Capítulo 2

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El restaurante en el que quede de reunirme con la señora Greta es tal cual lo esperaba, es ese tipo de restaurantes en donde los ricos saben mostrar bien su fortuna, y cómo negarse cuando lo fino destila por todo el lugar. Vajillas de porcelana, candelabros con bellos cristales, música clásica y el mejor servicio de parte de los empleados. Un precioso lugar, sin duda, y claramente nunca podría pagármelo, pero tuve la suerte de ser invitada por ella. ¡Qué bien!

La observo con suma atención, detallando lo bien que se mantiene a pesar de su avanzada edad. Cuerpo delgado, envuelto en las ropas más finas y de temporada, peinado extravagante, maquillaje sutilmente retocado y aire de superioridad, una mujer fina, sin duda.

—Me alegro de tu llamada, creer que no lo harías —bebe el vino de su copa, mientras yo solo observo la mía. Nunca he bebido y no pienso hacerlo ahora.

—Estoy ansiosa por que me comente de qué se trata ese trabajo —jugueteo con una tirita suelta de mis jeans rotos. Me encuentro muy nerviosa.

—Es bastante complicado y yo esperando que seas buena persona y mantener lo que yo te cuente en silencio —asiento porque eso de ser "comunicativa" no me va —. Quiero que seas baby-sitter (niñera) de mi nieta.

De acuerdo, eso no me lo esperaba.

—¿Niñera? —pregunto, y ella asiente—. No me esperaba ese trabajo, a decir verdad.

Su sonrisa se borra poco a poco, no es que esté despreciando el trabajo, es que simplemente me tomó por sorpresa. Gracias a todos los santos, soy buena con los niños. Cuando vivía en el orfanato, muchas veces me tocaba cuidar a niños más pequeños y no se me daba mal. Incluso algunos me llamaban su ángel.

—¿No gustarte? —pregunta temerosa.

—Claro que me gustaría —sonríe sincera—. Es más, me encantaría. ¡Yo adoro a los niños!

Veo cómo un peso se levanta de sus hombros al escucharme.

—¡E' magnifico! (Eso es magnífico) —unas arrugas se dibujan en sus ojos al sonreír—. Yo querer contratarte para cuidar a mi pequeña nieta. Ser una bebé muy bella (hermosa).

Asiento.

—Solo tengo una pregunta —ella me escucha atenta—. ¿Y sus padres?

Ella claramente carraspea incómoda.

—Marcello, mi hijo, ser hombre ocupadísimo, un hombre difícil —habla de su hijo con amor—. No poder encargarse de la bebé tanto tiempo.

—¿Y su madre? —pregunto curiosa.

—Solo pedir un favor, Irisha, no mencionar a la madre de mi nieta —suelta con palabras firmes. Asiento un poco confundida e intrigada—. Ella no estar muerta, pero ser un punto delicado para la familia.

—No la mencionaré, descuide —no me considero una persona chismosa, pero sin duda quiero averiguar más sobre esa mujer—. ¿Por qué está confiándome el cuidar de su nieta? Soy una desconocida para usted.

Ella se acomoda en su asiento y, sobre la mesa, toma una de mis manos y la acaricia suavemente. Es como un tacto materno que jamás he tenido.

—Ser buena leyendo a las personas y yo sentir cosas increíbles. Tú transmitir algo maravilloso y confío en ti —sus palabras sin duda me sonrojan—. Además, yo estar junto a ti los primeros días para cuidar a la bebé. Yo ya estar muy vieja para hacerlo.

Ambas reímos.

—¿No debería reunirme con el padre para el trabajo? —pregunto, degustando el delicioso filete que me han traído para almorzar. No lo desaprovecharé.

Sus ojos se llenan de tristeza.

—Marcello no encontrarse bien —al parecer no encuentra las palabras indicadas para hablar—. Él ser muy intimidante y molesto. Yo informar sobre ti y conocerlo hasta que sea el tiempo adecuado.

Asiento en respuesta.

—¿Cómo es la pequeña? —pregunto entusiasmada, y así es como poco a poco comienza a relatarme un sinfín de información que debo procesar y guardar en mi casete. ¡Qué locura!

...

—¿Qué vas a hacer qué? —pregunta un muy alterado Ovidio ante el relato que acabo de darle. Sabía que no iba a tomárselo con calma.

¿Y cómo hacerlo? Si acabo de decirle que fui contratada para cuidar de la futura heredera de las empresas de vino Caruso, un sinfín de compañías por todo el país.

La señora Greta fue muy amable en ponerme al día en relación a todo sobre su familia y empresas. Fue tanta información para digerir que lo único que recuerdo es que Marcello, "mi futuro jefe", es el propietario de ese imperio de licores, compañías muy reconocidas gracias a la calidad y distinción. Me mostró pruebas necesarias para que confiara en que lo que me decía no era falso. Ella aparecía en muchas fotos, ya que anteriormente también estaba involucrada en esas empresas, pero que ya no lo estaba debido a su edad.

Yo aún sigo sin poder creerlo, trabajaré para una de las familias más influyentes de Sicilia. Me habló de los beneficios de trabajar con ellos, a lo que me lleva al sueldo. ¡Me pagarán lo suficiente para comprar la medicación de Ovidio e incluso poder pagarme mis estudios! Esas personas no se tocaron la billetera para ofrecerme esa cantidad de dinero.

Aunque claro... no todo es bueno. El único problema que encuentro es que tendré que vivir con ellos. Ovidio se quedará solo, y eso me preocupa.

—Debo irme a vivir con ellos, seré niñera 24/7 —finjo una sonrisa. Él niega rápidamente.

—No, no vas a hacerlo, querida —toma sus manos entre las mías.

—¿Crees que quiero alejarme de ti? —pregunto—. No quiero alejarme y dejarte solo, pero debo hacer esto, Ovidio. Quiero hacer esto por ti.

—Ya te he dicho que...

—Voy a hacerlo, te guste o no, y perdón por sonar grosera, pero ya tengo la edad suficiente para decidir —me siento sobre su regazo como muchas veces lo he hecho. Él me rodea con los hombros y me abraza—. Te amo demasiado, papá, y por eso mismo no puedo perderte. Vendré a visitarte cada que pueda, y tú estarás bien.

—¿En qué momento creciste tanto? —pregunta con ojos llorosos—. Aún recuerdo la primera vez que te vi, eras una niña pequeñita, delgada y muy sucia.

—Eso me ofende —intento bromear.

—Desde que tus bonitos ojos se fijaron en mí, supe que debía cuidarte. Supe que eras tú lo que tanto pedí, un amor verdadero que me enseñaría a luchar cada día con tal de hacerte feliz.

—Y soy feliz, soy feliz, papá —lágrimas de alegría se deslizan por mis mejillas—. Gracias por aceptarme, por quererme como tu hija.

—Lo eres, querida —besa mi frente—. Te amo y siempre serás mi hija. Solo prométeme que llamarás todos los días.

—Y vendré a visitarte —él asiente.

—Entonces... ¿estás lista para volar? —pregunta y sonrío.

—Estoy lista, papá.

...

Corazón Oscuro (Libro 1 de trilogía "Latidos del corazón")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora