Capitulo 6

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-Al fin- Suspire, dejando las maletas en el piso.

-Hey, ten cuidado- Me regaño por dejar caer las maletas al duro suelo -Llevo cosas importantes ahí.

Rodé los ojos y me acerque a mi puerta, que resulta estar enfrente de la suya.

-¿Abajo, en 20 minutos?- Pregunte. Asintió mientras introducía la llave en la cerradura de su nuevo apartamento y cerré la puerta tras de mí.

(...)

Llevaba casi 30 minutos esperando a Lucas en la recepción y nada que aparecía. Y para empeorar las cosas me volvía a doler la nariz.

¿Por qué tardara tanto? Me preguntaba una y otra vez. Ni yo tarde tanto cambiándome. Y eso que fue un dolor ponerme la blusa sin rozar mi nariz una y otra vez y hasta me comí una manzana, ya que, sentía cierta hambre por no comer desde que salí del trabajo.

Por otro lado... mejor si no aparecía, así, no me arriesgo a encontrarme a Peter y con Lucas a mi lado... podría pasarle algo y seria mi culpa por hacerle caso e ir al hospital esta hora, además es mi asusto no de él.

Me levante de la banca de madera que tenía cojines encima para hacerla mas cómoda y no funcionaba porque eran cojines usados que algunos inquilinos donaron y no tenían nada de relleno. Y me dirigí hacia las escaleras pensando en la excusa perfecta para convencer a mi nuevo vecino de que puedo ir a urgencias mañana.

Estaba tan sumergida en mis pensamientos que, otra vez, me tropecé con algo que estaba en el suelo, ¿Qué acaso no hay otro lugar donde la gente pueda dejar sus porquerías que no fuera en el suelo? Iba a caer, me golpearía otra vez la nariz y quedaría deforme de por vida. Pero en vez de eso choque con la espalda de alguien haciendo que ambos cayéramos al piso. Gracias al cielo no me golpee contra este, pero no podía decir lo mismo de mi amortiguador.

Como la primera vez, me voltee para ver con que me tropecé y...

¿Otra jodida maleta? ¿Enserio?

-Perdón, pero no eres peso pluma- Recordé que estaba en sima de alguien.

-Lo siento- Dije mientras me ponía de pie -Pero tú tienes la culpa- Esta vez sí que no fue mi culpa - ¿Por qué dejas tus maletas en medio pasillo, donde alguien puede tropezar con ellas?- Le reclame mientras se levantada del piso, de espaldas a mí.

-¿Mi culpa?- Se dio media vuelta para verme.

Oh Santo Señor de la Lindura.

¿Cómo pueden existir personas tan bellas en este mundo?

Debería ser un delito.

El chico, muy atractivo, frente a mí era alto, más o menos una cabeza más alto que yo, tez blanca, pelo corto y castaño y unos ojos verdes que me miraban con molestia, pero que al encontrar los míos como platos mirándolo de arriba a abajo, su mirada cambio por una burlona y una sonrisa ladeada en su rostro.

Fruncí el ceño y volví a la realidad.

-S-si- Aclare mi garganta y lo mire seria -Si tú culpa- Dije recordando su incrédula pregunta.

Agrando su sonrisa ante mi tartamudeo, pero de inmediato la borro y frunció el ceño, llevo su mano hasta su nariz y la retiro rápidamente, igual que yo lo hice.

-Te rompiste la nariz- Le confirme. Me miro -Y tienes una herida abierta en el puente- Repetí las palabras de que Lucas me dijo a mí.

-No me digas- Dijo haciendo su cabeza hacia atrás.

Lo mire molesta por su tono sarcástico.

-¡Oye!- Casi grite. Me volvió a mirar. Lo que tiene de bello lo tiene de idiota - Eso no es mi culpa- Señale su nariz.

Protección de testigos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora