37 ¿Quién es Edmond?

52 15 9
                                    

∘◦༺ L O H A N E ༻◦2 años después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

∘◦༺ L O H A N E ༻◦
2 años después

Sigo viva, y aquí estoy, en una mañana de verano, sudando bajo las sábanas en un cuarto caldeado por el calor del verano.

Pronto regresaré a Fresno para pasar las vacaciones con mi familia, una idea que trae consigo varios indicios de una visita por parte de la ansiedad.

Me incorporo lentamente, sintiendo el pegajoso sudor cubrir mi piel. Cada movimiento se siente pesado y lento, como si el aire caliente y húmedo actuara en mi contra. Deslizo mis pies sobre el suelo de madera y me levanto de la cama. Buscando alivio, me quedo de cuclillas frente al ventilador, disfrutando de su brisa, aunque fuera limitada.

Oigo un golpe suave contra la puerta y la voz de Sarah se escucha desde el otro lado:

—¿Puedo pasar? —dice con la voz distorsionada, como si tuviera algo dentro de la boca.

—Adelante —respondo, sin apartar la vista del ventilador.

Sarah entra, equilibrando dos vasos de jugo de naranja y un paquete de galletas saladas atrapado entre los dientes. Se sienta en el suelo de madera frente a mí, colocando los vasos entre nosotras. El ventilador nos alcanza a ambas a duras penas.

—La alacena está casi vacía, así que el lunes haré algunas compras —dice, soltando un bufido ligero mientras me ofrece el jugo—. ¿Me dejarás el dinero del alquiler en la mesa?

—Sí, no te preocupes —contesto, tomando el vaso y bebiendo un sorbo. El jugo está asquerosamente ácido.

Nos quedamos en silencio, compartiendo las galletas y el jugo, mientras el ventilador zumba suavemente.

Estoy algo ausente, perdida en un océano de imágenes borrosas. Miro hacia el balcón, donde las cortinas ondean ligeramente con el viento que apenas logra entrar desde el balcón. No puedo dejar de pensar en el hombre que había visto en mis sueños la noche anterior. Su voz me resultaba tan familiar, pero ahora, despierta, soy incapaz de acordarme de sus palabras. Es como si una parte de mi memoria estuviera pereciendo, dejándome con una sensación de inquietud.

—¿Estás bien? —pregunta Sarah, rompiendo el silencio y mirándome con el entrecejo fruncido.

Volteo a verla, ella permanece quieta, con su cabello castaño sujeto en un moño despeinado y sus pronunciadas ojeras evidenciando que no le resultó nada fácil salvar este semestre de la universidad.

—Sí. Estaba pensando —respondo, tratando de sonreír, aunque mi mente sigue aferrada a la imagen borrosa del sueño.

—¿En qué?

—Nada muy importante.

El rostro del hombre, susurrando palabras que ya no puedo escuchar, persiste en mi mente. Hay algo en él, una sensación de déjà vu, de haberlo conocido en algún lugar, en algún tiempo. Pero esos recuerdos están tan lejanos y difusos que parecen más un eco de una vida pasada que una memoria real.

Adiós, extraño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora