Capitulo 23

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El horrible dolor de cabeza es lo que me obliga abrir los ojos, siento la garganta mas seca que nunca y el cuerpo mortalmente adolorido, con mucho esfuerzo miro a mi alrededor dándome cuenta de que no es mi habitación en la que me encuentro pero me tranquilizo al saber que es la de Marcello, me he quedado a dormir un par de veces así que ya me he acostumbrado.

Me he acostumbrado a sentir su cuerpo detrás del mío mientras sus manos se aferran a mi cintura con fuerza, es un sentimiento demasiado sobreprotector que me encanta, ojala despertara así todas mis mañanas.

Giro mi cuerpo un poco para observar lo pacifico que se ve durmiendo, su cabello va mas que revuelto sobre su frente, su respiración es lenta y acompasada, como si estuviera mas relajado que nunca, me encanta la forma en la que sus labios se estiran como si sonriera mientras duerme, tal vez esta soñando algo lindo.

Lo único malo de dormir con Marcello es que odia que lo despierten así que solamente me dedico a verlo e intentar recordar que ocurrió anoche.

¡Tuve mi primera borrachera! si Ovidio se entera me mata.

Cierro mis ojos y los recuerdos borrosos comienzan a llegar a mi mente:

Yo saliendo de fiesta con Ofelina, ella y yo llegando al bar, ambas bailando y riendo como nunca. También recuerdo que después de tanta insistencia finalmente le acepte un trago preparado que me puso a ver lucecitas a primeras, ya los siguiente recuerdos son mas borrosos pero los recuerdo.

¡Oh no!

Recuerdo a Marcello yendo a buscarnos muy molesto, recuerdo que se veía extremadamente caliente, recuerdo que me cargo hasta aquí y que hablamos tonterías. ¡Un momento! tengo un recuerdo mas que claro ¡dije que quería ser suya! ¿Cómo pude decirle eso? mi rostro se vuelve de color rojo al recordar mi atrevimiento ¿enserio abrí mis piernas para el? no puede ser, no vuelvo a tomar en mi vida, ojala no lo recuerde.

—Ты очень смелый ирландец (eres muy atrevida Irisha)—me digo a mi misma.

—Me gusta escucharte hablar en ruso—su voz por las mañanas es mas ronca de la normal, tanto que debilita mis piernas.

Mis ojos se pierden en su azulada mirada soñolienta, es mas que perfecto.

—Buenos días—susurro antes de dejar un beso suave sobre sus labios, el lo recibe sonriente.

—Buenos días—me responde, siento sus manos recorrer mi trasero, tan temprano y ya anda de caliente, ya me he acostumbrado a sus caricias.

—Marcello yo no recuerdo todo muy bien pero...—me interrumpe.

—¿Aun quieres ser mía?—pregunta de golpe deteniendo mi corazón, mis esperanzas de que lo olvidara se han ido.

Lo miro aterrada.

—Yo ehhh—trato de hablar pero me es imposible.

—Sabia que anoche no hablabas enserio—dice sin dejar de mirarme.

¿Sera que lo quiero? joder claro que quiero, es solo que soy muy tímida porque yo no se nada del tema mientras que Marcello ha de ser un experto, no quiero que se decepcione de mi, creo que debo hablarle con la verdad.

—Claro que quiero amor es solo que—lo miro nerviosa—, no se nada de eso y me muero de la vergüenza contigo, solo soy una niña a la par tuya y no quiero que te decepciones de mi.

Suavemente acaricia mi mejilla dejando un candente beso sobre mis labios, me mira con ternura.

—¿Me deseas?—pregunta.

—Claro que te deseo—digo con seguridad, el sonríe.

—Eso es suficiente para mi—es lo único que dice antes de comenzar a besarme con decisión y deseo.

Corazón Oscuro (Libro 1 de trilogía "Latidos del corazón")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora