El verdadero rostro debajo de la máscara

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Pero cuando despierto,
Te veo a tí conmigo.
Y me dices:
Mientras yo esté aquí,
Nadie podrá herirte.

Everything i wanted - Billie Eilish

Xue Yang parpadeó. La luz del mediodía, junto con el potente medicamento, le impidieron espabilar con rapidez. Se sintió confuso en primera instancia y aletargado, además de ser incapaz de ver con claridad. Es por ello que, en un comienzo, creyó divisar el rostro de Jiang TianSu cernido sobre él.

Su corazón se sobresaltó. —¿Papá?

—¡Xue Yang!

El adolescente emitió un gemido producto del dolor que atravesó su anatomía, tras un tonto intento por incorporarse. Sintió un par de manos grandes y cálidas sostenerlo por los hombros, y luego, una dulce caricia en su cabello.

Se quedó quieto, dejándose mimar entre tanto se esforzaba por aclarar su mente. Por supuesto, era imposible que fuera su padre el autor de tan tierno gesto, aunque su corazón lo haya creído durante un breve lapso. Cuando finalmente logró enfocar su visión y reconocer de una buena vez a la persona sentada a su lado, Xue Yang se sintió sacudido por una avalancha de muchas emociones.

—XiChen-ge —murmuró al borde del llanto—. Estás. . . 

Shh, no te muevas —Lan XiChen dijo, esbozando una sonrisa conmovida.

De pronto, Xue Yang fue realmente consciente del lugar donde se encontraba y del dispositivo de ventilación mecánica en su rostro. Se llenó de temor e inmediatamente intentó quitárselo junto con la intravenosa, fallando en el intento gracias a la intervención de Lan XiChen.

—Quítamelo, quítamelo —Xue Yang suplicó, hiperventilando producto del nerviosismo y agitación—. ¿Dónde está mi hermano? ¡Ge, ge! 

—Jiang Cheng estará aquí en breve, pequeño —el hombre murmuró en un intento de apaciguar al adolescente—. Shh, todo está bien. 

Xue Yang le miró entre lágrimas de angustia. —Yo. . . No quiero estar aquí, quiero irme a casa. 

Lan XiChen se paralizó cuando Xue Yang se aferró a él como si fuera un salvavidas. Prácticamente temblaba de pies a cabeza entre sollozos y lamentos que no logró entender, pero que sí lograron tocar las fibras más sensibles de su corazón. Lo abrazó diligente y así lo mantuvo, refugiado en su pecho como si de un polluelo se tratara.

—Tienes que saber que. . . Tuve mucho miedo de perderte —Lan XiChen expresó en susurros—. Quizá no te críe ni te vi crecer, pero eres muy importante para mí. ¿Me oyes? Muy importante.

El adolescente lloró con mayor vigor. —Mentiroso. Nadie me necesita, solo soy un problema.

—Vamos a tener que trabajar en esos pensamientos, pequeño.

Al momento de oír un conjunto de pasos aproximándose a la habitación, Lan XiChen se movió para que el adolescente pudiera reposar de forma adecuada en la camilla. Pero en cuanto Xue Yang percibió las intenciones de Lan XiChen, entró en pánico al creerse abandonado.

—¡No me dejes! —Exclamó, gimiendo al instante producto del dolor que atravesó todo su cuello.

—Me quedo, me quedo.


Jiang Cheng se sobresaltó cuando Meng Yao abrió la puerta de la habitación de par en par. Le fue casi imposible sentarse debido al maldito dolor que se aferraba a cada una de las fibras de sus músculos, pero consiguió incorporarse aunque fuera de manera lamentable y un poco torcida.

La Triada RepudiadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora