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Luego de otra larga semana de espera Germán concurre al centro comercial.
Ésta vez al horario del almuerzo porque Santiago le había dicho la semana pasada que fuera a almorzar con él.

Germán entró en el local y para su sorpresa Santiago se encontraba hablando animadamente con un chico. Se veía tan animado, como cuando hablaba con él. Él creía ser especial para Santiago, y ver que no era el único al que trataba de esa forma, de alguna manera, le dolió.

Tuvo intenciones de abandonar el lugar, irse corriendo y alejarse de toda esa escena. Pero finalmente decidió acercarse a ellos con temor. Pero Santiago no lo vio
acercarse y se dirigió al depósito.
Germán llegó hasta el chico, observándolo y éste le devolvió la mirada al verlo parado a su lado, examinándolo.

—¿Hmm? vos tenés que ser Germán –dijo con una sonrisa. Germán entreabrió su boca y apretó sus puños. ¿Cómo es que ese chico sabía su nombre? -
—Santu habló mucho sobre vos - el corazón del rizado
comenzó a latir con mucha fuerza—soy Tomás, buongiorno–se presentó extendiendo su brazo
para estrecharlo con el de Germán, pero sin obtener ninguna respuesta por parte de él –Uh perdón, me olvidé que eras tímido.

Germán no podía creerlo. Ya no se sentía mal. Él era uno de los amigos de la infancia de Santiago de los cuales él le había hablado. Pero lo más sorprendente era que le había contado sobre él. Le había dicho su nombre, que era tímido y quien sabe cuántas cosas más. Jamás creyó que hablara de él con otras personas. Al fin y al cabo, Santiago era genial, era divertido, sociable, era perfecto y él sólo era... bueno, él. No había razón para contarle a nadie sobre él, ya que él no era para nada interesante, y aún así Santiago lo había hecho.

—¡Germán!–dijo entusiasmado al ver que había llegado
en su breve viaje al depósito –me alegro de verte, bueno al parecer ya se conocieron, él es Tomi, si te saludó en italiano no le hagas caso, está todo el tiempo diciendo pelotudeces–dijo bromeando.

—¡Ey! que forro –se quejó el pelinegro. Germán sonrió.

—Acá está, es la que querés ¿no? – dijo colocando sobre el mostrador una hermosa guitarra que traía en su mano.

-Sí. Ésta es ¿no es la guitarra más hermosa que viste en tu vida? es hasta más linda que mis mancuernas.

—Sigo pensando que es mucha plata para gastarla
en una guitarra.

Germán observó entonces el papel colgando de ella con el precio escrito y abrió los ojos enormemente. Era una guitarra de la mejor marca en el mercado de la música.

—Es mi regalo de navidad, no hinches los huevos, tomá cobralo acá –dijo entregándole una tarjeta de crédito.

Mientras Santiago efectuaba la compra, el pelinegro no le quitaba la vista de encima a Germán. Quien comenzaba a incomodarse.

—Santu dijo que eras muy lindo, pero no pensé que lo dijera en serio.

Germán tomó un respiro rápido quedando helado y Santiago quedó boquiabierto sin saber que hacer. En su descuido, la tarjeta de crédito de Tomás cayó al
suelo, se agachó a recogerla y tratando de deslizarla
por el posnet para efectuar la compra. Tuvo al menos tres intentos fallidos antes de lograr pasar la tarjeta correctamente.

—Creo que alguien se puso nervioso –dijo con una
pícara sonrisa.

—Cerra el orto Tomás, tomá tu tarjeta de mierda– dijo molesto con torpes movimientos y un leve color carmín en sus mejillas. El rubio comenzó a reír con ganas.

Germán simplemente no podía creerlo. Nunca había
visto a Santiago reaccionar de esa manera. Nervioso, avergonzado, contestando de esa forma y con movimientos tan torpes. Era como él solía reaccionar,
no creyó que Santiago,  con lo confiado que era, también se sintiera así a veces.
Pero eso no era lo más importante ¿Realmente había dicho eso sobre él?. El sólo hecho de pensarlo hizo que una pequeña sonrisa se dibujara en su rostro.

el chico de los CD's - santutu x unicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora