Cicatrices y látigos

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Soy muy bueno diciendo mentiras.
Aquello vino por el lado de mi madre.
Dije un millón para sobrevivir.
Dios, tengo los ojos de mi padre.
Pero son como los de mi hermano cuando lloro.
Puedo correr pero no puedo esconderme.
De mi línea familiar.

Family line - Conan Gray

—Lan Huan. . . No puedo. . .

Se siente mareado y febril. Lan XiChen no le dio tregua, por el contrario, tras penetrar su magullado interior por segunda vez, no detuvo el vaivén de sus caderas hasta arrancarle otro orgasmo.

Jiang Cheng fue inocente al creer que con ello era suficiente.

Pero tras darle un breve momento de descanso, Lan XiChen cambió de posiciones dejándolo arriba y luego, lo hizo rebotar en su regazo hasta que cayó totalmente rendido hacia el frente.

—Aguanta un poco más, cariño —Lan XiChen dijo, sosteniendo a Jiang Cheng por la cintura.

En lugar de contestar, Jiang Cheng emitió un quejido de éxtasis tras sentir a Lan XiChen empujando hacia arriba en busca de las profundidades de sus entrañas.

En esta posición y gracias a la gravedad, la longitud de Lan XiChen lograba llenar todos los rincones de su interior, aumentando con creces el placer.

Pero Jiang Cheng ha perdido las fuerzas tras dos rondas de sexo rudo y ya no logra mantenerse erguido por más de un par de segundos. Siente los brazos y piernas de plomo, e incluso que ya sobrepasó la capacidad de sus pulmones para transitar oxígeno.

—Lan Huan, por favor.

Lan XiChen besó el costado de su rostro. —¿Puedes correrte por mí una tercera vez?

Jiang Cheng asintió. —. . .

Buen chico.

Con la ayuda de Lan XiChen, Jiang Cheng subió y bajó sus caderas retomando el vaivén anterior.

El recorrido de la polla de Lan XiChen dentro de él no tardó en reanimar el placer que se había acumulado, haciéndole sentir mareado y rebosante de gozo.

No quería detenerse aunque su cuerpo suplicara por reposo.

Nghnm. . . Yo. . .

Lan XiChen hizo rebotar a Jiang Cheng sobre él con más fuerza tras sentir la tensión de su cuerpo anunciando su pronto orgasmo. Abrumado, Jiang Cheng se aferró a la espalda de Lan XiChen y allí enterró sus uñas manchando de carmesí algunas de las cicatrices trazadas en la piel.

Fue desastroso y caótico. Un clímax compartido y también húmedo, caliente y tembloroso.

Ambos gimieron, aunque Jiang Cheng lo hizo de forma débil a la par que sus ojos se tornaban blancos.

—Lo hiciste bien, bebé —Lan XiChen halagó, abrazando a Jiang Cheng con suavidad.

—Te odio —murmuró en respuesta—. Sabes que no puedo embarazarme pero te corriste dentro de mí tres veces.

—Cierto —concordó, riendo—. Pero puedo llenarte de tal modo que parezca que sí estás.

—Idiota.

Lan XiChen recostó a Jiang Cheng cuidadosamente sobre el colchón y luego, procedió a hacer lo mismo junto a él.

Ugh —Jiang Cheng se quejó tras sentir los muslos empapados con el semen de Lan XiChen.

La Triada RepudiadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora