Capitulo 5

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Estoy en el gimnasio, más específicamente golpeando un saco de boxeo.

De alguna manera tenía que sacar toda la frustración de mí. Y que mejor forma que imaginando que el saco es la cara de Peter.

Casi siempre estoy en el saco pero a veces llego muy cansada del trabajo, créanme ser cajera no es fácil, así que, esos días me la paso en la caminadora.

Pare para buscar mi botella de agua y mientras abro mi bolso, me doy cuenta de que solo quedamos yo y unos hombres asiendo pesas.

Busco mi celular rápidamente y cuando veo la hora abro los ojos como platos.

¡Mierda!

¡10:45 de la noche!

Lo aventé al bolso otra vez me quite los guantes lo más rápido que pude, los colgué con los otros que el lugar ofrecía para practicar el deporte.

Me daba asco. Tenían sudor de otras personas. Pero no me quedaba de otra no podía darme el lujo de comprar unos solo para mí, eran demasiado caros como para poder costearlos ahora, pero ya estaba ahorrando para eso.

También me quite las cintas blancas y las tire al bolso. Lo colgué en mi hombro y salí del local prácticamente corriendo.

Ni siquiera me cambie. Espero no enfermarme por el cambio de temperatura, ya que, solo llevo una bufanda, que me puse mientras corría, y ropa deportiva, y la noche está realmente fría. Ni tampoco tener problemas con "cara de limón" mañana por no firmar la salida.

Esa vieja me odia tanto que lo más seguro es que me va a echar de ahí con la excusa de que "es obligatorio firmar su salida y entrada para comprobar que cumpla con las horas pagadas".

Aja.

Y los oficinistas jóvenes, que no están tan mal, no les dicen nada por quedarse de más e irse a la hora que se les dé la gana. Se le nota a kilómetros lo pedófila que la vuelven sus gatos.

Egh.

Sus sonrisitas coquetas y las miradas descaradas a los cuerpos de los hombres jóvenes. Y claro ellos no lo desaprovechan. Le siguen la corriente para que no les cobre las horas extras y cuando salen del lugar hacen cara de asco y hacen como si tuvieran escalofríos.

Cuando note eso, la primera vez, me molestaron sus artimañas sucias para ahorrarse dinero, pero al ver sus caras cuando salían no pude aguantar las risas por lo que hacían. Y además del asco que les causaba la vieja, se giraban y le daban la sonrisa más falsa que he visto en mi vida y ella agitaba su mano en signo de despedida. Cuando ellos empezaban a caminar, cambiaban su falsa sonrisa por una mueca de asco otra vez. Y yo estaba, ya casi ahogándome con mi propia risa.

Una pequeña carcajada salió de mí al recordar la escena, pero paro cuando casi me di de bruces contra el suelo por ir corriendo y tropezarme con un bote de basura.

Me recompuse mire a los lados para verificar que las pocas personas que pasaban por aquí no me hayan visto. Colgué mi bolso, que casi salió volando, de nuevo en mi hombro y seguí corriendo.

Muy bien.

Se preguntaran ¿Por qué está corriendo como una loca?

Bueno, desde el segundo encuentro con Peter, eh estado evitando exponerme demasiado, ósea, no salir de noche y salir solo en las horas pico de la ciudad.

Ese encuentro no lo pase por alto, sin embargo no les dije nada de lo sucedido a los policías en sus visitas semanales para verificar que todo esté bien en el departamento y sus insistentes preguntas sobre aquello que no les dije.

Protección de testigos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora