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Aquel viernes siguiente Claudia y Estela se encontraban
platicando entre ellas.

—No hay cambios en su diálogo, pero se ve con más
energía.

—Creo que el chico que te dije el otro día, Santiago, es como una especie de amigo, no sé.

—¿Él no te dijo nada sobre él?

—No –negó con la cabeza algo triste- absolutamente
nada, ¿debería preguntarle?

—No, dejá que él se ocupe, al parecer le hace bien.

Claudia asintió.

Ese sábado, volvieron a ir a la mañana al centro
comercial, como era costumbre.

Germán entró, pero no hizo más que poner un pie en el
local de música que Julieta lo saludó.

—Bienvenido a MusicWorld. ¿Puedo ayudarte en algo?

Ella estaba muy cerca de la entrada y se encontraba libre, mientras que Santiago se encontraba vendiendo unas púas más en el fondo. Julieta estaba algo celosa de Ger, cosa que era bastante estúpida, ya que Germán era un chico; pero si podía impedir que hablaran no estaría nada mal, pensó. Él se puso muy nervioso. Tenía la idea fija de que fuera Santiago quien lo atendiera, como todas las semanas. No contaba con la posibilidad de que alguien más lo hiciera. Él iba a esforzarse en hablar más, pero no con todos, no ahora.
Ni siquiera había tenido tiempo de tomar un CD cualquiera entre sus manos.
Pero agradecía en parte por ello. Si ella era quien se encargaba de la compra ni siquiera tendría excusa ni oportunidad de hablar con Santiago. No podía permitir eso. Lo veía una vez a la semana y sólo unos momentos. Era demasiada la espera para desperdiciar la chance de esta forma.
¿Qué debía hacer?

—Germán.
Oyó esa voz que hacía que todos sus problemas se
disiparan y sintió como si un peso de toneladas de kilos se cayera de sus hombros. Estaba a salvo.
Tanto él como la morena voltearon su cabeza fijando la mirada en Santiago que se había acercado a ellos. Había terminado de atender al cliente con quien estaba ocupado.
—No te preocupes Santi, yo me encargo de atenderlo –dijo ella con una gran sonrisa boba hacia Santiago. Sí, estaba más que claro que le gustaba.

—No–dijo en seco haciendo que la muchacha dejara de sonreír —verás— cambió su tono de voz a uno más suave al notar que había sonado algo frío antes —Germán es mi cliente favorito, y yo soy su vendedor favorito –le guiñó un ojo con una sonrisa de lado —es algo mutuo, por eso yo lo voy a atender siempre que él venga, si estoy ocupado, va a tener que esperar a que yo esté libre, ¿se entiende?–finalizó en tono algo descarado.

—Como quieras –escupió molesta y se dirigió a otra
parte del local rápidamente para desaparecer de su vista.

—Ya se le va a pasar–dijo sonriente a Germán quien lo
miraba sorprendido- ¿estás bien?

Ger sentía ganas de sólo asentir. Eso era simple.
Pero habían acordado que dejaría de hacerlo.

—Sí -dijo con la mirada gacha.

—Bien ¿Qué va a necesitar mi cliente favorito el día dehoy?.

Germán sintió un escalofrío en su columna. Cada cosa buena que Santiago decía sobre él le ponía el corazón a mil por hora. Volteó a penas su rostro y tomó cualquier CD, entregándoselo. Santiago lo miró con el ceño fruncido y tratando inútilmente de ocultar una sonrisa. Santiago mordió su labio inferior, eso lo hizo ver condenadamente sexy. Germán tragó saliva.

—¿Sabés? que pena que no podamos pasar más tiempo juntos hoy, almorzar con vos fue mucho más entretenido que comer solo, no puedo usar mi descanso en este momento, si almuerzo a las once de la mañana, voy a cagarme de hambre toda la tarde– hizo una mueca graciosa.

La combinación de oír esas palabras y ver la mueca divertida de Santiago hizo que Germán sonriera.

—Sonreíste –dijo sorprendido, interrumpiéndose a sí mismo mientras hablaba. 

Germán borró la sonrisa de su rostro como acto reflejo y lo miró fijamente.

—Sonreíste –volvió a repetir, pero esta vez con una gran sonrisa en el rostro —no puedo creerlo, sonreír definitivamente es algo que también deberías hacer más a seguido.

—Santi– se oyó la voz de Sofía cerca de ellos —perdón por interrumpirte, pero hay mucho que hacer.

—Si, perdón –se disculpó.

Santiago se volteó hacia Ger con una sonrisa pícara en los labios.

—¿Éste? -dijo refiriéndose al CD.

—Sí – respondió tan rápido como le fue posible, mirando hacia el piso.

—Bueno, seguime.

Germán no era el mejor disimulando. Santiago había podido notar como tomaba los CDs al azar. Supuso que sólo eran excusas para concurrir a la tienda. 
Cruzó por su cabeza la idea de decirle al respecto. Que había notado lo que hacía y que podía visitarlo sin necesidad de comprar nada. Pero Ger era una caja de Pandora, no estaba seguro de poder predecir las actitudes del chico. Así que aunque actuara con suma confianza, también era precavido con respecto a él. Decidió que no le diría nada. 
Podía decirse lo mismo acerca de su enfermedad. Santiago había notado que lo que Germán tenía no era simple timidez. Pero él actuaba como si no lo supiera, y lo trataba todo el tiempo simplemente como alguien tímido. Tenía la idea firme de que tratarlo como a una persona ciento por ciento común y corriente lo ayudaría más que tratarlo de manera especial y hacerlo sentir diferente, raro, excluido. 

Santiago en serio quería ayudar a Germán.

Luego, toda la misma rutina de siempre. Llegar a la caja registradora, dar el dinero, tomar el dinero, envolver la caja en la sala de empaquetamiento, entregar la bolsa y despedirse. Sólo para volver a esperar una semana completa. Se estaba convirtiendo en un ciclo de vida para Ger. Lo único que realmente lo motivaba. Pero esta semana sería diferente. Daría un gran paso. Reunió el suficiente valor a lo largo de los últimos siete días. Sólo esperaba poder manejarlo.

el chico de los CD's - santutu x unicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora