Capítulo veintidós

172 13 0
                                    

La fiesta de celebración por la victoria es igual de ruidosa que todas las demás fiestas que se organizan cada vez que el equipo gana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La fiesta de celebración por la victoria es igual de ruidosa que todas las demás fiestas que se organizan cada vez que el equipo gana. Sin embargo, hoy se encuentra más abarrotada.

Esta vez, personas y jugadores del equipo contrario han fueron invitados debido a que tienen una buena relación con la gente de nuestra universidad. Algo extraño, sabiendo que son rivales y jóvenes hormonales que se enojan por lo más mínimo como lo es un partido, pero real. Después de todo, todos tienen un mismo objetivo; emborracharse.

Por esa razón no son solo los colores azulados los que tiñen la casa de la fraternidad de las porristas, también hay mucho rojo mezclado en el gentío.

Camino recorriendo cuidadosamente los rostros. Zack se subió al autobús donde viajan todos los del equipo cuando juegan de visitantes así que espero encontrarlo por aquí. A no ser que esté en su departamento pero no creo, no me dijo nada al respecto.

–Lilly, ven. Toma una cerveza. –Emily, con una apariencia hermosamente fuera de lo común, me sonríe. Tiene el cabello en dos trenzas, el uniforme de porrista y va maquillada con labial rojo sangre.

–Hola, Em. No, gra...

–Pues yo si la tomo. –Camille aparece a mi lado y le arrebata la botella. Da un trago, luego nos mira y sonríe–. Excelente fiesta, hay alcohol por todos lados.

–¡Hay que emborracharnos por la victoria. –Chilla la rubia.

–Tu lo haces sin necesidad de haber ganado ningún partido. –Acoto. Ella ríe ruidosamente y sus trenzas se mueven.

–Me atrapaste.

Una muchacha grita su nombre, Emily se dirige hacia ella de inmediato y se pierden entre la gente.

–Definitivamente nació para ser porrista. –Mi amiga comenta.

–Ajá.

Camille toma de su botella y luego me observa con coquetería.

–No mires pero detrás de mí está el chico de hoy a la tarde.

–¿Quien?

-El del juego. –Frunzo el ceño–. Al que le enseñé mi dedo mágico.

–Oh, claro, ese.

–Y ahora voy a esperar que se acerque a mi.

Frunzo el ceño.

–¿Cómo sabes que va a acercarse con cómo lo trataste h...? –Lo veo acercarse, abro la boca sorprendida por sus poderes de adivinar el futuro. Ella sonríe victoriosa al sentir el dedo índice del chico tocando su hombro. Se da vuelta y finge asombrarse.

–Me parece que me debes una conversación por lo grosera que fuiste. –Dice él.

–Creo que tu me debes una bebida por decirme que estaba loca. ¿Sabes que eso es lo peor que puedes decirle a una mujer?

Bésame, quiéremeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora