El quinto integrante

475 126 156
                                    

Me dediqué a perderte.
Y me ausenté en momentos,
Que se han ido para siempre.
Me dediqué a no verte.
Y me encerré en mi mundo,
Y no pudiste detenerme.
Y me alejé mis veces.
Y cuando regresé,
Te había perdido para siempre.

Me dediqué a perderte - Alejandro Fernández

Jiang Cheng no era diestro en primeros auxilios pero supuso que curar heridas era similar al pasado.

Había diversas emociones revueltas en su interior y todas ellas no eran buenas. También tenía un sin número de preguntas por hacer que prefirió guardar para sí mismo.

¿Qué tanto ha tenido que sufrir Lan XiChen por sí mismo?

Japón. Un templo budista. ¿Una clínica de salud mental? Jiang Cheng no puede negar que le preocupa el hecho que esa carga familiar esté influyendo en la estabilidad de su mente.

Durante lo que tardó en limpiar el rostro de Lan XiChen, éste no apartó la mirada de él.

—Estás actuando como un acosador, ¿sabías?

—Me declaro culpable —Lan XiChen se rió.

Jiang Cheng puso los ojos en blanco. —Debería dejar que agonices tu solo. Tienes suerte que no trabajo hoy.

Tras decir esto, Jiang Cheng le lanzó el conjunto de gazas sin importar que le dieran de lleno en el rostro.

Lan XiChen se quejó entre más risas. —Así es, tengo mucha suerte.

—¡Te estás aprovechando de la situación, perro! —Jiang Cheng chilló tras sentir las manos de Lan XiChen en su cintura.

En respuesta, Lan XiChen le ladró y después lo abrazó. —Si quieres que sea un perro, seré un perro.

Jiang Cheng suspiró con exasperación. Este Lan XiChen perdió por completo la ternura del pasado y se convirtió en un hombre totalmente descarado; lo peor de todo, es que esta versión en lugar de hacerlo enojar, le está comenzando a gustar.

Y le asusta, porque no quiere sufrir de la misma forma que en el pasado.

—¿No dejarás de insistir, verdad? —Jiang Cheng preguntó.

—No.

—¿Y qué hay de tu familia?

Lan XiChen le mostró esa sonrisita petulante y coqueta que lograba hacerle sonrojar.

—¿Cuál familia? ¿Te refieres al grupo de personas con quienes comparto un apellido?

A Jiang Cheng le era difícil decir si hablaba en serio o solo utilizaba esa actitud burlona para disimular la angustia de ser despreciado por su familia.

—Tu. . . Me confundes —reconoció dando un paso atrás.

Lan XiChen no lo dejó ir. —Estoy dispuesto a aclarar todas tus dudas, ¿no te lo dije?

Sí, lo dijo. Sin embargo, Jiang Cheng no se siente totalmente preparado para hacer frente a la verdad.

—Debo regresar —dijo, decidiendo cambiar el rumbo de la conversación.

—Te llevo.

—No pienso salir contigo luciendo como un pandillero —Jiang Cheng se quejó caminando hacia la salida dando grandes zancadas—. Nos vemos.

La Triada RepudiadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora