¿Y la felicidad?

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Déjame decirte:
Se ve que él te trata bien,
Que es todo un caballero
Pero eso no cambiará
Que yo llegué primero

Hawái - Maluma

—Lan Huan.

Lan XiChen tomó una de las manos de Jiang Cheng y la besó con reverencia.

—Lo maté —contestó, y a Jiang Cheng le produjo escalofríos la forma tan tranquila con la cual lo dijo—. ¿No te lo había prometido? Ninguno quedará en pie.

¿A quién?, quiso preguntar mas no se atrevió.

—Y-yo. . . Uhm. . . —Jiang Cheng desvió la mirada—. Pensé que te referías a otra cosa.

Una pequeña risa vibró en el pecho de Lan XiChen. —Debes quitar la maleza de raíz o volverá a crecer.

Jiang Cheng lo golpeó en el centro del pecho. —¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo?! ¡¿Y si te atrapan?!

Fue rápidamente estrechado en un apretado abrazo. —No te preocupes, amor mío. Te aseguro que no dejaré cabos sueltos.

Una mueca torció la expresión de Jiang Cheng.

Jiang Cheng pudo retornar a su hogar esa misma semana. Por supuesto, las indicaciones del médico fueron reposo absoluto y por ende, se vio en la obligación de permanecer gran parte del día recostado y solo levantarse para visitar a Xue Yang.

Días más tarde Jiang Cheng se enteró, por medio del noticiero, que Lan XiChen había ido primero tras los pasos de Nie HuaiSang.

Según la supuesta investigación, Nie HuaiSang había confesado por medio de una carta escrita a puño, que fue el autor de los blogs principales y también quien se comunicó con Chang Ping para orquestar el ataque meses atrás. Pero la confesión sólo servía para darle fin al caso, debido a que Nie HuaiSang jamás podrá ser enjuiciado ya que lo encontraron muerto en uno de los riscos de Qinghe.

Suicidio, decían. Y lo cierto es que todo apuntaba a ello, en primer lugar, porque huyó de casa tras discutir con su hermano mayor y, en segundo lugar, porque la carta se oía bastante convincente además de no hallarse señales de un tercero. Tampoco sería fácil, ya que la lluvia que se derramó el día en que murió, provocó que muchas de las huellas desaparecieran.

Su familia tampoco quiso seguir adelante con la investigación.

Intentó ignorar el extraño sentimiento que se albergó en su pecho por causa de este conocimiento. Sabe que no es inspirado por la muerte de Nie HuaiSang en sí, sino de la forma tan fría con la cual Lan XiChen llevó a cabo este plan para quitarlo del camino.

—¿Fue Lan XiChen, no? —Meng Yao le preguntó.

Jiang Cheng no quiso contestar.


Por fortuna, Xue Yang fue dado se alta un par de días más tarde. A Xiao XingChen se le ocurrió la brillante de idea de organizar una fiesta de bienvenida e incluso apareció sin siquiera ser invitado.

A Xue Yang le conmovió tanto, que lloró por aproximadamente media hora sin parar.

Tras comer cuanta cosa hubo en la mesa, se apiñaron en la sala para competir en juegos de mesa variados, aunque más tarde, se transformó en una batalla directa entre Meng Yao y Lan XiChen.

—Yo le apuesto a shushu —Jin Ling dijo sacando un fajo de billetes del interior de su pijama de dinosaurios.

Xue Yang lo imitó, aunque los dólares salieron de su collar ortopédico. A Jiang Cheng casi le da un paro cardíaco. —¡¿De dónde sacaste ese dinero?!

El adolescente le enseñó una sonrisa brillante. —Es la quincena que me da XiChen-ge.

Jiang Cheng no tuvo reparos en golpear al hombre con la almohada. —¿Por qué me entero recién hoy?

—Siento que me estoy hundiendo en el pozo de la envidia —Meng Yao murmuró haciendo pucheros.

Meng Shi desvió la mirada intentando disimular.

—¡TÍA MENG! —Chilló Jiang Cheng, sintiéndose realmente insultado porque a él no le ha caído ni un miserable centavo.

—Cariño, no te enfades —Meng Shi dijo, acariciando sus orejas como si se tratara de un gato—. Lan Huan siempre me da un extra cuando debo llenar la despensa.

Jiang Cheng cruzó los brazos. —Me separo ahora mismo.

Lan XiChen le acercó su black card al rostro, como si se tratara de un juguete. —Mi amor, ¿no te lo había dicho? Lo mío es tuyo.

Jin ZiXuan se puso de pie de forma abrupta. —¡Me rindo! Nunca voy a encontrar uno así.

Medio refunfuñando, medio sonriendo, Jiang Cheng tomó la tarjeta.


Casi a finales de ese mismo mes, Jiang YanLi contactó a Jin ZiXuan dispuesta a resolver sus problemas maritales.

Él y Jin Ling desaparecieron durante el fin de semana, ya que la supuesta reunión se llevaría a cabo en Yunmeng.

Pero en lugar de retornar a casa feliz, Jin ZiXuan apareció completamente enfurecido, determinado a divorciarse y batallar en tribunales la custodia de su hijo.

—¿Necesitas ayuda? —Lan XiChen le preguntó esa misma noche.

—No —contestó, bebiendo de golpe el té de su taza—. Debes concentrarte en ganar el juicio en contra del instituto.

—Jiang YanLi en estos momentos no posee una fuente de ingresos aparte de mí —dijo—. En el momento en que nos divorciemos, ella podrá quedarse con parte de mí dinero pero, ni por muchos millones que obtenga, no tiene como demostrar ahora que podrá sustentar a Jin Ling hasta que sea mayor de edad.

Lan XiChen bebió de su taza con lentitud. —¿Tienes alguna otra prueba a tu favor?

Jin ZiXuan asintió. —Ella no es la heredera de los Jiang. Jin Ling sí. En caso de morir sus padres, Jiang YanLi solo tendrá derecho a la décima parte de la fortuna.

—¿Por qué sus padres harían eso?

—Ella renunció a su parte correspondiente de la fortuna de sus padres para que incluyeran a Wei WuXian en el testamento.

"Por otro lado, los Jiang contaban con mí fortuna para mantener a su hija."

Sin poder evitarlo, Lan XiChen comenzó a reír a rienda suelta.

—¿Qué es lo que hace Wei WuXian con la mente de las personas? WangJi puso un montón de acciones a su nombre.

"Y velo ahora, totalmente abandonado."

Jin ZiXuan no pudo evitar reír también. —Nos volvemos idiotas cuando nos enamoramos. Y tampoco quieras actuar como si no estuvieras dispuesto a poner toda tu fortuna a los pies de Jiang Cheng.

Touché.

Repentinamente, Jin ZiXuan retornó a la seriedad. —Si te soy sincero, estar a las puertas de un divorcio. . . Me alivia.

"No quiero pasar el resto de mi vida siendo la segunda opción de alguien."

—Es comprensible, ZiXuan. Solo te aconsejo que, cuando vuelvas a enamorarte, no te apresures.

—Lo dice el que se lanzó de cabeza a cazar a Jiang Cheng —Jin ZiXuan se mofó.

—Es Jiang Cheng —se defendió—. ¿Qué importa la dignidad?

—No tienes remedio.

—.—

Hola, muertas de hambre. Les escribo desde una espera agónica ya que en estos momentos deben estar operando a mi perro.

Y bueno, aparte de que tengo el colon más inflamado que nudo de alfa, también voy a quedar pobre.

Eso.

Es un capítulo de transición.

La Triada RepudiadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora