Debía responderle.

Relamió apenas y disimuladamente sus labios, que se
encontraban de un color rosa pálido y bastante resecos por su falta de diálogo permanente.

-Santiago-dijo finalmente con la voz un poco grave.

Sentía sus manos transpiradas y temblando.
-¡Oh!-dijo sorprendido- ¡Tu voz! es tan... cálida, no lo hubiera imaginado, es buenísima-enfatizó.

Germán creía que se le saldría el corazón de su pecho de lo rápido y fuerte que estaba latiendo.

-Ahora, ¿cómo te llamás?- preguntó ansioso.

el chico de los CD's - santutu x unicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora