𝐂ᴴᴬᴾᵀᴱᴿ ᶠᴵⱽᴱ

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— ¡Suéltenme, malditos hijos de la gran puta! ¡Suéltenme!

JiMmy en serio que no podía creer la osadía que esos imbéciles estaban teniendo como para agarrarlo cual muñeco de trapo o como si no supieran que él era el hijo de Park YajaTzael, del hombre que podía arrancarles la cabeza en menos cinco segundos. No podía solamente entender cómo es que tan siquiera tuvieron los huevos para agarrarlo entre dos hombres y llevárselo a la fuerza quien sabe a dónde, sin importar sus forcejeos o gritos endemoniados.

— ¡Los voy a matar, malditos!

— Señor Min, tenemos a un intruso.

Las puertas de lo que parecía ser un despacho fueron abiertas y a quien pudo ver antes de ser soltado bruscamente; fue a YoonGi con una mujer sentada en sus piernas. Luego de que, básicamente, cayó al piso por la brutalidad de esos hombres, YoonGi quitó a la mujer de sus piernas y enojado lo miró, porque no entendía qué hacía ahí y por qué había estado haciendo tanto escándalo cuando odiaba el ruido a muerte.

— ¿Qué hacemos con él, jefe?

— Váyanse.

— ¿Yo...?

— Sí, principalmente tú, preciosa.

La tipa que había estado en sus piernas le encendió el cigarro antes de salir junto a sus hombres y dejarlo solamente con el rebelde de JiMmy. Entonces se puso de pie, en silencio se acercó para buscar una explicación del porqué ese chico estaba en su casa y cómo es que logró escabullirse con tanta seguridad que había. Definitivamente, tendría que matar a los de seguridad y contratar a unos nuevos.

— ¿Qué haces aquí, chico?

Fumando quedó frente al menor, le hizo un ademán con la mano para que se pusiera de pie y explicara lo que le había preguntado, sin embargo, siendo tan rebelde el chico no quiso hacerle caso por un simple motivo y era porque le había desagradado por completo el haberlo visto con una mujer. Claramente, él para juegos tontos no estaba, tenía muchas cosas que hacer y JiMmy no le haría perder el tiempo, es por eso que lo agarró del cabello y tosco lo obligó a que se pusiera de pie.

— Te hice una pregunta y quiero que respondas.

No soltó a JiMmy para nada, más bien reafirmó el agarre con más fuerza, pues lo había acercado en su totalidad para sacarle las palabras por las malas una vez se dio cuenta de que no lo haría por las buenas. JiMmy entonces buscó soltarse entre gruñidos por su atrevimiento, pero lo único que pudo conseguir era que el cogiera rabia por sus juegos estúpidos y que terminara empujándolo contra la pared hasta dejarlo preso.

— No me hagas enojar, mocoso. Habla de una maldita vez.

— Suéltame.

— Suéltate.

De sus atractivos labios surcó una sonrisa llena de burla, porque es que le parecía sumamente divertido ver cómo JiMmy trataba de soltarse y no podía, el cómo lo maldecía mientras intentaba darle más de algún golpe que terminaba esquivando. Lo que pasa es que ese mocoso creía que podría con él o que podría fácilmente someterlo cuando eso estaba muy lejos de pasar y fue algo que dejó claro cuando el agarre, el que alguna vez estuvo en ese lacio cabello, se fue ahora al mentón para darle su debida fuerza y reírse de esos quejidos de dolor.

— ¿Quién era esa mujer? ¿Una más de tus putas?

— No tengo por qué darte explicaciones de mi vida. ¿Quién te crees? ¿Ahora te crees mucho porque me has dado tu culo? — Cuestionó — No seas ingenuo, niño. No suelo darle explicaciones a simples polvillos y a simple diversión, como que no es lo mío, ¿entiendes?

𝐈ᴺᴴᵁᴹᴬᴺ. (ᴛʀɪʟʟɪᴢᴏs ᴘᴀʀᴋ x ʏᴏᴏɴɢɪ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora