Parte 5: La hora del café.

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Tomé la medicina que me dio el médico y le puse unas cuantas gotas a su taza de café, estaba tan molesto que no conté la cantidad

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Tomé la medicina que me dio el médico y le puse unas cuantas gotas a su taza de café, estaba tan molesto que no conté la cantidad.

No sé cómo, pero pude verme tranquilo cuando llevaba las tazas de café o bueno, eso quiero creer, su rostro no se veía incómodo ni nada por el estilo, le di la taza y le dije que no se preocupara por lo que hizo, al fin y al cabo, era mejor que le dieran la oportunidad a alguien más, así como lo habían hecho en el pasado conmigo.

Se le iluminó su rostro después de escuchar eso y le dio el primero sorbo al café. Me dijo: "Está delicioso, ¿de dónde es?" Le dije que era de un café que me gusta mucho y en la casa lo preparo de una forma especial.

Lo estuvo alagando a medida que se lo iba terminando. Cuando se lo terminó eran las 21:30 hrs. Dijo que ya tenía que irse, porque al día siguiente tenía que ir a trabajar, y en eso estaba de acuerdo, esperaba que en el trayecto de regreso se quedara dormido y tuviera un accidente automovilístico.

Se levantó de la silla, se despidió de mano, y cuando estaba por salir de la casa justo en la puerta dijo que se sentía raro, que los ojos los sentía muy pesados, bostezó y cayó tendido al suelo. 

Rápido lo levanté y lo senté nuevamente en el sofá, me senté en el sillón de frente a él y me le quedé viendo

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Rápido lo levanté y lo senté nuevamente en el sofá, me senté en el sillón de frente a él y me le quedé viendo. Estaba perdidamente dormido, se veía tan tranquilo después de todo lo que me dijo. Me repugnaba de solo ver su rostro. 

Me levanté y me acerqué a él. En ese momento se me vino una imagen en la mente, no quería que saliera de mi casa, no así. Surgió un impulso, un impulso que jamás había experimentado. Y al verlo aumentaba más y más, estaba tan enojado, tan furioso, tan encabronado. 

El impulso, el impulso me consumió. Tomé su cuello entre mis manos con fuerza, mientras lo estrangulaba lentamente, sentía la necesidad de apretar cada vez más y más su cuello, por un momento abrió los ojos y podía ver en su mirada la desesperación, la agonía y eso... Eso no me detuvo. 

Lo estrangulé fuerte, cada vez más fuerte. Hasta que... Hasta que...

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