Capitulo 6

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Narrado por Marcello

Tomo entre mis manos el cuadro sobre mi escritorio y lo observo con dolor y furia a la vez. Observo la felicidad que se presenta en esa fotografía, de la cual hoy ya no queda nada.

La puerta se abre de golpe, y miro con furia a la persona que entra.

—¿Otra vez viendo esa fotografía, Marcello? —pregunta Lorenzo al entrar a mi oficina sin mi consentimiento—. No me gusta que te sigas lastimando.

—No me estoy lastimando —miento, colocando el cuadro de nuevo en su lugar.

—Marcello, ya pasó más de medio año y te veo más perdido que nunca —Sus palabras no me importan, así que lo ignoro mientras escribo en mi computador—. Por más que me ignores, sabes que te estoy diciendo la verdad. Es momento de superarlo.

—Estoy cansado de que todo el puto mundo me diga qué hacer, Lorenzo —suelto, molesto—. Es fácil decir la palabra "superar", pero no es fácil llevar la acción a cabo, más cuando yo tuve la culpa de todo.

—¿Cómo estás seguro de eso? —pregunta serio—. ¿En serio fue tu culpa?

Bufo, molesto.

—Es la única explicación que encuentro —suelto, resignado y con dolor—. ¿Por qué, Lorenzo? ¿Por qué cuando creí que mi vida era perfecta?

—Ninguna vida es perfecta, Marcello, y debes aprender eso. Tu vida era buena, y lo confirmo, pero no todo va a ser fácil y lo sabes.

—Duele —digo, sintiendo el dolor en mi pecho—. Mi pecho arde cada vez que lo pienso. Siento culpabilidad y me odio porque no soy el único que está pagando las consecuencias. Estoy siendo un maldito con mi figlia (hija).

—Sí, eres un maldito, porque esa hermosa niña no tiene la culpa de nada. Ella es lo más valioso que tienes, ¿lo sabes, no? —No le respondo, y eso le molesta—. ¿Chiara es lo más valioso, verdad?

—Lo es —respondo—. Es solo que... me recuerda...

—Y llegamos al mismo punto —suelta, exasperado—. ¡Ya basta, Marcello! Te estás perdiendo. ¿Has visto las ventas de los últimos meses? Han bajado porque no estás trabajando con eficiencia, y si el jefe falla, toda la empresa lo hace. Y no es solo aquí, porque te apuesto a que en tu casa ni siquiera eres capaz de cargar a tu hija por ese estúpido sentimiento.

—Ya no sé qué hacer —digo.

—Avanza, Marcello. Por favor, hazlo, porque no soy feliz al ver a mi mejor amigo derrumbarse —Sonrío sin ganas—. ¿Sabes lo mucho que me prende tu sonrisa?

Ruedo los ojos.

—A ti te prende todo —digo, dejando el tema de lado.

—No es mi culpa que seas demasiado bellisimo (hermoso) —Se encoge de hombros—. Deberíamos ir de copas un día de estos. Juntarme contigo ya me está haciendo sentir viejo.

—Entonces no te me acerques.

—¡Jamás! —exagera su voz—. ¿Cómo está Greta? Tengo tiempo de no pasar a verla.

—Más viva que nunca. Está mejorando su español. Creo que lo hace para comunicarse mejor con Ofelina e Irisha.

—¡Alto! —me mira curioso—. ¿Quién es Irisha?

—Es la nueva niñera de Chiara —digo, pensando en esa chica—. Es insoportable.

—¿Chica?

—Tiene 18 años. —No soy ningún tonto para no investigar quién es la mujer que cuida de mi hija. Irisha está limpia. Es rusa y fue adoptada por un italiano hace algunos años.

Corazón Oscuro (Libro 1 de trilogía "Latidos del corazón")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora