𝐂ᴴᴬᴾᵀᴱᴿ ˢᴵˣᵀᴱᴱᴺ

119 17 5
                                    

— Te llevaré a casa. Te lo mereces.

JimDae se terminó de poner el cinturón con una sonrisa tan maldita, tan satisfecha por haber tenido a Zael hace apenas unos minutos atrás, en donde le hizo las cosas que hace tiempo no había podido hacerle porque se le había escondido muy bien. Y puede decir que terminó de buenas porque ese tipo no forcejeó como las veces anteriores, tampoco le dio alguna suplica y mucho menos lloró por lo alto, entonces se portó bien para él y por ello su excelente humor.

— Eres tan bueno que a veces hasta me dan ganas de pagarte.

Zael, desde un rincón de esa pequeña habitación, sintió un asco y lástima por sí mismo, una repugnancia de su cuerpo y un odio por tener que llamar siempre la atención ante sus supuestas curvas y buenas proporciones que nunca ha logrado ver en un espejo, mucho menos ahora que se sentía denigrado, humillado y asqueroso, un asco y una repulsión que ni el agua con jabón podía quitar. Solamente pensaba en qué error cometió como para que tres hombres se hayan obsesionado con hacerle tanto daño.

Estaba tan cansado, había intentado suicidarse como el cobarde que era y así evitar más daño, pero YoonGi logró encontrarlo antes de que sus muñecas cortadas perdieran más sangre. Eso fue en la madrugada de ese día, en la mañana los hombres de YoonGi lo golpearon como castigo que ese tipo ordenó, en la tarde YajaTzael abusó una vez más de él y lo terminó golpeando dos veces. Entonces, cuando creyó que ya era el final, JimDae lo encontró y lo secuestró, lo golpeó, abusó de él y lo volvió a golpear.

Absolutamente todo el cuerpo le dolía, sentía que necesitaba con urgencia ir al hospital a que lo atendieran, pues no había un solo rincón que no tuviera un moretón, una marca o una seña. Por sus costillas jodidamente rotas, no podía respirar tan rápido ni tan fuerte, las piernas le dolían mucho, tenía la espalda reventada por tanto fajón y tenía marcas de quemaduras en el pecho gracias a JimDae, pues le había puesto la punta de un cigarro encendido varias veces. Además, su parte trasera estaba desgarrada en su totalidad, sus mejillas tenían rasguños y sus pómulos estaban con moretones.

Lo que más le dolía de todo no era en sí los golpes, sino que no sabía qué le iba a decir a su hija cuando ella le preguntara nuevamente por qué llegaba golpeado y quién lo hacía. Y tenía tanto miedo por ella, miedo de que alguno de esos tres tipos le hicieran algo malo en su ausencia y presencia, algo de lo que no pudiera defenderla. Necesitaba llevársela lejos, a un lugar en donde no pudiera ser encontrada por esos monstruos, porque si algo le pasaba a esa niña en manos de ellos, jamás se lo iba a perdonar y entonces su vida perdería todo el sentido.

— Vámonos.

Tardó más de diez minutos en ponerse la ropa debido a todo el dolor en su cuerpo, porque habían ciertas extremidades que no podía mover bien, pero eso no pareció ser importante para JimDae en el momento en el que lo agarró bruscamente del brazo y se lo llevó a fuerza hacia afuera de esa habitación. Lo estaba haciendo caminar rápido cuando sus piernas dolían y cada paso era como clavos ensartándose en sus muslos, como golpes con bates o hierros que lo dejaban mal.

— No tan rápido, es que... me-me duele...

— Así que aquí estabas.

Mierda.

Empezó a sentirse muy asustado en cuanto unas camionetas se estacionaron cerca y que de una de ellas salía YajaTzael con una cara no muy alegre. Ante su presencia, JimDae lo sujetó fuertemente del brazo y lo apegó mientras sacaba el arma con la seguridad de disparar a matar si YajaTzael hacía uno de sus juegos sucios. Y ahora se preguntaba a quién le tenía más miedo ahí o qué haría si había un enfrentamiento en el que él estaría en medio.

— Pero por supuesto que aquí estaba, con su dueño, con su hombre.

— Las perras no tienen dueño, hermano, no te creas mucho de él. Tú lo dejaste, yo lo agarré.

𝐈ᴺᴴᵁᴹᴬᴺ. (ᴛʀɪʟʟɪᴢᴏs ᴘᴀʀᴋ x ʏᴏᴏɴɢɪ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora