-¿Porque siempre haces eso?
-¿Qué?- Mire sus ojos verdes.
-Eso, arrugar la nariz cuando sonríes- Dijo tocando la punta de mi nariz. Reí -Lo ves- Sonrió mirandome con ternura para después darme un corto beso.
Le sonreí y mire a los cisnes que nadaban en el lago. Su reflejo sobre el agua creaban un hermoso efecto. Los pájaros cantaban mientras iban de un lado al otro sobre el cielo. Mire todo el parque, chicos haciendo trucos en su skate, muchos sumergidos en un libro sentados en bancas o bajo la sombra de un árbol, niños en los juegos con sus padres, reían.
Era simplemente hermoso.
Centré mi vista en una pareja mayor sentados del otro lado del lago. Ambos mantenían sus manos unidad mientras alimentaban a los cisnes con migajas de pan. Se veían felices... como si supieran que ese es el lugar a donde pertenecen.
Lo mire y una sonrisa se dibujaba en sus labios mientras veía como unos niños se reían en los columpios.
Sintió que lo estaba mirando y volteó regalandome una hermosa sonrisa y sin más lo dije. Porque, como la pareja del otro lado del lago, aquí entre los brazos de Chris es donde pertenezco.
-Te amo.
Desperté y aún seguía atada a esta estúpida silla. Moví la cabeza y de inmediato me arrepentí. Un dolor agudo se extendió desde mi cuello hasta toda mi espina dorsal.
Dormir en una silla semana y media cobra una alta factura a mis articulaciones. Preferiría dormir en el pedazo de colchon lleno de polvo de nuevo, que pasar una noche más en esta incomoda silla.
Troné mis huesos y me perdí en la oscuridad del lugar en donde sea que esté.
Ese sueño otra vez. ¿Es posible soñar exactamente lo mismo durante una semana? Pues yo creo que sí y espero que algún día se haga realidad.
Ojala los chicos hayan tomado la decisión de avisar a la policía sobre esto y no sean tan idiotas de venir ellos solos.
Conociendo a Charlie se que lo haría como último recurso, pero lo haría.
Cameron... no sé. Es demasiado preventivo, pero no dejaría que Charlie viniera sola. De eso estoy segura.
(...)
-¡NO FIRMARE NADA!- Grite con voz rasposa. Otro golpe.
-Debes hacerlo, cariño- Dijo Margaret mientras limaba sus uñas- Haci acabaremos más rápido con esto.
Aparte el cabello empapado de sudor de mi cara y la fulmine con la mirada. Odio a esa maldita mujer.
Escupí un poco de sangre a un lado y mire a Peter en una esquina de la habitación... mirando.
¿Como pueden existir personas tan malditas?
Uno de los matones que me golpeaban apreto mi rostro para que viera hacía el frente.
Cerre los ojos con fuerza tratando de amortiguar el dolor que causan los moretones en mis mejillas y mi labio roto cuando estrujaba mi cara.
-Abre los ojos, perra- Exige el mastodonte.
Los abro y lo primero que veo es la sonrisa de satisfacción de esa bruja.
-Con tenerme aquí, usando a tus ratas para golpearme- Hago una pausa para buscar mi voz después de días sin probar gota de agua- Crees que voy a firmar eso, estás muy equivocada- La mire a los ojos -Primero tendrás que matarme.
Una mueca de disgusto se instaló en su cara y se acerco a grandes pasos hasta mí. Tuve que levantar la mirada.
Estrello su huesuda mano contra mi cara. Mordí mi labio reteniendo las lágrimas.
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Protección de testigos.
RandomUn aclaramiento de garganta me trajo de vuelta de mis pensamientos, y me di cuenta de que los policías ya estaban frente a mi. -Joven, ¿usted fue testigo del asesinato?- Preguntó el que, según su placa, era apellido Cardenas. -Si, ¿porque?- Contesté...