Seis meses después...
— ¡Tardé horas en alisarme el cabello, JiMin-Ah! ¡JiMin-Ah, no nos desconozcamos!
— ¡Pantalla!
— ¡Ji-JiMin-Ah!
Por salvar su valiosa vida de un nefasto expulsa energía, JiMmy hizo el mal intento de correr contra el agua de mar para salir de ahí y escapar de JiMin en busca de ya dejar de ser un víctima más, pero entonces JiMin logró hacerle la pantalla y se le lanzó sobre la espalda con tanta fuerza que al final los dos terminaron hundiéndose bajo toda el agua fresca y deliciosa. Aunque, de su parte, sintió mucha lástima por el alisado que se había hecho en el cabello y del cual se tardó horas en hacerse, y todo para que JiMin lo haya arruinado por su amor a la playa. Todo porque había querido que los dos se hundieran o más bien como venganza porque al fin de cuentas él empezó el juego, pero es que no había creído que JiMin daría a relucir su lado vengativo.
— Listo. Me rindo, ¡JiMin-Ah! ¡JiMin-Ah, cálmate! ¡No te desconozcas!
— ¡La playa es divina!
A pesar de que su perfecto alisado se echó a perder por completo y que de seguro se le iban a formar rulitos locos, sinceramente que estaba ahogándose de la carcajada que se estaba pegando junto con JiMin y todo porque parecían haber entrado en una batalla de ver quién salpicaba más agua a su oponente; haciendo tal juego mientras caminaban hacia afuera del agua con fines de descansar un poco luego de ya estar hace mucho tiempo dentro. Pero el punto es que los dos estaban siendo el claro sinónimo de felicidad y alegría, como si por fin habían encontrado la libertad que no pudieron tener en años o como sin miedo a salir y exponerse justo como eran; solo dos chicos tratando de vivir la vida al máximo.
— La playa está vacía, ¿no lo crees?
— ¿No será porque está anocheciendo, tonto?
— Tal vez.
En efecto, ya estaban dando para las siete de la noche y era increíble que ellos estuvieran dentro del agua ya tan tarde cuando se podría fácilmente disfrutar en la mañana, pero es que sentían que estar ahí a esa hora era la cosa más preciosa de vivir y de sentir, porque tenían ese sentimiento de libertad y de felicidad que en el día no lograban sentir. Tal vez porque la luna era una buena confidente o porque había mucha paz cuando el sol no estaba, lo único que sabían es que no había cosa más hermosa que ellos dos juntos tomados de la mano y en la playa; como tanto JiMin lo había prometido.
— Hay luna llena y nos sigue.
— Ella no nos sigue.
— Tienes razón. Nosotros la seguimos a ella.
— Tienes mucha imaginación, JiMin. Deja de leer tantos libros, por favor.
JiMmy renegó con diversión, sonriente miró que JiMin corría hacia adelante para agacharse como niño pequeño y empezar a recoger las diversas conchitas marinas que habían en la arena; como las que tenían forma de caracol o las de forma de corazón. Y para él, ver a su hermano tan risueño y feliz mientras recogía esas cosas con tanta inocencia, fue lo más precioso que pudo apreciar en la vida y lo fue porque resulta que JiMin no era ese chico aburrido o amargado que tanto creyó, sino que era un chico dulce y risueño que se la pasaba riendo hasta de lo más tonto y sonriendo por las cosas más simples. Gracias a eso es que supo que, aunque lo perdió absolutamente todo y que enterrar a toda su familia fue lo más doloroso nunca antes visto, tener a JiMin con él lo hacia sonreír con sinceridad, con verdadero amor y felicidad.
— JiMmy, dame tus manos.
— ¿Y para qué vamos a llevar todo eso?
— ¿Sabes cuántas cosas bonitas se pueden hacer con estas cositas? Mucho.
— ¿Sí? A ver, hazme dinero.
— ¡No eso, JiMmy-Ah! Solo dame tus manos.
Sí. Solo eran ellos dos en esa playa, a las siete de la noche y en medio de la luna que los veía desde el cielo, sonriendo orgullosa porque jamás se dieron por vencido y porque lucharon hasta el último segundo para ser libres. Y cumplieron la promesa, fueron a la playa y ahora vivían cerca de una para viajar todas las noches en busca de hacerle honor a la memoria del chico que los hizo trillizos durante muchos años. Y eran felices y eran estables mutuamente, porque los dos habían cambiado por completo luego de ese catastrófico día, porque habían querido tener una vida nueva y diferente; alejados del lugar que los tuvo presos.
— Vamos, JiMmy. Es hora de ir a dormir.
Los dos empezaron rumbo a la salida de la playa mientras que entre sus manos llevaban muchas conchitas preciosas, riéndose y jugando en todo el camino de regreso a casa; bromeando y divirtiéndose ellos dos solamente. Porque estaban aprendiendo a ser ellos dos solamente, estaban aprendiendo a ser mutuos y a amar la pequeña familia que eran; la única que logró quedar después de esa masacre de la que, desafortunadamente, nunca podrían olvidar más allá de superar. Pero estaba bien al final, porque aprendieron muchas cosas en el camino que siempre tendrían presente, como que una persona podía hacer cosas inimaginables por amor y no precisamente por ese amor romántico, sino por el de hermandad.
— ¿Sabes a dónde quiero ir mañana, JiMmy?
— ¿A dónde?
— A la firma de autógrafos de mi autor favorito. ¿Me acompañas?
— Sabes que sí.
Sin importar que algunas conchitas marinas se cayeran, JiMmy acercó su mano a la de JiMin para tomarla, entrelazarlas entre sí e ir caminando por la playa tomados de la mano, con una sonrisa y un brillo en los ojos que no demostraba más que todo el amor que se tenían y del cual se intensificaba a cada día. Es que los dos sabían muy bien que nunca se iban a soltar o dejar, pues el amor de hermanos era sencillamente inquebrantable y nadie jamás podría romperlo. Porque pasaron por muchas tormentas, por muchas tempestades y por muchas pruebas, pero ahí seguían; juntos y agarrados de la mano.
— JiMin-Ah.
— ¿Qué pasó?
— Te amo y te amaré en cada vida que tengamos.
— Entonces yo te amaré todavía más.
Fue una promesa por el tatuaje hecho con una nítida tinta blanca.
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𝐈ᴺᴴᵁᴹᴬᴺ. (ᴛʀɪʟʟɪᴢᴏs ᴘᴀʀᴋ x ʏᴏᴏɴɢɪ)
Hayran Kurguᴍɪɴ ʏᴏᴏɴɢɪ sᴇ ᴏʙsᴇsɪᴏɴó ᴄᴏɴ ᴛʀᴇs ʜᴇʀᴍᴀɴᴏs ᴇ ʜɪᴢᴏ ʏ ᴅᴇsʜɪᴢᴏ ᴄᴏɴ ᴅᴏs ᴅᴇ ᴇʟʟᴏs. ʏ ᴅᴇᴄɪᴅɪó ʜᴀᴄᴇʀsᴇ ᴇʟ ɪɴʜᴜᴍᴀɴᴏ ᴍás ᴠɪʟ ᴄᴜᴀɴᴅᴏ ᴇʟ úʟᴛɪᴍᴏ ʜᴇʀᴍᴀɴᴏ sᴇ ᴀᴛʀᴇᴠɪó ᴀ ʀᴇᴄʜᴀᴢᴀʀʟᴏ.