𝐂ᴴᴬᴾᵀᴱᴿ ᴱᴵᴳᴴᵀ

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— Aquí tiene.

— Gracias, señorita. Pase buen día.

— Usted igual.

JiMin le sonrió a la chica que lo atendió y fue una sonrisa de pómulos rosados y ojitos en forma de medias lunas, porque estaba muy agradecido por haberle llevado ese delicioso helado y por haberse portado tan amable con él. Además, el helado era una de las cosas que más lo hacían sonreír de felicidad, ya que en serio lo amaba desde que era un bebé con más mejillas que cara, según su papá.

— Uh, es tan delicioso. Me encanta.

El helado de napolitano estaba tan rico que hasta podría llorar tan solo de la emoción de poder disfrutarlo, además, amaba el lugar en donde estaba, porque era un lugar simple y callado, con árboles y flores alrededor. Amaba mucho la tranquilidad y amaba más estar solo, disfrutar de su propia compañía, sin soportar a gente molesta que solo se la pasaban criticando hasta el color de calcetas que uno llevaba puestas.

— Hola...

Mientras se metía a la boca una gran bola de helado con la cuchara, enredó el pie entre la pata de la silla que tenía en frente y entonces la empujó hacia el lado izquierdo para que Min YoonGi no se sentara en ella y más bien se sentara en el piso. Ya era una maña hacer eso cada vez que ese tipo intentaba acercarse a él con esas tontas sonrisas coquetas que tanto fastidio le daban, porque en realidad se mostraba más patético que simpático.

— ¿En serio?

— Con usted la paz no es una opción, Min YoonGi.

El mayor se puso a reír, negando se levantó del piso para sacudirse el traje negro y entonces esta vez sentarse en la silla que él había alejado a propósito. No le prestó atención a cualquier tontería que quisiera decir, simplemente se concentró en seguir degustando de su helado para que no llegara a derretirse y perder el sabor, la consistencia. Igual sentía la mirada de ese tipo sobre él, como queriendo llamar su atención o algo así.

— ¿Cómo estás?

— Estoy disfrutando de mi helado, Min YoonGi. ¿Es que no es obvio?

— Me refería a...

— Estoy bien, pero estaría mejor si me dejara solo.

YoonGi suspiró, porque cada vez se le hacía difícil intentar acercarse a JiMin sin que se pusiera a la defensiva, y no lo entendía, no entendía por qué seguía tratándolo de esa forma cuando ya no eran desconocidos o cuando incluso habían pasado una tarde juntos la otra vez, hasta habían leído un libro juntos. Por esa razón había creído que ahora podría acercarse y charlar sin salir humillado o sin recibir más de alguna caída, pero veía que se había hecho ideas erróneas.

— ¿Por qué te caigo tan mal? ¿Por qué me odias? ¿Por qué me tratas así?

— ¿Así como?

— Bueno, muy...

— ¿Y qué espera, Min YoonGi? ¿Que lo abrace cada vez que invade mi espacio? ¿Que le dé un beso cada vez que se acerca de más o que le hable hasta de mis cicatrices? — JiMin cuestionó — Usted es y seguirá siendo un desconocido para mí. ¿Sabe por qué? Porque mientras yo no esté interesado en conocerlo, entonces seguirá siendo un desconocido.

YoonGi tensó la mandíbula, lo miró con seriedad, con enojo por la forma en la que siempre estaba tratándolo, como si tuviera la maldita necesidad de estar rogando o mendigando las mierdas que sus hermanos podrían darle sin pedirlo dos veces. Lo suyo no era insistir, mucho menor dejarse tratar así cuando nadie tenía ese derecho más que su tío, entonces no era algo que iba a seguir tolerando solamente por qué.

— ¿Sabes qué, niño? Eres muy irritante.

— ¿Sabe qué, Min YoonGi? Su opinión es como su persona para mí, simplemente insignificante y sin gracia.

Él dejó caer la mano sobre la mesa, fue con tanta fuerza que acabó llamando la atención de las demás personas en ese patético lugar y lo que más le jodió fue que JiMin estaba comiéndose ese helado como si en realidad él y su ira fueran tan insignificantes como decía. Él no tenía ni la paciencia ni el tiempo para intentar acercarse a alguien que podía ser fácil reemplazado por uno de sus hermanos, por cualquiera de los dos que no tardarían en darle todo lo que quisiera.

— Te vas a arrepentir de esto, niño.

— El problema de ser sarcástico es que en ocasiones la gente me rechaza y como a mí me importa mucho su opinión, me pongo triste.

JiMin metió la cucharada a la taza de helado, comenzó a agarrar una gran porción para degustar nuevamente de su textura fría y su sabor dulce, sin darle el mínimo de importancia a ese tipo que se creía tan superior y tan arrogante. Estaba simplemente cansado de lidiar con gente que se creía superior a los demás, primero era JiMmy y ahora Min YoonGi, y él no tenía la necesidad de convivir con ellos solo porque sí.

— Listo. Me voy.

— Adiós, Min YoonGi. Disfrute de su día y espero en serio que mañana amanezca.

Llegó a soltar una risita por sus últimas palabras y no le dio siquiera interés a Min YoonGi cuando se puso de pie y se fue sin decir nada, pero sí demostrando que tenía un orgullo tan frágil que llegó a herirse por sus realidades y verdades. Era tan irónico todo, él pensaba que vivía en un mundo en donde el inteligente se tenía que quedar callado solo para que el ignorante no se ofendiera.

Negando siguió con su helado, puso la vista sobre la calle pequeña de ahí y sonrió cuando logró notar las flores que estaban en las macetas de al lado. Flores margaritas que tango le gustaban, habían tulipanes y girasoles que, definitivamente, le llegaron a robar toda la atención y hasta a robar esas sonrisas que mostraba con los libros o con la fotografía.

— Bien. He regresado.

Con esos ojitos burlones volteó a ver a YoonGi luego de que se sentara nuevamente frente a él, todo inquieto y aparentemente ansioso. Alzó una de sus bonitas cejas en pregunta de qué lo había hecho volver, pero ese hombre más bien se cruzó de brazos, movió la pierna como si tuviera algún tic nervioso y lo miró como si quisiera decirle algo que no se atrevía.

— ¿Y ahora? ¿Qué lo hizo volver, Min YoonGi?

— Quería... ofrecerte disculpas por... la forma en que te hablé hace, aproximadamente, dos minutos.

YoonGi, luego de eso, se mostró incluso más inquieto y mucho más ansioso, jalándose la corbata porque se sentía acalorado y asfixiado. Seguía moviendo la piernas en ese tic nervioso y estaba gesticulando hasta demostrar que todo lo que había dicho y la forma en la que actuó, lo dejaron con ese toque de culpabilidad en el pecho, algo que jamás en su maldita vida había sentido.

No se habría devuelto si hubiera sido otra persona, no hubiera regresado y no hubiera ofrecido disculpas ni en drogas, pero es que ese niño tenía algo que lo tenía bajo su poder, bajo un hechizo en donde no podía solo alejarse. Haberle hablado de esa forma lo hizo sentir, extrañamente, mal y ni siquiera sabía por qué siendo de que le hablaba así a todo el mundo y jamás se había disculpado por ello. Simplemente no entendía qué tenía de especial Park JiMin como para que haya regresado a ofrecer disculpas con una mirada que pedía la oportunidad de quedarse a su lado.

— Yo también lo siento, Min YoonGi.

— ¿En serio?

— Sí. Lo siento por no sentirlo.

Ya había descubierto qué era eso especial.





𝐈ᴺᴴᵁᴹᴬᴺ. (ᴛʀɪʟʟɪᴢᴏs ᴘᴀʀᴋ x ʏᴏᴏɴɢɪ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora