Memorias III

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Pero mamá, estoy enamorada de un criminal.
Y esta clase de amor no es racional.
Es físico.

Criminal - Briney Spears

—Padre, ¿por qué nunca sonríes?

Lan XiChen miró de reojo al adolescente de pie en el umbral del Hanshi. Estaba vestido con un conjunto de túnicas blancas y ceñido con una espada brillante en el costado. Su cabello azabache caía en cascada tras su espalda, logrando resaltar la cinta atada en su frente, como una mancha de blanco sobre un puñado de tinta.

—¿Debería hacerlo?

Ante la respuesta esquiva de su padre, el muchacho parpadeó y luego, cambió el peso de su cuerpo de un pie a otro.

—El maestro Wei dijo que solías sonreír a menudo —contestó, confundido e incómodo—. Pero ni yo ni mi didi te hemos visto sonreír.

—Recuerdo haberte aconsejado mantenerte lejos de Wei WuXian —Lan XiChen aseveró, volteando su rostro para observar fijamente a su hijo mayor.

El adolescente se sobresaltó. Si bien era usual lidiar con la frialdad de su padre, pocas veces esta era acompañada por la molestia.

—Lo sé, padre. Estoy dispuesto a recibir el castigo que creas conveniente pero. . . Quiero ayudarte.

—¿Ayudarme?

El muchacho asintió con la cabeza. —Sí. Ayudarte a ser feliz.

Lan XiChen desvió la mirada con un suspiro. —Ven, siéntate conmigo.

Titubeante, el muchacho se aproximó a la mesa. Tardó un par de segundos en reunir el valor para apoderarse de la silla frente a su padre pero, lo hizo.

Usualmente no tiene reparos en flotar alrededor del hombre, ya que, a pesar de ser bastante serio y melancólico, no es tosco o evasivo cuando se trata de sus hijos. Sin embargo ahora, a sabiendas que está metiendo sus narices en un asunto de extremo cuidado, se siente un manojo de nervios al borde del colapso.

—Sé que no amabas a nuestra madre —dijo, recibiendo de buena gana la taza con té fresco que Lan XiChen le ofreció—. No es una queja, padre. Yo sé que te esforzarte por tratarla con respeto el tiempo que estuvieron casados.

"Pero asumo que su partida no es el motivo por el cual vistes de luto todos los dias."

Lan XiChen se levantó, en silencio y de forma pausada. Se dirigió a un estante en una esquina de la habitación y luego regresó a la mesa con una caja de madera tallada en las manos.

—Ábrelo —le dijo a su hijo, tras dejar el objeto frente a él.

El adolescente obedeció rápidamente, inspirado por la curiosidad y el entusiasmo.

—¿Una campana de claridad? —Preguntó, confundido.

—Le perteneció a mi primer y único amor —confesó, evitando mirar el objeto.

—Asumo que esa persona es de la secta Jiang.

Era —le corrigió—. Él murió.

—Oh. . . —Entonces todo tenía sentido—. ¿Por qué no te casaste con él?

Lan XiChen intentó batallar en contra de las lágrimas. —Es una larga historia. . .

—Quiero oírla, padre.

Tras terminar de relatar cada uno de los eventos ocurridos años atrás, Lan XiChen se sintió agotado y todavía más angustiado. Su hijo no pronunció palabra alguna durante las horas que estuvieron allí y Lan XiChen se preguntó si había sido buena idea compartir su amargura.

La Triada RepudiadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora