𝐂ᴴᴬᴾᵀᴱᴿ ˢᴱⱽᴱᴺ

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— ¿Entonces...?

— ¿Jefe? Jefe, ¿está bi...? ¿Está sonriendo de nuevo?

— ¿Él está sonriendo?

Por segunda vez consecutiva, los hombres de YoonGi no podían simplemente explicarse lo que estaba pasando, el hecho de que él estaba sonriendo en todo su esplendor, como si de nuevo estuviera viendo la cosa más jodidamente hermosa de todas y en realidad era así. Sus ojos estaban viendo a Park JiMin, estaba fijándose en ese chico cual Deja Vú, porque es que se mostraba relajado leyendo un libro, con una sonrisa y bien metido en la lectura, haciendo que con esa simplicidad se viera tan precioso el condenado chico de hebras rosáceas.

— Es que él es tan... diferente a sus hermanos.

Acabó suspirando como un bobo, como un tonto que estaba viendo a la persona más angelical de todo el cielo y pensaba de verdad que no podía dejar perder esa oportunidad de ir con ese chico y saludarlo, tal vez esa vez sí tenía la gran dicha de entablar una conversación sin salir humillado o sin que esa preciosidad se le fuera de las manos como había hecho las veces anteriores.

— Ya regreso.

— Pero, jefe...

— Y no me sigan, ni se acerquen así vean que él me esté acabando.

— Sí, jefe.

Soltando un carraspeo salió del auto, se abotonó el elegante saco de color negro y algo nervioso comenzó a caminar directo a esa librería todo en uno, porque tenía el quiosco adentro y una pequeña biblioteca también. JiMin estaba en las bancas de afuera, de esas que tenían forma de libro abierto, y el lugar parecía estar un poco vacío, tal vez por eso se mostraba tan en paz.

No entendía siquiera por qué se sentía tan nervioso o por qué la presencia de ese chico le parecía tan importante. No sabía lo que estaba sintiendo en el estómago, ese extraño hormigueo y esa extraña sensación en el pecho, con pensamientos que le decían actuar bien o arreglarse un poco para no dar una mala impresión. De verdad que no entendía nada y tampoco quería averiguarlo, tal vez solo estaba a punto de enfermarse y por eso tantos síntomas.

Por todos los príncipes de manitas tiernas que habitaban en cada mundo.

Tras acercarse a ese tierna banca de colores llamativos, se sentó enseguida al lado de JiMin, pero con una postura recta, todo rígido tipo militar. Empezó a utilizar los dedos como tambor contra sus piernas, viendo fijamente en frente mientras esperaba a que JiMin hiciera uno de sus típicos trucos en donde lo dejaba humillado y con el hocico bien cerrado.

— Este... ¿Hola?

Luego de diez segundos en donde esperó a que JiMin dijera o hiciera algo, lo volteó a ver cuando nada de eso pasó y hasta llegó a fruncir el ceño al notar que parecía estarlo ignorando, porque hizo como que no escuchó y como que no existía mientras tenía la mirada sobre el libro, sobre la interesante lectura. Si había algo que le molestaba, a parte de casi todo, era que lo ignoraran, eso de verdad que le jodía la vida, no obstante, tenía paciencia con ese chico y entonces no se sentía agresivo o enojado por ser cruelmente ignorado.

— Hola... Hola... Sé que de seguro debes estarme ignorando para que me vaya, pero no me iré hasta que al menos me des la mirada — Informó — ¿Me estás ignorando? ¿Es que me estás ignorando? ¿En serio...? ¿Tan mal te caigo? Creí que ya había dejado de ser un desconocido.

Eso en serio que no lo podía creer, en serio que no podía creer cómo es que JiMin lo estaba ignorando de esa forma tan cruel y segura. Estaba preguntándose de qué tamaño eran sus huevos como para que no le diera ni una sola mirada, pero ni siquiera una de sus típicas frases cierra bocas que solía decir cuando lo tenía cerca. Nunca jamás en su vida se había sentido tan ofendido que como se sentía en ese momento en donde parecía un completo estúpido tratando de llamar la atención de un chico al que parecía caerle muy mal.

𝐈ᴺᴴᵁᴹᴬᴺ. (ᴛʀɪʟʟɪᴢᴏs ᴘᴀʀᴋ x ʏᴏᴏɴɢɪ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora