O3

244 19 5
                                    

Éste definitivamente no era el mejor día de su vida.
Guardó el dinero en su bolsillo y continuó observando los discos, hasta que algo logró distraerlo.
Alzó la vista para mirar dentro del comercio. Gente
hablando entre ella, mirando guitarras que seguramente estaban interesados
en comprar, personas atendiendo a los clientes.

Personas atendiendo a los clientes.

Había tres personas vestidas con una camisa azul
marino y un nombre de identificación en ella. Dos chicas adolescentes y un chico, también
adolescente. Una de ellas era rubia, y alta. La otra era
más bien de pelo negro y de estatura media.

Y el chico.

El chico era de contextura media. Pelo semi-rubio, el cual lucía suave y brilloso. Sonreía mucho y era
muy amable con los clientes.

Pero lo más impresionante eran sus ojos.

No había visto ojos de ese color celeste en toda su vida. Sin darse cuenta, toda su atención quedó atrapada en aquel chico... quien sabe cuánto tiempo estuvo viéndolo directamente, siguiendo cada movimiento que hacía, cómo interactuaba tan fácilmente con los clientes de manera tan amable.
Cobraba y entregaba el vuelto despidiéndolos con una
sonrisa a cada uno de ellos. Germán quedó admirado. De pronto aquel chico se volteó hacia
dónde él se encontraba y Ger desvió la mirada
automáticamente, simulando que veía los artículos en vidriera.
Su corazón latía fuerte. Por alguna extraña razón quería saber su nombre. No quería irse del lugar sin saber el nombre de aquel chico de ojos celestes, pero desde el lugar donde se encontraba no lograría ver su identificación pegada a su uniforme de trabajo.

Su única opción era entrar y comprar algo, no sólo eso, también que fuera él quien lo atendiera, pero...

¿Era capaz de hacerlo?

¿Y si no encontraba las palabras necesarias?

¿Y si lo consideraba un tremendo pelotudo?

Pero por otro lado, no volvería a ese lugar.

Era ahora o nunca.

Apretó sus puños con fuerza juntando coraje y
comenzó a adentrarse en la tienda. Iba con su mirada gacha. Las demás personas estaban entretenidas
en sus asuntos, no eran conscientes del chico a punto
de un ataque de nervios.
Germán levantó la mirada para buscar al chico
de ojos celestes.
Cuando dio con él se quedó embobado mirándolo, al
parecer él se percató de eso y guió su vista hacia él. El adolescente uniformado comenzó a caminar hacia Germán con una sonrisa en su rostro.
Ger comenzó a respirar algo agitado al ver que se acercaba, se volteó hacia un costado viendo la
estantería llena de CDs que se encontraba a su lado
fingiendo observarlos, cuando sintió que lo tenía a tan sólo unos pasos tomó una caja cualquiera
entre sus manos.

-Hola, bienvenido a MusicWorld ¿te puedo ayudar en
algo?- dijo el muchacho con una hermosa sonrisa observando a Germán que aún se encontraba de perfil con la mirada perdida en los artículos de la góndola. Su
voz era grave, pero gentil. Era más una voz más bella
de lo que él hubiera imaginado. Apretó la caja con fuerza y se volteó a verlo de frente, mostrándosela.

-¿Llevás este? -preguntó tomando el CD en sus manos sin borrar la sonrisa de su rostro en ningún momento. Germán asintió nervioso.
-Bueno, ¿querés ver algo más?- solo negó con su cabeza mientras su atención se dirigía a su identificación.

"Soy Santiago. Estoy para servirte"

Santiago, ese era su nombre. Era un lindo nombre.
-Entonces vení, seguime-dijo volteándose y comenzando a caminar luego de hacerle una seña con la mano para que lo siguiera.
Germán comenzó a seguirlo dentro de la tienda
admirando su cabello, su gran contextura física, incluso pudo notar que el joven era unos pocos centímetros más alto que él. Llegaron al lugar de la caja
registradora.
-Bueno, serían 20 pesos -volvió a hablar entre
sonrisas poniéndose detrás del mostrador.
Germán reaccionó rápidamente buscando el dinero de su bolsillo y entregándole el billete. Sus manos casi se rozan en el intercambio, pero Ger lo evitó retirando rápidamente su mano al instante.

-Bancame un cachito, lo voy a envolver, ya vuelvo -dijo para luego adentrarse por una puerta a una habitación que se encontraba detrás de los mostradores.
Germán asintió y se quedó estático, jugando nervioso
con sus dedos. Esos momentos se sintieron una eternidad para él. Por suerte vio como el chico
regresaba con un paquete entre sus manos, metiéndolo
dentro de una bolsa transparente de plástico que tenía grabado el nombre del local.
-Acá tenés, que tengas un lindo día -dijo dulcemente
entregándole la bolsa.
Germán la tomó con su mano y salió lo más rápido que
pudo del lugar.
Su madre estaba esperándolo fuera de este. Ella también sostenía una bolsa, pero ésta contenía una caja de cartón bastante grande.
Supuso que se había comprado el par de botas en el que estaba interesada.

Ella lo observaba expectante. Por primera vez Germán había hecho algo por cuenta propia, entrando a un lugar desconocido, interactuando con extraños y no
parecía haber enloquecido en absoluto. Her sentía
sus pulsaciones fuera de control, pero no era un mal sentimiento. Era algo cálido, que por momentos le hacía olvidar el miedo.

-¿Y? ¿Cómo te fue corazón? -preguntó la mujer animada.
Él sólo la miró y dirigió su mirada a la pequeña bolsa
que sostenía.
-¿Te compraste eso?- él asintió -me alegro, no fue
algo tan horrible después de todo ¿no? vení, volvamos a casa.
Ger dejó escapar un gran suspiro cuando ambos
estuvieron finalmente dentro del auto otra vez. Se sentía a salvo.
-Gracias por acompañarme hoy, Ger -dijo cuando
llegaron a casa.
El asintió y sin decir una palabra subió a su cuarto y
cerró la puerta.

-Tal vez fue demasiado en un solo día -susurró ella.

el chico de los CD's - santutu x unicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora