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El sudor se deslizaba a cada movimiento, su sonido jadeante recibiendo cada parte de si,ella se movía con sensualidad dejando que su cuerpo bailará mientras se bañaba en los colores rojizos que el cuarto tenía.

Él deslizaba su mano por su abdomen subiendo mientras pasaba por sus pechos palpando y sintiendo como su cuerpo se retorcía debajo de él, su mano siguió su recorrido hasta llegar a su cuello, apretó un poco logrando escuchar como sus gemidos salían de su boca, la misma que se mantenía abierta por sus consecuentes emboscadas.

Su cabello largo se pegaba a su cuerpo por su mismo sudor ,Hana solo podía concentrar se en sentir toda su largura moviendo se dentro de ella.

Cómo sus manos la acariciaban como si de una hermosa dama se tratará ,sus besos tan dulces que llegaban a hacerla olvidar que se trataba de un hombre peligroso, alguien que podría matarla con solo tronar los dedos.

Sus gemidos los podía escuchar en su oído, como soltaba el aire y este golpeaba su cuello, de manera rápida él le dió la vuelta introduciendo se al instante sin poder resistir la necesidad que su cuerpo sentía.

Con estocadas profundas y lentas la hacía gemir, su rostro estaba pegando al colchón, su boca se abría sintiendo como este entraba en ella, su cabello fue tomado con fuerza haciendo la alzar su rostro.

De golpe él empezó a moverse más rápido,más necesitado,golpeaba su trasero y tiraba su pelo con fuerza, él empezaba a tratar la como mucho la veían.

Empezó a ser rudo, solo para satisfacer sus más bajos instintos, su parte baja sufría a cada momento y no por dolor, aquel aroma ,aquellos gemidos, la forma en que gruñía al sentirse excitado la tenían drogada.

Su porte ,su cuerpo, todo en él desprendía un toque de lujuria.

El golpeteo de sus cuerpos cada vez se escuchaba más fuerte hasta el punto de hacerla gritar, pedía a cada momento más como si aquello no fuera suficiente. No lo entendía, en que momento lo masoquista empezó a ser lo suyo pero en ese instante no importaba, solo quería sentirlo suya.

Sin previo aviso él tomo sus manos apresando sus muñecas hasta quitarle toda movilidad, su cuerpo se movía solo por él, la brusquedad de sus estocadas hacia que sus pechos se movieran de forma violenta logrando que le dolieran.

Tiro de ella haciendo que su espalda estuviera recta, aún con sus muñecas tomadas por él, la penetraba viendo desde atrás el rebote de sus pechos, su boca se empezaba a secar, logrando sentir esa necesidad de obtener humedad, buscando lo acercó sus labios a los de él, un beso salvaje donde sus dientes mordían sus labios se dió.

Tan necesitado que fue imposible no gemir ante su tacto.

The  Handmaiden.    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora